El grano y la paja
Durante los ¨²ltimos d¨ªas, diversos medios informativos han ve nido refiri¨¦ndose a un posible desabastecimiento de ma¨ªz, debido a la no aplicaci¨®n en la pr¨¢ctica del a ? cuerdo CE EEUU de diciembre -pasado, por el cual la Comunidad Econ¨®mica se compromet¨ªa a im portar en Espa?a hasta 2.300.000 toneladas de aquel cereal. El citado desabastecimiento supondr¨ªa, seg¨²n expl¨ªcita o subliminal reflexi¨®n de sus interesados delatores, la imposibilidad inmediata de alimentar la caba?a nacional, y traer¨ªa como corolario inevitable la subida del IPC, la quiebra de las previsiones econ¨®micas oficiales e incluso la pr¨®xima emigraci¨®n de nuestra ganader¨ªa a Europa.Por fortuna para nuestro pa¨ªs, ese interesado y catastr¨®fico augurio tiene escasa relaci¨®n con la realidad. No existe peligro alguno de desabastecimiento, y la visi¨®n que presenta una correlaci¨®n exacta y directa entre el precio del ma¨ªz, coste de la alimentaci¨®n del ganado y precio al consumidor de carnes y embutidos est¨¢ suficientemente desacreditada para que tenga credibilidad alguna, aunque se apunten a ella algunos neoricardianos de ocasi¨®n, que, cuando interesa, se olvidan de la oferta y la demanda y de sus mediaciones institucionales para obsesionarse con el coste de producci¨®n como determinante del precio de mercado. Conviene, no obstante, clarificar el proceso, sobre todo para legos en la materia, y ello s¨®lo puede hacerse, dado que de cereales se trata, separando el grano de la paja.
Hasta 1983, Espa?a dispon¨ªa de un patr¨®n de alimentaci¨®n animal que obedec¨ªa m¨¢s a los intereses de los pa¨ªses exportadores y de las firmas importadoras que a los espec¨ªficamente nacionales. Instrumento esencial de esa pol¨ªtica era el sistema de regulaci¨®n del mercado de cereales -defficiency payment para el ma¨ªz y monopolio triguero-, y su consecuenc¨ªa fue el establecimiento de un patr¨®n alimentario de lujo basado en el ma¨ªz, que hab¨ªa de ser importado en su mayor parte. La pol¨ªtica de abastecimiento de cereales del Gobierno socialista se ha basado en el fomento de las producciones aut¨®ctonas, incluso el ma¨ªz, siempre dentro de la racionalidad econ¨®mica y la diversificaci¨®n del patr¨®n alimentario ganadero. El corolario, tan inevitable como saludable, era la progresiva disminuci¨®n de la importaci¨®n de ma¨ªz.
La incidencia de la CE
El ingreso en el Mercado Com¨²n Europeo hab¨ªa de acentuar las tendencias precedentes, produci¨¦ndose una acelerada evoluci¨®n hacia el modelo alimentario dominante en la CE, con la consiguiente sustituci¨®n del ma¨ªz por otros productos, y del ma¨ªz estadounidense por el de origen europeo.
Como puede comprobarse la importaci¨®n total se mantiene en cifras sorprendentemente id¨¦nticas, aunque su composici¨®n haya cambiado radicalmente. El ma¨ªz ha pasado de representar casi el ciento por ciento de nuestras importaciones a un modesto 19% del total, casi todo de origen europeo. En ning¨²n caso cabe hablar de desabastecimiento, y s¨ª de cambio radical en la composici¨®n de la dieta alimentaria de la ganader¨ªa espa?ola.
Carece igualmente de rigor hablar de peligro para el IPC ante el encarecimiento relativo de uno de los muchos componentes que conforman el precio final del pienso. Aquella afirmaci¨®n descansa en dos falacias, que el ma¨ªz conserva el papel hegem¨®nico que tuvo anta?o en el bloque de materias primas para la fabricaci¨®n de piensos, cosa que a la vista de las cifras no puede sostenerse, y que existe una transmisi¨®n inmediata y lineal del precio de ese cereal al de los piensos y el pagado finalmente por los consumidores.
En otra ocasi¨®n volveremos de nuevo sobre la visi¨®n precedente. Baste por ahora se?alar que el cambio radical en el panorama importador no ha producido ninguna tensi¨®n alcista significativa en el precio de los piensos compuestos, que han mostrado una sorprendente estabilidad durante el ¨²ltimo a?o.
La estabilidad del precio de los piensos durante el ¨²ltimo a?o y medio revela que el mercado de cereales y otras materias primas ha estado suficientemente abastecido con la producci¨®n nacional y las importaciones habidas. Ese nivel de abastacimiento se va a conservar durante la campa?a 1987/ 1988 donde se espera una producci¨®n aut¨®ctona de 15 millones de toneladas de cereal, un 27% superior a la del a?o precedente. Es en ese contexto, adem¨¢s de la mayor o menor agresividad exportadora de las autoridades comunitarias, donde debe contemplarse el acuerdo CE-USA para la importaci¨®n por Espa?a de ma¨ªz que no implica, como es sabido, la salida inevitable del producto al mercado. En cualquier caso, el balance de necesidades de ma¨ªz no estar¨ªa completo si no se tuviera en cuenta la demanda de otras industrias distintas a la de piensos compuestos, como es el caso de la fabricaci¨®n de ixoglucosa.
La entrada de Espa?a en la ICE supone un nuevo punto de partida en el tr¨¢fico exterior de granos y sustitutivos para la alimentaci¨®n animal en Espa?a. El principio de la preferencia comunitaria y el car¨¢cter excedentario de la CE, adem¨¢s de los acuerdos de importaci¨®n de sustitutivos establecidos por la Comunidad con terceros pa¨ªses, han supuesto la quiebra del modelo de importaci¨®n tradicional de granos. Comerciantes importadores, utilizadores de cereal e instituciones comerciales deben acostumbrarse a la nueva realidad, que incluye la aparici¨®n de Espa?a, merced a su precocidad, como modesto pa¨ªs exportador de determinadas partidas, y no obstinarse en defender realidades del pasado que en un horizonte razonable no tienen ninguna posibilidad de regresar.
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