Los sublevados se hicieron fuertes en varios puntos de Manila
A¨²n no hab¨ªan dado las dos de la madrugada de ayer (las seis de la tarde del jueves, hora peninsular espa?ola), cuando Manila se despert¨® sobresaltada por una serie de explosiones y de r¨¢fagas de armas autom¨¢ticas. Soldados rebeldes atacaban en ese momento el palacio de Malaca?ang, residencia de la presidenta Coraz¨®n Aquino.Una hora m¨¢s tarde, los amotinados se replegaron hacia el este de la capital filipina, bajo los muros de Camp Aguinaldo, cuartel general de las fuerzas armadas y del Ministerio de Defensa. Tras ellos, ante las puertas de Malaca?ang, quedaban centenares de cartuchos vac¨ªos, trozos de cristal y granadas que no hab¨ªan hecho explosi¨®n. El suelo estaba cubierto de sangre. Hab¨ªa muertos civiles y militares. Algunos coches hab¨ªan quedado acribillados.
En las horas siguientes, la confusi¨®n fue total. Ante la verja de Camp Aguinaldo hab¨ªa 13 camiones militares, dos autobuses, jeeps y al menos dos blindados ligeros. Unos 1.500 amotinados, con la cara cubierta por pasamonta?as negros o maquillada, nerviosos y agitados, y con el dedo puesto en el gatillo de sus armas, amenazaban con abatir a toda persona que se acercara a ellos.
Los rebeldes combinaron el asalto al palacio presidencial con una acci¨®n simult¨¢nea contra el edificio sede de los canales 2 y 4 de la televisi¨®n gubernamental. Todos los que intentaban acercarse a este lugar eran recibidos por las balas de los soldados ocultos entre las sombras, que tiraban sin previo aviso. Un periodista coment¨® por la radio la muerte del fot¨®grafo neozeland¨¦s Robert McDonald, cogido entre dos fuegos. Otro periodista filipino tambi¨¦n result¨®, al parecer, muerto en estos tiroteos.
Una hora despu¨¦s del comienzo de la intentona golpista, escuadras de fusileros de Marina equipados con carros blindados relevaron a los guardias presidenciales, que hab¨ªan rechazado el asalto de los amotinados contra la residencia de Aquino.
Poco despu¨¦s, mientras amanec¨ªa, la presidenta anunci¨® por la radio que "estaba sana y salva" tras el ataque contra su residencia, en el que result¨® herido su hijo Noynoy.
A primeras horas de la ma?ana, la mayor parte de los rebeldes -se calcula que unos 300- se hab¨ªa retirado, con el acuerdo de las autoridades militares -que deseaban evitar las muertes de civiles-, hacia el interior de Camp Aguinaldo y se preparaban para el combate. Pronto se reanudaron los intercambios de tiros, incluidos los de artiller¨ªa.
A las 10.30, un comunicado oficial anunci¨® que las tropas leales hab¨ªan rechazado a los asaltantes de las cadenas de televisi¨®n gubernamentales. En estos combates murieron ocho personas y otras 70 resultaron heridas. Al replegarse, unos 100 rebeldes se refugiaron en el hotel Camelot, a unos ocho kil¨®metros de Camp Aguinaldo donde quedaron atrapados numerosos turistas occidentales, coreanos y japoneses. Intervinieron helic¨®pteros de la Aviaci¨®n, que dispararon contra los ocupantes del hotel, que a su vez intentaron, sin ¨¦xito, derribar los aparatos.
Los rebeldes, sin embargo, lograron hacerse con el control de las cadenas de televisi¨®n privadas canal 9 y 13, que tienen su sede en un edificio situado en el distrito de Quezon. Desde el canal 13, uno de los soldados amotinados lanz¨® un mensaje en el que anunci¨® que los suyos controlaban Camp Aguinaldo y que la rebeli¨®n se hab¨ªa extendido a la provincia. "Antes de que se haga de noche controlaremos todo el pa¨ªs", asegur¨® el oficial. Fuentes oficiales desmintieron esta noticia y por la tarde anunciaron la captura del canal 13 y la rendici¨®n de los rebeldes que la hab¨ªan ocupado.
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