Ruptura

S¨®lo han bastado dos semanas para anular el largo proceso de normalizaci¨®n franco-iran¨ª al que se comprometi¨® el Gobierno de Jacques Chirac tras su victoria electoral -celebrada por Ir¨¢n- en marzo de 1986. Si la ruptura se ha hecho inevitable en tan s¨®lo unos d¨ªas no podemos sino interrogarnos acerca de las razones de tal celeridad. ?Por qu¨¦ se han vuelto imposibles los compromisos ahora que los avances de la diplomacia francesa hubieran permitido obtener la liberaci¨®n de los cinco rehenes? ?Por qu¨¦ el precio a pagar por ello es ahora totalmente inaceptable? El hecho de que Ir¨¢n apoye -si es que no dirige- las acciones terroristas que la comunidad internacional condena no es ning¨²n descubrimiento. ?Estaba basado el optimismo del nuevo Gobierno franc¨¦s en las promesas realizadas antes de las elecciones o revela simplemente una mala apreciaci¨®n de la problem¨¢tica iran¨ª?La ruptura, celebrada en estos momentos, casi un¨¢nimemente, por la clase pol¨ªtica, a?ade al alivio general un orgullo patriotero criticable. Es ahora cuando se van a plantear problemas de verdad. ?Qu¨¦ estrategia adoptar¨¢ Par¨ªs para enfrentarse a las amenazas de todo tipo contra los intereses franceses? Mitterrand y Chirac han asegurado en m¨²ltiples ocasiones que Ir¨¢n era un "gran pa¨ªs amigo", igual que Irak. Una idea rechazada, evidentemente, por las autoridades iran¨ªes, cuya principal preocupaci¨®n ha sido siempre acabar con el apoyo franc¨¦s a Bagdad.

, 20 de julio