Un incendio previo caus¨® la explosi¨®n en el taller de pirotecnia de Orense
Un peque?o incendio, probablemente fortuito, pudo ser la causa que provoc¨® la explosi¨®n de la pirotecnia Josman, de Cambeo, a unos 10 kil¨®metros de Orense, en la que perdieron la vida una ni?a de 11 a?os y una joven de 16 que estaban de visita en las instalaciones. Seg¨²n un testigo presencial del accidente, el fuego pudo alcanzar el material pirot¨¦cnico almacenado cerca de las oficinas y listo para ser enviado a varias localidades de la provincia que estos d¨ªas celebran sus fiestas y rivalizan por conseguir la m¨¢s espectacular exhibici¨®n de fuegos artificiales.
El mes de agosto es el de mayor demanda y las diez pirotecnias de la provincia trabajan intensamente para atender los pedidos de las comisiones de fiestas, lo que hace que se almacene mucho m¨¢s material explosivo que el resto del a?o y aumente el peligro potencial de estas industrias, en las que han muerto 11 personas en los ¨²ltimos seis a?os.
Arantxa Cabo Gonz¨¢lez, de 11 a?os, hija del propietario de Josman, Manuel Cabo Requejo, es la ¨²ltima v¨ªctima de una familia de larga trayectoria y s¨®lido prestigio en el mundo de la pirotecnia, que parece perseguida por la tragedia en los ¨²ltimos seis a?os.
Arantxa y la empleada de hogar portuguesa Milagros Albino Pereira, de 16 a?os, que tambi¨¦n result¨® muerta, se encontraban casualmente en las instalaciones de Josman cuando sobrevino la explosi¨®n, que destruy¨® las oficinas y tres casetas con material pirot¨¦cnico.
Una historia de siniestros
El minipol¨ªgono hab¨ªa sido reconstruido por Manuel Cabo despu¨¦s de que el 3 de abril de 1981 quedara reducido a escombros en una violenta explosi¨®n que cost¨® la vida a su hermano, Jos¨¦ Luis Cabo Requejo, y a las hermanas Luisa y Mar¨ªa Josefa Castro Fern¨¢ndez, empleadas del taller. La desgracia de la familia Cabo tuvo otro episodio, m¨¢s tr¨¢gico a¨²n, el 2 de julio de 1984, fecha en la que explot¨® otro de sus talleres y murieron el padre, Antonio Cabo Mosquera, sus hijos Antonio y Santiago Cabo Requejo, un nieto y uno de sus yernos.
Manuel Cabo justificaba no hace mucho su dedicaci¨®n a la pirotecnia despu¨¦s de las sucesivas tragedias en el hecho de que es su medio de vida y porque las personas que trabajan con ¨¦l siempre lo han animado a seguir, ya que "es mejor que estar en el paro".
El conocido pirot¨¦cnico oren sano declaraba, antes del accidente del jueves, ser consciente de que "cualquier d¨ªa vuelve a ocurrir una desgracia y volamos todos por los aires". Sin embargo, la inspecci¨®n de Industria vigila de cerca las pi rot¨¦cnicas de la provincia y todas ellas ajustan su actividad a lo que establece la ley y respetan las normas de seguridad.
Los errores humanos en la mezcla de los productos altamente peligrosos con los que se fabrican los fuegos artificiales -proceso de gran riesgo que suele hacer una sola persona encerrada en una caseta- parecen ser la principal causa de accidentes.
No obstante, otras circunstancias, fortuitas, como los incendios forestales que en m¨¢s de una ocasi¨®n han llegado a rodear el recinto de algunas pirotecnias, todas ellas instaladas en montes, a?aden riesgos a una actividad ya de por s¨ª peligrosa.
Escasa separaci¨®n
Algunos t¨¦cnicos consideran tambi¨¦n insuficiente la separaci¨®n entre las casetas de fabricaci¨®n y almacenaje exigido por la ley. Estos t¨¦cnicos apoyan su argumento en el hecho de que una explosi¨®n en cualquier zona del recinto industrial suele provocar la voladura en cadena de todas las instalaciones que all¨ª se encuentran.
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