El Gobierno argentino busca con desesperaci¨®n un acuerdo social
La brusca reca¨ªda de la situaci¨®n econ¨®mica y social argentina -que podr¨ªa medirse, por ejemplo, en las tres huelgas de gremios importantes que se cumplen cada d¨ªa, el ¨ªndice creciente de la inflaci¨®n, el m¨ªnimo aumento de salarlos (inferior en un 40% a la subida de los precios) o el descenso a la mitad del super¨¢vit en la balanza comercial- ha obligado al Partido Radical, en el Gobierno, a buscar casi con desesperaci¨®n "el necesario acuerlo social y pol¨ªtico" para consolilar el sistema, tal como lo define el presidente, Ra¨²l Alfons¨ªn.
Pero esa coincidencia, que se ¨¢sinu¨® a comienzos del a?o en las relaciones del Gobierno y los sindicatos, cuando Alfons¨ªn nombr¨® ministro de Trabajo al dirigente gremial peronista Carlos Alderete, parece nuevamente a punto de fracasar. El llamado "paquete de leyes laborales", impuesto como condici¨®n por los sindicalistas para reemplazar a la legislaci¨®n que reg¨ªa durante la dictadura, todav¨ªa no fue aprobado por el Congreso.
Despu¨¦s de ser votado favorablemente en la C¨¢mara de los Diputados, la intensa presi¨®n de todos los empresarios, reunidos por primera vez para enfrentar al Gobierno y a los sindicatos, detuvo los proyectos de leyes en el Senado. El debate en esa C¨¢mara fue postergado hasta despu¨¦s de las elecciones parlamentarias del 6 de septiembre.
Liberalizaci¨®n salarial
Alfons¨ªn no firm¨® tampoco el decreto que iba a autorizar por fin la discusi¨®n libre de salarios y condiciones de trabajo, y les asegur¨® a los empresarios que vetar¨ªa los art¨ªculos conflictivos. Seg¨²n ellos, las leyes "otorgan demasiado poder en las empresas y f¨¢bricas a las comisiones internas de trabajadores, y atentan contra la inversi¨®n y la producci¨®n". En realidad, la disputa no hace m¨¢s que poner en marcha los mecanismos reflejos de una clase empresarial hist¨®ricamente especuladora y poco comprometida con la democracia. Estas nuevas leyes laborales que ahora pretenden modificar no son comparables siquiera a las de pa¨ªses desarrollados, ni a las que el Parlamento argentino aprob¨® en 1974, cuando el pa¨ªs atraves¨® entonces otro breve per¨ªodo democr¨¢tico.
La otra punta del acuerdo que busca Alfons¨ªn se demor¨® por ahora hasta despu¨¦s de las elecciones del 6 de septiembre. Pero la campa?a electoral transcurre con una calma notable. Resulta evidente que los dirigentes radicales y peronistas evitan lanzarse con los tradicionales agravios, Y admiten en cambio la necesidad de la cooperaci¨®n cualquiera que sea el resultado en las urnas.
Profundos cambios
Alfons¨ªn anticip¨® a los l¨ªderes de la llamada "renovaci¨®n peronista" -que han conquistado al fin su partido y mantienen una buena relaci¨®n con la nueva generaci¨®n de dirigentes sindicales una serie de medidas que indican "profundos cambios" en la gesti¨®n pol¨ªtica de su Gobierno. El presidente argentino, que aspira a la reforma constitucional y a su reelecci¨®n como primer ministro, sabe que tras estas elecciones empieza la cuenta regresiva hacia las generales de 1989, donde se decide su estino.
La deuda externa y la alianza t¨¢ctica de la ultraderecha civil, militar, econ¨®mica y eclesi¨¢stica son los brazos y manos que ahogan sus aires de libertad.
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