Un pueblo estigmatizado por un cad¨¢ver
Wunsiedel, una peque?a e id¨ªlica ciudad de 10.000 habitantes en plenos bosques de Baviera (en el, sur de la Rep¨²blica Federal de Alemania), cerca de la frontera con Checoslovaquia y a 50 kil¨®metros de Bayreuth, la capital del fervor por la ¨®pera wagneriana. es un rec¨®ndito lugar en una de las regiones, por tradici¨®n, m¨¢s conservadoras de Alemania. S¨®lo era conocida hasta ahora fuera de sus confines por los veraneantes que acuden a estos bellos parajes y por los eruditos que saben que all¨ª naci¨® el poeta Jean Paul, uno de los m¨¢ximos representantes del romanticismo alem¨¢n. Pero desde el pasado lunes, Wunsiedel es una ciudad estigmatizada por un cad¨¢ver, el de Rudolf Hess, que reposar¨¢ el mi¨¦rcoles en su cementerio.Hess, ex lugarteniente de Hitler se quit¨® la vida el pasado lunes en la c¨¢rcel de Spandau, en Berl¨ªn, entre cuyos muros hab¨ªa permanecido los ¨²ltimos 41 a?os. Ahora va a ser enterrado en el pante¨®n de su familia, donde yacen sus padres, Fritz y Klara, su hermano Alfred, y un cu?ado, Erwin Rauch, comandante de una divisi¨®n de infanter¨ªa en la guerra que Hess, su ¨ªdolo Hitler, y sus muchos c¨®mplices iniciaron.
La tumba de Hess se halla a unos 200 metros de un monumento a "30 v¨ªctimas del fascismo", como reza la inscripci¨®n. Se trata de 30 jud¨ªos que murieron en Wunsiedel cuando eran transportados como reses hacia un campo de concentraci¨®n en el este de Europa.
El monumento a esas v¨ªctimas, cuya existencia ha pasado inadvertida hasta hoy a la mayor¨ªa de los habitantes de Wunsiedel, est¨¢ condenado a merecer atenciones infinitamente menores que las que ser¨¢n otorgadas a la l¨¢pida del ilustre verdugo.
El carisma de Hitler
Rubolf Hess no naci¨® en Wunsiedel, sino en Alejandr¨ªa, en Egipto, a donde su padre hab¨ªa emigrado con su familia. ?sta se hab¨ªa asentado en el pueblecito b¨¢varo a finales del siglo XVIII. Era una familia laboriosa que comenz¨® instalando un taller de zapater¨ªa y que en pocas generaciones hizo nombre y bienestar con el comercio. Sin embargo los Hess ten¨ªan apego a su tierra b¨¢vara, y gracias a las ganancias de sus negocios comerciales en Egipto se construyeron cerca de Wunsiedel una casa en 1908. Una vez en Alemania para cursar sus estudios, Rudolf Hess pasaba largas temporadas en este lugar.
Tras finalizar la I Guerra Mundial, en la que fue gravemente herido, e ingresar en la universidad de M¨²nich, Hess conoci¨® a Hitler y qued¨® sojuzgado por su carisma. Desde entonces, toda su larga vida, incluso su muerte, estuvo marcada por una fan¨¢tica fidelidad al dictador. Particip¨® con ¨¦l, pistola en mano, en el intento de golpe de Estado en 1923. Con Hitler fue encarcelado en la prisi¨®n fortaleza de Landsberg. All¨ª le dict¨® Hitler gran parte del libro Mein Kampf (Mi lucha).
Tras ser liberado, y durante largos a?os, Hess que, a partir de 1933, se convirti¨® en el segundo hombre del partido tras el f¨¹rer, fue con frecuencia a Wunsiedel, a la casa de sus- padres, ya como una alta personalidad adn¨¢rada por la mayor¨ªa. All¨ª, como en tantas otras localidades del III Reich, fue nombrado ciudadano de honor. All¨ª tambi¨¦n, como en todos los sitios donde le fue concedido este honor, le fue retirado tras la derrota del nazismo, en 1946.
A partir de entonces pocos se acordaban de su otrora ilustre ciudadano. Tan s¨®lo su casa de campo segu¨ªa siendo llamada la Villa Hess, a pesar de estar en otras manos desde el final de la guerra. Ahora la poblaci¨®n acoge, exenta de todo entusiasmo, el regreso de Hess.
Indeseables
Muchos temen que la ciudad se llene de "indeseables" neonazis y se convierta en un s¨ªmbolo a evitar por la mayor¨ªa de los alemanes. El alcalde, Karl Walter, asegura que acept¨® que Hess fuera sepultado all¨ª porque "a nadie se le puede negar una tumba".
Otros como un hotelero que lleva d¨ªas negando alojamiento a grupos de nazis que quieren acudir al sepelio, consideran que el que fuera hijo favorito de la villa les hubiera hecho un gran favor no acord¨¢ndose de aquel ignoto pueblecito.
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