Carne de gallina

En esta vida, uno tiene momentos en que, de la ira, se le erizan los cabellos, y otros en que, del entusiasmo, se le pone la carne de gallina. El cin¨¦filo vivi¨® ambas circunstancias a prop¨®sito del pase televisivo, hace a?os, poco despu¨¦s de la muerte de su autor, King Vidor, de El gran desfile. El gran desfile, claro est¨¢, le emocion¨®, pues se trata de una de las grandes obras del cine, sin l¨ªmites de nacionalidad, tema o ¨¦poca. Y poco despu¨¦s, la noticia de las innumerables cartas de protesta o llamadas telef¨®nicas del respetable, quej¨¢ndose de la emisi¨®n de una pel¨ªcula muda y en blanco y negro, le irrit¨®.El gran desfile debe ser vista y disfrutada s¨®lo por aquellos que a¨²n crean en el cine como arte, en el cine como expresi¨®n suprema de las contradicciones del ser humano; para todos aquellos, en fin, que a¨²n tengan la necesidad de contemplar una historia tierna, dura y tr¨¢gica como la vida misma. El gran desfile es cine b¨¦lico, el mejor, y mucho m¨¢s que cine b¨¦lico. Vidor nos cuenta una historia de amor imposible (aunque un l¨ªrico happy end lo haga posible) entre un combatiente norteamericano y una joven francesa, bella e ingenua. No evidencia pudor ni en mostrar los momentos m¨¢s descarnados de la contienda, ni tocando la fibra sentimental del romance de los protagonistas.