Elvis Presley, el icono norteamericano
Se cumplen los 10 a?os de la muerte del rey del 'rock and roll'
Memphis, la ciudad del Estado de Tennessee que vio crecer a Elvis Presley, conmemora estos d¨ªas el d¨¦cimo aniversario de su muerte. La semana de Elvis concluy¨® ayer con una multitudinaria marcha nocturna con velas hasta Graceland, su famosa mansi¨®n, donde yacen el cantante y sus padres.
Simult¨¢neamente a estos actos se publican en Estados Unidos varias antolog¨ªas discogr¨¢ficas y libros sobre el artista desaparecido. En Espa?a se acaba de reeditar una gran parte de su discograf¨ªa, y Televisi¨®n Espa?ola emite el lunes 17, dentro del espacio Documentos TV, un reportaje sobre el personaje.
Ir a Graceland
"Voy a Graceland / por razones que no puedo explicar, / hay una parte de m¨ª que quiere ver Graceland". En su ¨²ltimo disco, Paul Simon se presenta como uno de los muchos peregrinos que viajan hasta la mansi¨®n de Elvis Presley en Memphis, ahora transformada en el santuario m¨¢s despampanante del mundo. Paul Simon es un neoyorquino de origen jud¨ªo y condici¨®n intelectual, todo lo contrario del difunto -sure?o, primario, sensualista-, pero intuye que all¨ª, en el Lourdes de Memphis, puede descubrir las claves arcanas de esa Am¨¦rica profunda que ha elevado a Elvis a la categor¨ªa de s¨ªmbolo nacional. Un fervor que va m¨¢s all¨¢ del t¨ªtulo de padre del rock and roll que Elvis gan¨® inadvertidamente en el verano de 1954, cuando estaba tonteando en los estudios de grabaci¨®n del sello Sun. Fue precisamente all¨ª donde registr¨® That's all right mama y otros 15 temas que combinaban m¨¢gicamente las esencias de la m¨²sica de su regi¨®n: el impulso carnal del blues, el sentimentalismo del country, el fervor del gospel de las iglesias.
Fuera de Estados Unidos, Elvis es el cantante felino que ech¨® a rodar la bola que se convertir¨ªa finalmente en la turbulenta avalancha del rock actual. Sin embargo, sus compatriotas prefieren evocarle como el paradigma del sue?o americano, la materializaci¨®n de los mitos fundamentales que dan coherencia a una sociedad vol¨¢til.
Hijo de la 'basura blanca'
Elvis Presley es un irreprochable arquetipo de estrella. Tiene un origen humild¨ªsimo (sus padres formaban parte de la white trash, la basura blanca que se sit¨²a en el escalaf¨®n social sure?o unos pocos palmos por encima de los descendientes de los esclavos negros), pero le redime haber nacido en una familia decente y trabajadora, de la que nunca reneg¨®. Elvis fue un chico de educaci¨®n m¨ªnima que se gan¨® los primeros d¨®lares como pudo (acomodador de cine, conductor de camionetas). Un muchacho modoso y enmadrado, cuyas ¨²nicas extravagancias eran las ropas y peinados, que ansiaba convertirse en ¨ªdolo de Hollywood o en cantante mel¨®dico.
Y junto a toda esta normalidad, el regalo de los dioses, el don intangible que le distingue: tiene una voz poderosa, lubricidad esc¨¦nica, adaptabilidad a diversos g¨¦neros... y carisma, ingrediente angelical y diab¨®lico que magnetiza a los que entran en contacto con ¨¦l, aunque s¨®lo sea a trav¨¦s de los surcos.
Tampoco falta en su biograf¨ªa el elemento de lucha, los a?os de atracci¨®n menor en el circuito del counay hasta que una compa?¨ªa fuerte decide lanzarle en toda regla a finales de 1955. Y la in¨²til oposici¨®n de los cancerberos de la moral y el buen gusto, sensatos ciudadanos de Nueva York que no aceptan que un inculto vocalista de Tennessee pueda fascinar a los adolescentes de toda la naci¨®n. Pero no es un corruptor de menores: hay que entender el Sur para apreciar que all¨ª es natural esa convivencia entre lo dionisiaco y lo religioso, frenes¨ª interno y barniz modoso.
Cuando Elvis triunfa masivamente, no traiciona sus or¨ªgenespodr¨ªa instalarse en la California dorada, pero echa ra¨ªces en Memphis, donde es posible verle rodeado de sus amigos. No reh¨²ye el contacto con la gente de la calle y se hacen leyenda sus generosos regalos a completos desconocidos. Como artista afortunado, exhibe su riqueza y privilegios, pero sigue siendo un sure?o m¨¢s, con los pies en su tierra, dispuesto a facilitar la felicidad de sus familiares y conocidos.
El rey tambi¨¦n sufre
El rey lo tiene todo, pero tambi¨¦n sufre. Aguanta el golpe de la muerte de mam¨¢ Gladys con el uniforme de recluta. Cumple con su servicio militar (tal vez de no muy buen grado, pero eso queda en su c¨ªrculo de ¨ªntimos) en primera fila del sistema de contenci¨®n de la amenaza sovi¨¦tica, alcanzando en 1960 el grado de sargento en una base al norte deFrancfort. Un patriota. Y un caballero: en la Rep¨²blica Federal de Alemania conoce a Priscilla Beaulieu, de 14 a?os, hija adoptiva de un capit¨¢n de la fuerza a¨¦rea. Ha tenido en sus manos infinidad de mujeres famosas y desconocidas, pero se inclina por esta rosa blanca. Como un patriarca, se hace cargo de su educaci¨®n y la mantiene intacta hasta su boda, en 1967. La d¨¦cada de los sesenta le aparca como reliquia poco relevante. Los Beatles le visitan respetuosamente en 1965, pero no logran su aprobaci¨®n. La agitaci¨®n del hippismo le resulta incomprensible e intolerable, como al resto de la mayor¨ªa silenciosa. Hasta que a finales de 1968 la ira y el aburrimiento le impulsan a abandonar su letargo.
Un explosivo especial de televisi¨®n -patrocinado por una empresa de m¨¢quinas de coser- y una serie de incisivos discos le encarrilan. Reaparece en directo en Las Vegas. En el jard¨ªn del ed¨¦n norteamericano, la ciudad sin noche, se reencuentra con su p¨²blico fiel: los teenagers de los cincuenta han acumulado grasas e hipotecas, pero enloquecen ante su presencia, se reconocen en su lujo hortera y su repertorio convencional.
'Muerte natural'
El resto es vuelo en picado. Priscilla le abandona por su instructor de karate. Viaja inopinadamente a Washington, present¨¢ndose en la Casa Blanca a sermonear a Richard Nixon sobre el contenido subversivo del rock moderno; en el FBI rechazan fr¨ªamente su oferta de convertirse en agente especial antinarc¨®ticos. Sus actuaciones se convierten en rutina: le delatan su obesidad, las deterioradas cuerdas vocales malamente reforzadas por su coro, el vulgar tratamiento de sus canciones. Hasta se resquebraja la coraza protectora de la mafia de Memphis: tres antiguos compinches levantan la veda sobre su vida secreta con un libro de revelaciones. Sus excesos alimentan el circuito de rumores: un avispado vidente de Filadelfia anuncia su pr¨®xima muerte. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, el 16 de agosto de 1977, su novia le encuentra ca¨ªdo de bruces en un cuarto de ba?o de Graceland. Tiene 42 a?os, 100 kilogramos de peso y 14 drogas peligrosas en su organismo. Piadosos conservadores de su reputaci¨®n, los m¨¦dicos forenses hablan de "muerte natural".
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