Clere gan¨® su segunda etapa y dio al Teka el tercer ¨¦xito
Regis Clere dio al Teka su tercera victoria en este Tour y consigui¨® su segundo ¨¦xito personal y, c¨®mo no, un segundo autom¨®vil. Clere, todo voluntad, no dej¨® de persistir en escapada tras escapada y, tras llevarse unas memorias del general De Gaulle, un poco de dinero y 11 minutos de desventaja en su primer intento, logr¨® recuperar ¨¢nimos, ganar una etapa destacado y ayer repetir ¨¦xito. El l¨ªder, Delgado y su ¨²nico gran rival ya, Roche, viajaron juntos en un pelot¨®n fatigado. La etapa dio de s¨ª lo que se esperaba de ella. Nada.Los corredores llegaron a la meta con retraso porque ning¨²n equipo ten¨ªa intenci¨®n de hacer da?o al l¨ªder. Por si acaso, Delgado fue custodiado por el PDM en pleno, acompa?ados por corredores del Superconflex, tal y como se preve¨ªa. Tanto holand¨¦s junto al mando del pelot¨®n era ya una actitud disuasoria para que, o bien Roche o bien Mottet intentaran un ataque imprevisto.
El caso de Mottet, precisamente, pod¨ªa servir de especulaci¨®n por dos motivos: el Systeme U es el ¨²nico equipo, junto al Caf¨¦ de Colombia, que conserva todos sus efectivos y su director, Guimard, fue expulsado el jueves de la carrera por contravenir el reglamento reiteradamente a la hora de auxiliar a sus corredores. Y, Guimard, brazo de hierro donde los haya, pod¨ªa haber dado alguna vengativa indicaci¨®n de mover la carrera. Pero, al fin y al cabo, nadie se movi¨®. Quiz¨¢ es que las fuerzas est¨¢n tan acabadas que pueden hasta con personajes indomables.
Ya el gesto de los corredores en la salida mostraba clara disposici¨®n de interinidad, ganas de hacer la maleta cuanto antes y cierta l¨®gica aversi¨®n por la bicicleta. Es un ejercicio curioso contemplar la salida al inicio del Tour y verla 20 d¨ªas despu¨¦s. Al principio, los corredores calientan, andan en bicicleta, saludan en bicicleta, firman aut¨®grafos a caballo de su m¨¢quina. Ayer, nada de eso. Cada cual procuraba acudir a la salida en autom¨®vil y aparcaba la bici en cualquier esquina. Todos, rostro chupado, ojeras en ristre, cabellos desordenados, procuraron pasar el rato sentados, charlar, desayunar. Han pasado ya 4.000 kil¨®metros de batalla, no hay tensi¨®n, no hay concentraci¨®n. S¨®lo el l¨ªder sonr¨ªe, va por su cuarto d¨ªa de amarillo y s¨®lo el suizo Maechler lo ha disfrutado dos d¨ªas m¨¢s que ¨¦l. Si Roche se lo arrebata en Dijon habr¨¢ sido l¨ªder tres d¨ªas nada m¨¢s. Delgado se consuela como puede y le dice en broma a una espectadora: "Soy el l¨ªder". Ella sonr¨ªe y dice: "S¨ª, por supuesto".
As¨ª que, excepto algunas batallitas de escasa consideraci¨®n por puertos de tercera o por sprints especiales, alg¨²n intento de escapada de Marc G¨®mez o del espa?ol Carlos Hern¨¢ndez, la etapa se decidi¨® muy al final cuando, a falta de 25 kil¨®metros, ocho corredores rompieron el grupo.
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