Un Poco de calma
Como ciudadano que desea que la izquierda siga gobernando en nuestro pa¨ªs esto es lo que pedir¨ªa a los dirigentes del PSOE: un poco de calma. Creo que somos muchos los que tenemos la sensaci¨®n de que hay demasiado nerviosismo, demasiado malhumor, demasiada crispaci¨®n. Y, como rev¨¦s de la medalla, tambi¨¦n que las muestras de serenidad oficial suenan un poco a hueco, son un poco artificiales. Y ni lo uno ni lo otro, ni el nerviosismo excesivo ni la serenidad de encargo son de mucha utilidad para enfrentarse con la nueva situaci¨®n surgida de las elecciones auton¨®micas y municipales.?Qu¨¦ es lo que ha cambiado? Sustancialmente, que los socialistas han perdido la mayor¨ªa absoluta en muchos de los ayuntamientos y en algunas de las comunidades aut¨®nomas que hasta ahora hab¨ªan gobernado con dicha mayor¨ªa, y tambi¨¦n que han perdido alcald¨ªas y presidencias de comunidad aut¨®noma. Pero los socialistas siguen siendo la fuerza pol¨ªtica mayoritaria, el eje principal e indispensable de la pol¨ªtica espa?ola y el partido que aguanta el peso fundamental del Estado y asegura su gobernabilidad.
Los distintos grupos de centro y de derecha han arrebatado posiciones a los socialistas y han podido crear alternativas de derecha o de centro-derecha en algunos ayuntamientos y en algunas comunidades aut¨®nomas, pero siguen siendo incapaces de presentar una alternativa global. Adem¨¢s, ya veremos lo que ocurre con muchas de estas nuevas mayor¨ªas de centro-derecha, muy diversas entre s¨ª y a menudo heterog¨¦neas, cuando tengan que enfrentarse con los problemas que conlleva el gobierno de los ayuntamientos y de las comunidades aut¨®nomas.
Desde el punto de vista de la gesti¨®n y del funcionamiento de las instituciones, el cambio principal es, pues, que los socialistas deber¨¢n gobernar con mayor¨ªa relativa o ser¨¢n la fuerza mayoritaria de la oposici¨®n. Naturalmente, esto es mucho m¨¢s inc¨®modo que gobernar con mayor¨ªa absoluta, pero no es ninguna cat¨¢strofe. Simplemente obliga a gobernar y a hacer pol¨ªtica de otra manera, con otro estilo. Obliga a pactar, a buscar mediaciones, a aprovechar las contradicciones ajenas, a superar de otro modo las propias. Como se ha empezado ya a ver en algunos ayuntamientos, la oposici¨®n se dedicar¨¢, de momento, a bloquear cosas, a dar alfilerazos, a exasperar los ¨¢nimos, de la mayor¨ªa socialista, etc¨¦tera. Pero la oposici¨®n no podr¨¢ seguir as¨ª por mucho tiempo ni podr¨¢ seguir unida como tal oposici¨®n cuando haya que tomar determinadas decisiones, porque el sistema democr¨¢tico es, por definici¨®n, un sistema transparente y cuando hay transparencia nadie se puede permitir el lujo de bloquear las decisiones y de imposibilitar las soluciones cuando est¨¢ en juego el bienestar de los ciudadanos.
Por eso creo que los socialistas cometer¨¢n un grave error si se enfrentan con esta nueva situaci¨®n a la defensiva, pendientes en todo momento del voto contrario y angustiados por la espada, de Damocles del voto de censura. M¨¢s bien se trata de pasar a la ofensiva explicando abiertamente el sentido de sus propuestas y buscando el consenso de la poblaci¨®n sobre las mismas, para que la oposici¨®n tenga que enfrentarse a su vez con el reto de explicar los motivos de su negativa a aprobarlas. En definitiva, una mayor¨ªa -aunque sea relativa- que sepa actuar con inteligencia, con sensibilidad y con transparencia, una mayor¨ªa que salga de los despachos y de la l¨®gica cerrada de grupo para conectar con la mayor¨ªa de la poblaci¨®n explicando las cosas tal como son tiene una gran capacidad de iniciativa para ahondar las contradicciones de una oposici¨®n heterog¨¦nea, impedir que los componentes de ¨¦sta puedan refugiarse en la comodidad del no sistem¨¢tico y cerrar el paso a la formaci¨®n de un bloque adverso.
Diciendo esto no intento dar lecciones a nadie ni descubrir el Mediterr¨¢neo. Son cosas sabidas y hasta elementales, pero que se pueden perder de vista cuando uno se acostumbra a gobernar con mayor¨ªa absoluta. En una sociedad como la nuestra, con una cultura pol¨ªtica muy desigual y bastante poco vertebrada, lo normal no van a ser las mayor¨ªas absolutas. Por eso creo que, bien miradas las cosas, la situaci¨®n actual puede ser incluso pol¨ªticamente m¨¢s sana que la anterior para muchos dirigentes, porque les va a obligar a tomar en cuenta m¨¢s factores, a sopesar con m¨¢s cuidado las contradicciones pol¨ªticas y sociales, a hilar m¨¢s delgado en el tratamiento de los problemas, a esforzarse mucho m¨¢s en la b¨²squeda de consensos, a prestar m¨¢s atenci¨®n al problema clave de la comunicaci¨®n clara y transparente con los ciudadanos y, en definitiva, a aprender a hacer pol¨ªtica de otra manera.
