Cero, cero, cero

A lo largo de 25 a?os, desde El agente 007 contra el doctor No, James Bond, polizonte con licencia para matar a mayor gloria de su majestad brit¨¢nica, ha salido 15 veces a las pantallas a mostrar sus cachas y sus sofisticadas artima?as para eliminar hombres y seducir mujeres. Alta tensi¨®n es la ¨²ltima de estas salidas y ojal¨¢ que sea la ¨²ltima de verdad, pues el a veces entretenido recuerdo dejado por algunas de las primeras pel¨ªculas de la serie Bond, se ha ido deteriorando progresivamente con las finales, hasta llegar al tedio de ¨¦sta, que es literalmente intragable.La degradaci¨®n del peque?o y equ¨ªvoco mito creado por lan Fleming ha llegado a su peor momento, probablemente a la definitiva p¨¦rdida de la relativa buena calidad de los comienzos. El personaje Bond y los personajillos qu¨¦ lo rodean ya est¨¢n sobados hasta la saciedad, repiten con ligeras variantes el sabid¨ªsimo esquema de intriga y acci¨®n urdido por las primeras pel¨ªculas y la graciosa iron¨ªa c¨ªnica que caracteriz¨® el arranque de 007 ha acabado convirti¨¦ndose en una rutinaria colecci¨®n de insustanciales soser¨ªas, casi todas, ellas con sabor a plagio, aunque no lo sean. Alta tesi¨®n lleva as¨ª a su punto m¨¢s bajo esta inanidad del fondo de la popular serie.

El juego con el espectador que establece esta pel¨ªcula -como las inmediatamente anteriores-es de una penosa elementalidad. Nada m¨¢s que im¨¢genes derivadas que sirven de referencia mnemot¨¦cnica, para que el espectador evoque otras que ya vio antes en la definici¨®n del personaje. Un personaje que se vac¨ªa en sus apariencias. Cuando ¨¦sta eran novedad, se agradec¨ªa. Ahora son nada m¨¢s que aburridos refritos, la ¨²ltima falta de sustancia de una ubre orde?ada.