Unamuno en 1906
Por las razones que dir¨¦, pienso que el a?o 1906 fue decisivo en el curso de las actitudes de don Miguel de Unamuno ante la vida y la historia de Espa?a; del modo m¨¢s patente salen en ¨¦l a la luz p¨²blica los motivos principales del problema de Espa?a, tal como lo vivi¨® Unamuno. ?l, en consecuencia, va a ser la ventana por la cual contemplar¨¦ lo que para Unamuno fue su patria.Durante el bienio 1905-1906, los siguientes hechos y sucesos configuran la vida pol¨ªtica y social de Espa?a: descomposici¨®n del partido liberal, entonces en el poder; cinco Gobiernos sucesivos (Montero R¨ªos, Moret, L¨®pez Dom¨ªnguez, otra vez Moret, Vega de Armijo); catalanismo en auge; el nacionalismo vasco comienza a hacerse notar; boda real y bomba en la calle Mayor; discusi¨®n parlamentaria de la llamada ley de Jurisdicciones; agitaci¨®n obrera: huelga general en Bilbao e intervenci¨®n real para resolverla; hambre en Andaluc¨ªa y los reportajes de Azor¨ªn sobre ella que dar¨¢n lugar a su libro La Andaluc¨ªa tr¨¢gica; asalto militar a la redacci¨®n del Cu-cut; agitaci¨®n en el mundo intelectual -comienza a hablarse de "los intelectuales"- y manifiesto contra Echegaray; aparecen Abc y Espa?a Nueva y se constituye el trust period¨ªstico de El Imparcial, El Liberal y El Heraldo de Madrid...
Dentro de ese mundo pol¨ªtico, social e intelectual vive, piensa y siente don Miguel de Unamuno, que en 1905 cumple 42 a?os. Unos dolores anginosos le preocupan y hasta le llevan a escribir, en la Noche Vieja de 1906, "...y ello es como si en torno a m¨ª rondase / cautelosa la muerte".
No fue as¨ª. Pese a sus temores y aprensiones, Unamuno se encuentra en su plenitud vital. Intelectual y cordialmente -ya normalizada y unamunizada su vida, tras la violenta crisis religiosa de 1897-, esos a?os est¨¢n entre Vida de Don Quijote y Sancho y Del sentimiento tr¨¢gico de la vida. Y en su biograf¨ªa de espa?ol, a lo largo de ellos culmina su intervenci¨®n en la vida p¨²blica espa?ola.
Se lo exige, piensa y siente ¨¦l, la realidad misma de su patria, y muy principalmente el temor a la intervenci¨®n de los militares en la pol¨ªtica. Toda una serie de sucesos determinan esa viva preocupaci¨®n de Unamuno: las revueltas de Salamanca para que la Universidad ceda al Ej¨¦rcito ciertos edificios ("?M¨¢s cuarteles!", gritan los salmantinos); el antes mencionado asalto de los militares de Barcelona al semanario catalanista Cu-cut, y la contrapuesta reacci¨®n que ese hecho suscita en el resto de Espa?a, de solidaridad en algunos, de protesta entre los obreros de Alcoy; el proyecto de una ley de Jurisdicciones, que atribuye al Ej¨¦rcito la sanci¨®n de los "delitos contra la patria". Dos cartas suyas de diciembre de 1905, una a Giner de los R¨ªos y otra a Luis de Zulueta, expresan su honda preocupaci¨®n por lo que sucede y la conciencia de su responsabilidad como espa?ol y como escritor.
Se lo piden, por otra parte, los j¨®venes y los menos j¨®venes. "M¨¢ndenos", le dice Zulueta. Y buscando tanto su adhesi¨®n como su capitan¨ªa, en ¨¦l porten los ojos los intelectuales que en Madrid est¨¢n preparando un manifiesto contra la concesi¨®n del Premio Nobel a Echegaray. No s¨®lo contra la literatura del dramaturgo de Mancha que limpia y El gran galeoto quieren protestar, tambi¨¦n contra los pol¨ªticos que -dir¨¢ el manifiesto- "representan una Espa?a pasada, muerta, convencida por los prejuicios y las supercher¨ªas, salteada por los caciques...". Van a firmarlo, con Unamuno, Rub¨¦n Dar¨ªo, Maeztu, Azor¨ªn, Baroja, Valle-Incl¨¢n, varios m¨¢s.
