Ir¨¢n no agacha la cabeza
JAVIER VALENZUELA, El Consejo de Ministros iran¨ª decidi¨® el pasado mi¨¦rcoles aplicar "al pie de la letra" el mensaje que desde Radio Teher¨¢n el imam Jomeini hab¨ªa enviado la v¨ªspera a los 150.000 iran¨ªes que estos d¨ªas efect¨²an la peregrinaci¨®n a la Meca. El gu¨ªa de la revoluci¨®n record¨® que "la consigna 'ni Este ni Oeste' es la constituci¨®n de la Rep¨²blica isl¨¢mica, y significa su no alineamiento".
El creciente aislamiento de su revoluci¨®n no parece arredrar lo m¨¢s m¨ªnimo a los iran¨ªes. Al¨ª Akbar Velayati, ministro de Asuntos Exteriores, se felicit¨® hace unos d¨ªas en Ginebra de que su pa¨ªs sea el "¨²nico del Tercer Mundo" en tener "una pol¨ªtica internacional propia".
A¨²n m¨¢s, los occidentales que han viajado en las ¨²ltimas semanas a Ir¨¢n aseguran que su soledad refuerza al r¨¦gimen isl¨¢mico y estimula el sentido nacional persa, incluso en los sectores religiosamente m¨¢s moderados. Esos viajeros han encontrado que la revoluci¨®n es a¨²n muy popular.
La ruptura de relaciones con Francia, el pulso que actualmente sostiene con Estados Unidos en el Golfo y la reacci¨®n a lo ocurrido en La Meca han vuelto a probar la falsedad del esquema que desde Washington se difundi¨® en los primeros momentos del esc¨¢ndalo Irangate.
En Teher¨¢n no se desarrolla nada parecido a una lucha entre moderados prooccidentales y radicales antioccidentales. El ¨²nico conflicto que puede detectarse es el cl¨¢sico de todas las revoluciones: el existente entre los partidarios de consolidar el nuevo Estado y los que prefieren exportar el impulso renovador.
"Es como tener que escoger entre Stalin y Trotsky", dice un diplom¨¢tico europeo en Kuwait.
Ambos sectores, en cualquier caso, tienen ahora un terreno de acci¨®n com¨²n en la lucha contra la actual campa?a antiisl¨¢mica del gran Sat¨¢n y sus aliados.
El balc¨®n mediterr¨¢neo
Desde su nacimiento, la revoluci¨®n isl¨¢mica iran¨ª ha escogido dos territorios para desarrollar su expansi¨®n.
L¨ªbano es ya su balc¨®n mediterr¨¢neo, gracias a la influencia del Hezbol¨¢ o partido de Dios en la importante comunidad shi¨ª. En L¨ªbano, Ir¨¢n ha humillado a diversos pa¨ªses occidentales, en particular con la toma de rehenes. Pero la nueva pol¨ªtica de firmeza de Estados Unidos y Francia ha quitado a los secuestrados gran parte de su valor de cambio.
El golfo P¨¦rsico es el segundo territorio donde Ir¨¢n quiere consolidar su hegemon¨ªa. No obstante, debe recordarse que los revolucionarios isl¨¢micos no comenzaron la guerra de los petroleros. Ir¨¢n siempre ha repetido que cesar¨¢ de hostigar los buques relacionados con Kuwait el d¨ªa mismo en que los iraqu¨ªes suspendan los ataques contra los suyos. La relativa calma en el Golfo de las dos ¨²ltimas semanas, minas aparte, es debida al cese provisional de las operaciones de la aviaci¨®n de Bagdad.
El dilema kuwait¨ª
A Kuwait, un pac¨ªfico, pr¨®spero y fr¨¢gil pa¨ªs, que durante un tiempo respetable logr¨® mantenerse al margen, se le ha ca¨ªdo encima este conflicto. Temeroso tanto de las ambiciones territoriales iraqu¨ªes, como del fervor integrista iran¨ª, el Emirato ha terminado por alinearse de facto con Bagdad, por razones de solidaridad ¨¢rabe. Teher¨¢n proclama que debe pagar por ello. Hace unos d¨ªas, ante 200 periodistas de todo el mundo, el jeque Saad al Abdula al Salem al Sabah, pr¨ªncipe heredero, llam¨® "hermanos" a los iraqu¨ªes y "vecinos" a los iran¨ªes. Parece cierto que los puertos y el espacio a¨¦reo kuwait¨ªes son usados en momentos de apuro por las fuerzas armadas de Sadam Hussein.
Dos actitudes
Los ataques iran¨ªes contra petroleros relacionados con Kuwait llevaron al Golfo primero a los sovi¨¦ticos, en el papel de protectores del crudo del Emirato. Su actuaci¨®n est¨¢ resultando mucho m¨¢s discreta que la norteamericana, en la l¨ªnea caracter¨ªstica de Mijail Gorbachov. La Administraci¨®n Reagan, por el contrario, desarrolla a bombo y platillo su ayuda a los kuwait¨ªes. Es muy significativa la diferencia del ruido causado por la mina que toc¨® al petrolero Bridgeton, con bandera y escolta estadounidense, y la que antes hab¨ªa alcanzado al sovi¨¦tico Mariscal Chuykov.
Los iran¨ªes creen que Dios est¨¢ de su parte, y que Reagan terminar¨¢ perdiendo el envite, tal como le ocurri¨® a Jimmy Carter. Para probarlo cuentan ya con el esc¨¢ndalo Irangate y con el artefacto que se cruz¨® en el camino del Bridgeton.
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