Angola, un ni?o que no echa a andar
12 a?os despu¨¦s de la independencia, la guerra y la mala gesti¨®n impiden el desarrollo
Dicen en Luanda: "Cuando nacen, los ni?os s¨®lo pueden sobrevivir gracias a los cuidados de los padres; luego les empiezan a salir los dientes y comienzan a gatear; al cabo de un tiempo se ponen en pie y echan a andar por s¨ª mismos, pero Angola ha cumplido ya 12 a?os de independencia y todav¨ªa ni siquiera gatea". La decepci¨®n ha cundido en muchos sectores angole?os ante el fallido despegue de una econom¨ªa que, parad¨®jicamente, cuenta con enormes recursos. La culpa, afirma el Gobierno, la tiene la guerra. Pero los propios dirigentes angole?os no ocultan la incidencia que la mala gesti¨®n y la corrupci¨®n han tenido en el desastre. Una organizaci¨®n humanitaria en EE UU ha advertido esta semana que s¨®lo el r¨¢pido env¨ªo de unas 200.000 toneladas de alimentos puede salvar al pa¨ªs del hambre.
"Cuando la guerra con Sur¨¢frica termine, Angola podr¨¢ echar a andar", afirma el ministro de Informaci¨®n, Paulino Pintu Jo?o. Los efectos devastadores de la guerra, que no cesa en Angola desde hace 20 a?os, son innegables. Primero fue la larga lucha por la liberaci¨®n contra los colonizadores portugueses, y luego, la rebeld¨ªa de los bandidos de la Uni¨®n Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) -apoyados por EE UU, el vecino Zaire y Sur¨¢frica- y los ataques que Pretoria se encarga de hacer desde el territorio namibio. "La infiltraci¨®n de bandas armadas surafricanas en nuestro territorio no es ret¨®rica ni imaginaci¨®n", subraya el ministro de Informaci¨®n, Paulino Pintu Jo?o. "S¨®lo los sabotajes que Sur¨¢frica ha efectuado contra los pozos de petr¨®leo le han costado a Angola 200 millones de d¨®lares -unos 24.000 millones de pesetas-", a?ade el ministro.
La estrategia de Sur¨¢frica y UNITA tiene como blanco los objetivos econ¨®micos: las l¨ªneas de ferrocarril, las carreteras, las minas de diamantes, las plantaciones de caf¨¦... Adem¨¢s, el esfuerzo de guerra se lleva un 60% del menguado presupuesto nacional.
Atacar la agricultura
Savimbi, aseguran los diplom¨¢ticos occidentales en Luanda, aparte su sede en Jamba, no domina grandes extensiones. Pero las incursiones de los guerrilleros siguen obligando a los campesinos a abandonar sus tierras en busca de la protecci¨®n de las ciudades. El resultado son 250.000 refugiados angole?os y el hambre en un pa¨ªs en el que la agricultura era una floreciente activadad en la ¨¦poca colonial. Entonces, por ejemplo, Angola era el cuarto productor mundial de caf¨¦. La guerra, la sequ¨ªa y la ca¨ªda del precio del petr¨®leo el pasado a?o obligaron a los angole?os a apretarse todav¨ªa m¨¢s, si cabe, el cintur¨®n. Pero la culpa no siempre la tiene el exterior: un error de c¨¢lculo del Gobierno agrav¨® la crisis al obligarle a la venta de las reservas del petr¨®leo -que suministra el 85% de las divisas del pa¨ªs- en el momento en que su precio alcanz¨® el m¨ªnimo, es decir, seis d¨®lares por barril, frente a los 12 d¨®lares que ya vale hoy.
La mala gesti¨®n, el desarrollo de pol¨ªticas equivocadas y los desv¨ªos de la producci¨®n angole?a, en teor¨ªa sometidos al control estatal, son tan evidentes que han obligado a los dirigentes del marxista Movimiento Popular para la Liberaci¨®n de Angola (MPLA, partido ¨²nico en este pa¨ªs) a entonar un. t¨ªmido mea culpa con la destituci¨®n de los responsables del comercio interior y exterior.
Tambi¨¦n ha habido un intento de hacer limpieza para desmantelar la red de contrabando, que oblig¨® a cerrar durante alg¨²n tiempo las minas de diamantes. Un esc¨¢ndalo que salpic¨® a UNITA -que adem¨¢s de los diamantes contribu¨ªa a la financiaci¨®n de su armamento con la explotaci¨®n ilegal de la madera- y a personalidades pol¨ªticas y militares angole?as.
La hora de los pragm¨¢ticos
Aparte estos gestos, la situaci¨®n ha dado pie a una pol¨¦mica entre ortodoxos y pragm¨¢ticos que consideran necesario imprimir flexibilidad a la f¨¦rrea pol¨ªtica econ¨®mica del pa¨ªs y modificar sus estrategias para, por ejemplo, estimular los sectores agr¨ªcolas. "Los ideales no est¨¢n para malograr los intereses del pueblo, y si nuestro pa¨ªs necesita divisas y EE UU paga, es absurdo hacerle ascos", afirma un alto funcionario angole?o. Es as¨ª como Angola tiene en EE UU a su primer socio economico, sin que ello ataque su fe marxista y antlimperialista. El llenar el cesto de la compra, sin embargo, sigue siendo el gran reto cotidiano del ama de casa angole?a. Las tiendas del Estado exhiben puntualmente estantes vac¨ªos, y hay que recurrir al mercado negro, accesible s¨®lo a los m¨¢s acomodados: all¨ª un kilo de harina cuesta unos 3.000 kuanzas; el sueldo m¨ªnimo de un angole?o es de unos 7.000 kuanzas.
La falta de previsi¨®n alcanza todos los cap¨ªtulos de la vida cotidiana, entre ellos el de la asistencia sanitaria. En uno de los principales hospitales de Luanda, un reciente brote epid¨¦mico sorprendi¨® al personal sin vacunas en el dispensario. Acababan, sin embargo, de solventar el problema del suero, que hab¨ªa faltado durante seis meses. "Todos estos apuros se podr¨ªan resolver simplemente con una petici¨®n a tiempo a la Organizaci¨®n Mundial de la Salud", explica una enfermera mientras avanza por los pasillos del centro.
Las ventanas, llenas de telara?as y mugre, est¨¢n sin cristales. En la sala de reanimaci¨®n de operaciones, hay 29 camas al cuidado de un s¨®lo m¨¦dico y dos enfermeros. "Desde que se fueron los portugueses, aqu¨ª, como en otras partes de la Administraci¨®n, el pa¨ªs lucha contra la falta de personal cualificado", comenta la mujer. A falta de s¨¢banas, entre el skay de las colchonetas y el cuerpo de los enfermos s¨®lo hay un pl¨¢stico del tipo del de las bolsas para la basura de nuestros hogares. "Este hospital", afirma la enfermera, "es la fotograf¨ªa de los males de Angola".
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