El apuntador
Nuncio / Frascuelo, Galindo, S¨¢nchez CuberoJOAQUIN VIDAL Toreaba en redondo S¨¢nchez Cubero, muy bien por cierto, y ten¨ªa apuntador. En realidad ten¨ªa apuntadores. Es un nuevo oficio que hay en la fiesta, a¨²n no remunerado, pero lo ser¨¢.
Los banderilleros, que generalmente ejercen su funci¨®n al desgaire, se han atribuido, de complemento, la de apuntador, y no paran de gritarle consejos, a veces ¨®rdenes, al jefe de su cuadrilla, cuando este hombre intenta dominar un toro y no tiene las meninges para ruidos. Hasta ahora no pagan pluses por eso, pero ya veremos qu¨¦ ocurre cuando los paguen, porque los apuntadores se van a convertir en Castelares, si el sueldo es a tanto la palabra.
Cinco toros de Branco Nuncio y quinto, sobrero, de hermanos Santamar¨ªa, bien presentados
Frascuelo: pinchazo hondo trasero, rueda de peones y descabello (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda); pinchazo y estocada corta (silencio). Fernando Galindo: estocada corta ladeada perpendicular y cuatro descabellos (silencio); media delantera perpendicular y cuatro descabellos (divisi¨®n y saluda). S¨¢nchez Cubero: dos pinchazos y bajonazo (ovaci¨®n y salida al tercio). Estocada (dos vueltas). Plaza de Las Ventas, 16 de agosto.
En el toreo contempor¨¢neo ya hay un banderillero-Castelar: Rafael Corbelle. Es el precursor y nadie le puede quitar esa gloria. Sin embargo puede que sus disc¨ªpulos le quiten la palabra, pues proliferan y adem¨¢s son su versi¨®n corregida y aumentada. Pablo C¨®rdoba y Jos¨¦ Castilla, dos entre much¨ªsimos, desde tablas le voceaban a su jefe S¨¢nchez Cubero: "?T¨®cale!", y su jefe S¨¢nchez Cubero le tocaba. Al toro.
Aclaremos que no era que le diese un sobo; se trata del neologismo-clave en la jerga de los banderilleros-Castelares, representativo de la tauromaquia de alpargata que se lleva: tocar -con el pico de la muleta- al pit¨®n contrario. Si S¨¢nchez Cubero les hubiese tocado menos a sus nobles toros, habr¨ªa triunfado m¨¢s; y el redondo bueno, que instrumentaba bien trazado y dibujado -y bien ligado con el de pecho-, le habr¨ªa salido excelente. Conoce el arte de torear S¨¢nchez Cubero, sin necesidad de apuntadores, y no hizo falta que le aconsejaran los ayudados y pases de la firma de finales de faena, ep¨ªlogos de buena escuela, que le salieron torer¨ªsimos.
Toros boyantes
Otro tanto puede decirse de Fernando Galindo, apuntado torero que tocar, tocaba lo suyo -porque se lo gritaron o porque le sal¨ªa del alma-, mientras no se atrevi¨® a dar la distancia, a cruzarse, a consentir y ligar pases con dos toros boyantes.
Desentrenado, seguramente desconfiado tambi¨¦n como l¨®gica consecuencia, Galindo toreaba con la muleta atr¨¢s, ahogando las embestidas, cortando las tandas, en tanto los apuntadores de la cuadrilla le chillaban cosas, cada cual lo que se le ocurr¨ªa. Y cuando, al final de la segunda faena, tore¨® para ¨¦l y sin apuntador, cuaj¨® los muletazos mejores, a dos manos, arqueando la pierna a modo de eje de la suerte, obligando al toro a humillar y perseguir el se?uelo en un caracoleo que lo ahorm¨®.
El toro m¨¢s importante de la tarde, peliagudamente astifino y con casta agresiva, le correspondi¨® a Frascuelo que, en justa correspondencia, hizo tambi¨¦n la faena m¨¢s meritoria de la tarde, embarcando en redondo la fuerte embestida. El cuarto era un reserv¨®n que desarrollaba sentido y lo ali?¨®, sin necesidad de apuntador ni nada. A Frascuelo, los apuntes, que se los den mecanografiados y a doble espacio. Frascuelo, reaparecido ayer en Madrid -sin fortuna- cinco a?os despu¨¦s de la ¨²ltima. a¨²n puede tener sitio en esto del toro. Ap¨²ntese.
Uno que necesita apuntador es el presidente, pues no se entera. El apuntador le susurrar¨¢ que ordene la sustituci¨®n de percherones, como los de ayer, inservibles para la lidia, que no avanzan ni a palos y que reculan cuando barruntan al funo. Le vocear¨¢ en la oreja -por si durmi¨®se- que, fijado el toro, ha de sacar el pa?uelo inmediatamente para que intervengan los picadores y no esperar a las tantas. Se ha ganado un minuto cambiando el acceso de los picadores al ruedo y el presidente pierde cinco o m¨¢s en la singular contemplaci¨®n del toro correteando loquillo y las cuadrillas peg¨¢ndole capotazos sin sentido. Es un apunte de lo que hay; s¨®lo un apunte, la verdad.
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