Entre la m¨²sica y la gastronom¨ªa
Cremona, peque?a ciudad de apenas 76.000 almas a orillas del Po, es sin duda una de las capitales de provincia. italianas que ostenta un mayor n¨²mero de genios per c¨¢pita. Junto al gran Antonio Stradivarius, que vivi¨® aqu¨ª entre la segunda mitad del XVII y el 1737, hay que recordar a sus ilustres antecesores, Andrea -el inventor del viol¨ªn- y Niccol¨° Amati, y naturalmente, al c¨¦lebre Giuseppe Guarneri del Ges¨². De Cremona es tambi¨¦n Claudio Monteverdi, el impulsor del melodrama, as¨ª como Cavalli y Ponchielli, a quien est¨¢ dedicado un recoleto teatro de ¨®pera del XIX.Tan rico patrimonio musical ha sido explotado por los actuales habitantes con inteligencia y buen gusto. En la ciudad surgen no menos de 82 talleres de luthiers, algunos de ellos gestionados por japoneses, americanos e ingleses que, un buen d¨ªa, decidieron abandonarlo todo -los hay que anteriormente se dedicaban a la ingenier¨ªa y a la f¨ªsica nuclear- para consagrarse al paciente arte de construir violines.
Escuela de Lutheria
En 1937, con motivo de las conmemoraciones del 200? aniversario de la muerte de Stradivarius, se cre¨® la Escuela Internacional de Lutheria, que hoy acoge alumnos llegados de 32 pa¨ªses. Y ya el alcalde actual piensa emular a sus antecesores en el cargo impulsando, a partir de las actuales celebraciones, un centro internacional para la restauraci¨®n de instrumentos antiguos.
En Cremona existe adem¨¢s la ¨²nica facultad de musicolog¨ªa de toda Italia. Pero no todo en la ciudad roja -as¨ª llamada por el color de sus tejados y no por una determinada afiliaci¨®n pol¨ªtica- gira alrededor de la m¨²sica. La gastronom¨ªa, por ejemplo, es de las m¨¢s cotizadas del pa¨ªs. Sus dos productos t¨ªpicos son el turr¨®n y la mostarda, una especie de chutney india a base de mostaza. Pues bien, ni este producto ni las almendras, que constituyen el elemento primordial del turr¨®n, se encuentran en la regi¨®n.
Y es que hay que saber que Cremona fue el m¨¢s importante puerto fluvial del Mediterr¨¢neo, desde donde part¨ªa la ruta para el intercambio comercial con el norte de Europa. Seg¨²n lo aseguraba el director de un peri¨®dico local, incluso el pato a la naranja no es un plato franc¨¦s, como habitualmente se cree, sino cremon¨¦s. Al parecer, lleg¨® a Francia importado por el cocinero de Catalina de M¨¦dicis, cremonesa, naturalmente.
Tal esp¨ªritu emprendedor pervive hoy inalterado. La subvenci¨®n de la muestra estradivariana se debe a una conocida empresa de salchichones, la Negroni, que ha preparado una partida conmemorativa de sus productos con etiquetas que recuerdan la efem¨¦ride. Lo mismo han hecho varios fabricantes de turrones y una empresa vitivin¨ªcola. La pasi¨®n por la m¨²sica y la buena mesa de la ciudad queda, pues, bien representada.
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