Ana y su salto human¨ªstico
Con la fuente de los ba?os de Diana de fondo y una Luna en cuarto creciente asomando sobre los pl¨¢tanos, la gala se desarroll¨® sin demasiada brillantez hasta la aparici¨®n de Ana Laguna, una de las antiguas disc¨ªpulas de Mar¨ªa de Avila que ha descollado hasta un estrellato particular.El prop¨®sito del espect¨¢culo era encomiable: mostrar el que hacer local en diferentes campos de la danza, pero la plantilla no era lo suficientemente representativa, y s¨®lo cuando la zaragozana radicada en Suecia comenz¨® a danzar se vio justificado el desplazamiento hasta los reales sitios.
Ana es una bailarina excepcional que est¨¢ justo en el centro de su madurez. Ojal¨¢ se la pudiera ver m¨¢s a menudo en Espa?a. Su baile est¨¢ lleno de una human¨ªstica que desborda la danza misma. Su t¨¦cnica, a prueba de fuego, se muestra siempre segura, din¨¢mica, elocuente para decir algo profundo. Es un baile verdadero y emocionante que encuentra una salida virtuosa en los fragmentos creados por Mats Ek expresamente para ella, aunque el segundo, limitado al adagio del paso a dos de Giselle, supo a poco tras la brusca interrupci¨®n final. El sonido dej¨® bastante que desear, y las luces, in¨²tilmente coloristas, tampoco resaltaron el quehacer de los bailarines.
Gala de estrellas
Granada: Alb¨¦niz/Fuente; Mu?ecos: Egues/M¨¦ndez; Romance: canciones sefard¨ªes/Berriel; Los errantes:Glass/Ek; Asturias: Alb¨¦niz/Fuente; Cascanueces, Grand pas de deux: Chaicovski/Barra; Tercero A: Verdi/ Lurie/Berriel; Don Quijote: Minkus/ Petipa; Giselle, Pas de deux: Adam/Ek. La Granja, Segovia, 3 de agosto.
Puntas ca¨ªdas
El escenario, construido con suelo met¨¢lico bajo el tapiz, conspir¨® contra las puntas de todas las bailarinas que iban calzadas, de modo tal que se contabilizaron varios tobillos escalofriantemente doblados por mor de la superficie poco amortiguante y resbaladiza.Las creaciones de Berriel est¨¢n poco terminadas, llenas de efectismos f¨¢ciles, y s¨®lo salvadas por el casi agresivo baile de Julia Olmedo, no exento de detalles l¨ªricos. Las parejas del Ballet del Teatro L¨ªrico Nacional tuvieron una discreta participaci¨®n, primero en el descafeinado paso a dos de Cascanueces, luego en una versi¨®n de Mu?ecos que cada vez tiene menos que ver con el original de M¨¦ndez, y en el Don Qujote de Arg¨¹elles y Castilla, el otro momento de altura balletistica que s¨®lo vibr¨® en los correctos fouettes de la primera.
Hab¨ªa cierta expectaci¨®n por el regreso esc¨¦nico de Luis Fuente. Ingrato reingreso en las tablas el suyo, y era preferible recordarle anta?o virtuoso que hoy limitado y manierista. El tiempo no perdona, y en danza menos. El salto de Ana, sin embargo, se hizo tan eterno como las volutas rampantes de la fuente.
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