Esa exigente atenci¨®n hacia la figura de Unamuno no cobrar¨¢ cuerpo en una invitaci¨®n formal. Movidos por Azor¨ªn, decenas y docenas de escritores y artistas, -Gald¨®s, do?a Emilia Pardo Baz¨¢n, Azc¨¢rate, Melquiades ?lvarez, Julio Camba, Manuel y Antonio Machado, Rusi?ol, Ricardo y P¨ªo Baroja, Eduardo Marquina, Ciger Aparicio, Amadeo Vives, Pijean, Ors, Zulueta e tutti quanti- piden a Unamuno que desde Salamanca viaje a la corte, y en Madrid pronuncie una conferencia-mitin sobre la situaci¨®n pol¨ªtica y social de Espa?a.
Unamuno acepta. Como universitario lo hab¨ªa hecho ya, en cierto modo, con su reciente intervenci¨®n en la II Asamblea Universitaria de Barcelona. Como escritor lo hace con sus tres ensayos La crisis actual del patriotismo espa?ol (diciembre de 1905), La patria y el ej¨¦rcito (febrero de 1906) y M¨¢s sobre la crisis del patriotismo espa?ol (escrito en febrero y publicado en marzo de 1906). S¨ª aceptar¨¢ la invitaci¨®n de Azor¨ªn y de quienes con ¨¦l la firman, responder¨¢ al proyecto de ley de Jurisdicciones y hablar¨¢ Sobre el estado actual de Espa?a, en el teatro de la Zarzuela.
Una cr¨®nica de Azor¨ªn y otra del jovenc¨ªsimo Ram¨®n G¨®mez de la Serna describen pintorescamente su llegada a Madrid, su descenso del tren, mezclado con los campesinos que compart¨ªan su vag¨®n, su ya personal atuendo, su ascenso por la cuesta de San Vicente hacia la calle de Leganitos. Y en otra cr¨®nica posterior, el acto del teatro de la Zarzuela.
Un rumor ha corrido ese d¨ªa por Madrid. ?Ha habido presiones gubernativas sobre el universitario Unamuno para recomendarle moderaci¨®n y prudencia? No. Ni las ha habido, ni, de haberlas, las hubiese ¨¦l aceptado. As¨ª se llega a la ma?ana del 27 de febrero. La expectaci¨®n es enorme. Millares de personas colman el teatro y se agolpan en sus inmediaciones. El general Luque, ministro de la Guerra, ha tomado sus precauciones: jefes de Estado Mayor, un auditor y varios taqu¨ªgrafos presenciaron el acto. Entre los asistentes -el todo Madrid intelectual y art¨ªstico, pol¨ªticos de varia condici¨®n, simples curiosos- est¨¢n el joven Jos¨¦ Ortega y Gasset y el m¨¢s joven Ram¨®n G¨®mez de la Serna. Presiden Junoy, Candamo, Morote, Azor¨ªn y el delegado gubernativo.
Unamuno comienza a hablar. Su oratoria, dicen las cr¨®nicas, es fluida, familiar, incisiva, insinuante, ir¨®nica unas veces, desde?osa otras, audaz en ocasiones; bien distinta de la que todav¨ªa triunfa en el Parlamento y en la propaganda pol¨ªtica. Pero no es esto lo que ahora importa, sino el contenido y las consecuencias del discurso.
Tanto ideol¨®gica como coyunturalmente, ese discurso y los tres ensayos antes mencionados constituyen una bien tratada unidad. Dos grandes temas se articulan, en ella: el patriotismo del Ej¨¦rcito y la proposici¨®n de una nueva idea de la patria y el patriotismo. No ser¨¢ tiempo perdido el empleado en exponer y glosar lo que sobre uno y otro dijo Unamuno.
Nota. Muchos de los datos consignados en este art¨ªculo proceden de Vida de don Miguel, de Emilio Salcedo, y de Intelectuales en crisis, de Cecilio Alonso. Conste aqu¨ª mi deuda con ellos.
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