Con esto no quiero decir que haya que dejar en segundo plano la necesaria reflexi¨®n sobre las causas de lo ocurrido, es decir, del descenso de votos del PSOE y, de hecho, de la izquierda en su conjunto frente a un centro-derecha y una derecha regionalmente fragmentados. Es una reflexi¨®n indispensable que tiene que ir forzosamente mucho m¨¢s all¨¢ del problema concreto de estas elecciones y en la que deben entrar temas como las contradicciones principales de nuestra historia pol¨ªtica contempor¨¢nea -las disensiones hist¨®ricas sobre el concepto de naci¨®n, por ejemplo-, los condicionam¨ªentos del aparato de Estado heredado del r¨¦gimen anterior y las posibilidades o las dificultades que ofrece su reforma, y, finalmente, el modelo econ¨®mico- social que la izquierda quiere desarrollar en nuestro pa¨ªs y su relaci¨®n con el modelo que de hecho se est¨¢ desarrollando.
Pero tambi¨¦n para eso se requiere una cierta calma y un cierto estilo de trabajo que ni puede estar pendiente de la coyuntura electoral inmedial.a ni del reparto de cargos, ni puede desarrollarse como una discusi¨®n repleta de claves internas, a tenor del malhumor o del cansancio o de la incompetencia de tal o cual ministro o tal o cual dirigente. S¨¦ muy bien que todo partido pol¨ªtico tiene su l¨®gica interna, pero cuando se trata de un partido como el PSOE, que es el ¨²nico que hoy est¨¢ en condiciones de asegurar la estabilidad de nuestro sistema dernocr¨¢tico, la l¨®gica externa importa m¨¢s que la interna. Los ciudadanos de este pa¨ªs necesitamos una buena discusi¨®n sobre los problemas de fondo con que se enfrenta la izquierda. Y el PSOE tiene una responsabilidad decisiva para asegurar que esta discusi¨®n se haga como es debido.
Para poner un ejemplo, creo que uno de los temas de fondo de la pol¨ªtica espa?ola es el de la reforma de los aparatos del Estado o la adaptaci¨®n a la vieja l¨®gica centralista y burocr¨¢tica de los mismos. Creo que los conflictos que han surgido ¨²ltimamente en torno a esto son enormemente importantes y exigen una discusi¨®n muy serena y unas decisiones meditadas y firmes, pero que las reiteradas declaraciones del ministro del Interior y los conflictos que han provocado -como el choque con el Consejo General del Po-
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Un poco de calma
Viene de la p¨¢gina anteriorder Judicial- son exactamente lo contrario de lo que se necesita. No s¨¦ cu¨¢les son las claves internas, pero desde fuera esto no es discusi¨®n, sino exabrupto; no es discurrir con serenidad, sino tirar por la calle de enmedio, caiga quien caiga. Y la verdad es que a estas alturas importa mucho saber cu¨¢l es la calle por la que se va a avanzar y qui¨¦n va a caer y c¨®mo y por qu¨¦.
Otro ejemplo, no menos decisivo. Creo que las gentes de izquierda no podemos seguir eludiendo un problema tan fundamental como el de los cambios sociales que provoca el actual modelo de desarrollo econ¨®mico en nuestro pa¨ªs. El problema se puede enunciar as¨ª: nuestra econom¨ªa ha superado los peores momentos, hay un proceso real de crecimiento y de desarrollo, aumenta el bienestar de la mayor¨ªa de los ciudadanos, pero, al mismo tiempo, se producen nuevas marginaciones y hay importantes sectores de la poblaci¨®n que van para atr¨¢s. Es lo que los socialistas alemanes designan con la frase "la sociedad de los tres tercios": un tercio dominante, muy poderoso; un tercio intermedio, cada vez m¨¢s amplio y diversificado pero part¨ªcipe de los beneficios del desarrollo econ¨®mico, y un tercio cada vez m¨¢s exasperado que se va quedando al margen de este desarrollo.
?ste no es s¨®lo un problema te¨®rico. Sus manifestaciones pol¨ªticas son diversas seg¨²n los pa¨ªses, pero yo me pregunto si ¨¦sta es o no la raz¨®n principal de episodios como los de Reinosa, Puerto Real o los conflictos juveniles. Los Gobiernos conservadores. basan su pol¨ªtica en contentar a los dos tercios privilegiados y en abandonar el sector marginado a su propia marginaci¨®n. La izquierda no puede seguir este mismo camino, porque deja de ser precisamente la izquierda. Y si, por error o por incomprensi¨®n, no aborda debidamente el fondo del problema, el resultado no es precisamente un reforzamiento de otra izquierda, sino el giro brutal hacia lo m¨¢s opuesto, como se ha visto en Reinosa.
?ste s¨ª que es un gran tema de fondo que el conjunto de la izquierda deber¨ªa abordar con serenidad, sin masoquismo. Y, sobre todo, sin personalismos y sin poner por delante las querellas internas. Creo que algunas de las opiniones que diversos dirigentes socialistas han expresado recientemente en la Prensa plantean precisamente temas de fondo como ¨¦stos y otros, pero que a estas alturas importa tanto el contenido como la forma, el argumento como el estilo. Si la necesaria discusi¨®n es percibida por los ciudadanos como un conjunto de querellas internas, sus resultados ser¨¢n negativos o insignificantes. Si, por el contrario, los ciudadanos perciben la discusi¨®n como la reflexi¨®n serena, abierta y transparente de un colectivo tranquilo y seguro de s¨ª mismo, los resultados ser¨¢n. buenos para el sistema democr¨¢tico y para el pa¨ªs en su conjunto. Por eso me atrevo a insistir en la petici¨®n inicial: calma, un poco de calma.
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