Bajar hasta el 3% la inflaci¨®n y elevar el PIB casi al 4%, objetivos que el Gobierno someter¨¢ a concertaci¨®n
El ¨²ltimo informe semestral del Banco de Espa?a, que prev¨¦ un 4%, de crecimiento econ¨®mico en 1987, ha reforzado el optimismo de los encargados de la planificaci¨®n. En el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda hay quienes todav¨ªa no se lo creen. Varias semanas despu¨¦s de conocerse la conclusi¨®n del banco emisor, la Direcci¨®n General de Previsi¨®n y Coyuntura acaba de publicar un amplio trabajo en el que insiste en el 3%, lo mismo que varios organismos internacionales. Es el caso de la OCDE (Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico), que para 1988 vaticina a la econom¨ªa espa?ola un aumento superior en medio punto al promedio de sus 24 pa¨ªses miembros, aunque apenas del 2,7%. Pero los encargados de elaborar los objetivos que estudiar¨¢ el Gobierno se resisten a no aspirar a un marco m¨¢s favorable para el empleo.
Seg¨²n fuentes de la Secretar¨ªa de Estado de Econom¨ªa y Planificaci¨®n, las ¨²ltimas noticias sobre la coyuntura permiten dise?ar unos objetivos m¨¢s expansivos y atentos a satisfacer al mismo tiempo las posiciones de empresarios y sindicatos que los concebidos hace unos meses, cuando se descartaba que el producto interior bruto (PIB) creciera m¨¢s de 3% en 1987 y 1988.
Nuevas metas
Los escenarios macroecon¨®mico; para el per¨ªodo 1988-1990, seg¨²n las mismas fuentes, estar¨¢n listos a principios de septiembre, con el fin de que sirvan de referencia en la elaboraci¨®n de. proyecto de Presupuestos del Estado y puedan ser presentados entonces a las conversaciones para la concertaci¨®n social. En la primera fase de ¨¦stas (las reuniones convocadas por el presidente de Gobierno el 16 y 21 de julio), el Ejecutivo carec¨ªa de estos escenarios y se limit¨® a esbozar los pesibles contenidos de la negociaci¨®n para fijarse tres grandes objetivos gen¨¦ricos: aumentar la ocupaci¨®n, incrementar la pol¨ªtica social y lograr un sistema m¨¢s eficaz y competitivo. Las metas ser¨¢n crecer entre el 3,5% y el 4% y reducir la inflacion al 3%, la tasa de los pa¨ªses industrializados, por primera vez desde 1970. Ambas se consideran posibles y necesarias para afrontar a la vez objetivos que en otro tiempo parec¨ªan incompatibles: crear empleo, elevar las expcrtaciones, lograr un aumento de la productividad que permita la subida de los salarlos reales y reducir el d¨¦ficit p¨²blico sin que el o impida mejorar los bienes scciales prioritarios (educaci¨®n, sanidad, justicia, creaci¨®n de infraestructuras, etc¨¦tera) ni aliviar unas cuotas a la Seguridad Social que frenan las exportaciones y el empleo.
Como se parte de que la econom¨ªa mundial seguir¨¢ estancada, el principal reto ser¨¢ aumentar las exportaciones totales m¨¢s del 6% (1 % y 3% en 1986 y 1987), y desacelerar las importaciones hasta tasas inferiores al 10% (15 % en 1986, quiz¨¢ 13% en 1987). As¨ª se tender¨¢ a reducir al m¨ªnimo el efecto negativo que ha tenido el sector exterior sobre el crecimiento econ¨®mico, evaluado en casi tres puntos para 1986 y punto y medio en 1987.
Esta pretensi¨®n se juzga ambiciosa e imposible de alcanzar sin acompa?arla de medidas en una doble direcci¨®n. Por un lado, mejorar la competitividad de las exportaciones: moderaci¨®n de costes, fomento directo e inversiones que las apoyen, tipos de cambio adecuados... Por otro: frenar la propensi¨®n a importar productos extranjeros, que se ha duplicado desde la entrada de Espa?a en la CE. Esto se presenta dif¨ªcil porque la elasticidad de las importaciones viene causada por una recuperaci¨®n de las inversiones y del consumo privado que intentar¨¢n ser mantenidas, a la vez que por un desarme arancelario que habr¨¢ de continuar (va un 22,5% de reducci¨®n, y hasta 1989 habr¨¢ otro 30%). Frente a este problema se proyecta interponer las ganancias de competividad y, en lo que afecta al sector p¨²blico, la prioridad a las inversiones con alto valor a?adido interno, como la mejora de las infraestructuras viarias y de las comunicaciones y la intensificaci¨®n de los regad¨ªos.
Por ello, el n¨²cleo de la pol¨ªtica econ¨®mica seguir¨¢ centrado en reducir la inflaci¨®n hasta el 3%. Como a nivel internaciona4 se ha iniciado un rebrote, auspiciado por los precios del petr¨®leo y la menor ca¨ªda del d¨®lar, se pedir¨¢ la moderaci¨®n de salarios nominales (los salarios reales tienen un margen de hasta dos puntos por encima del 3% en la medida en que mejore la productividad y el empleo sin afectar a los excedentes empresariales). Tambi¨¦n se intentar¨¢ la reducci¨®n de costes financieros mediante una pol¨ªtica monetaria que favorezca el aumento de la actividad econ¨®mica sin poner en peligro el objetivo de inflaci¨®n. De ah¨ª que se considere tambi¨¦n prioritaria una reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico m¨¢s decidida que en 1987.
Hay voces en la Administraci¨®n despreocupadas por el nivel del d¨¦ficit siempre y cuando ¨¦ste sirva para, alentar la creaci¨®n de empleo y el crecimiento econ¨®mico. Pero fuentes Econom¨ªa insisten en que los grandes n¨²meros del proyecto de Presupuestos ser¨¢n concretadas precisamente a partir de un an¨¢lisis minucioso de las posibilidades de avanzar en la reducci¨®n del d¨¦ficit. Incluso las primeras aproximaciones del proyecto de Presupuestos realizado a partir de las solicitudes de cada departamento -3% o 4% de aumento salarial en el sector p¨²blico y 5% e 6% de aumento medio de las pensiones- est¨¢n todav¨ªa condicionadas al objetivo de d¨¦ficit.
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