Lewis y Johnson afrontan hoy la final de los 100 metros en un espl¨¦ndido momento de forma
El estadounidense Carl Lewis volvi¨® a ser ayer el hijo del viento. La carrera que realiz¨® en la primera serie clasificatoria de los 100 metros en los Mundiales fue tan sensacional que su duelo con el canadiense Ben Johnson est¨¢ servido para hoy. Johnson es un valor seguro; Lewis, por lo que se le vio ayer, en la jornada inaugural de los campeonatos, es capaz de humillar a cualquier otro atleta, aunque ¨¦ste sea capaz de correr esa distancia en menos de 10 segundos. Lewis hizo 10.05 por la ma?ana, como si ole un entrenamiento se tratase, y por la tarde, en la segunda serie clasificatoria, estuvo nervioso y su rendimiento baj¨®.
Lewis ha aceptado voluntariamente correr los 100 metros de los Mundiales. S¨®lo quiere tres medallas de oro, como en 1983, y las tiene aseguradas en los 200, la longitud y el relevo 4 X 100. Pero desea iniciar la cuenta con los 100, no con los 200, en los que no tiene rival. Se present¨® en Roma con una mejor marca de 10.07 segundos, 12 cent¨¦simas m¨¢s que Johnson. Daba la impresi¨®n de que cavar¨ªa su propia tumba. Los campeonatos se iniciaron precisamente con los 100. Eran siete series. Johnson iba en la sexta y Lewis en la s¨¦ptima. Johnson ganaba con 10.24 y un viento a favor de 0,52 metros por segundo. Lewis tambi¨¦n gan¨®, pero con 10.05, dos cent¨¦simas menos que su mejor marca del a?o y del registro que le vali¨® hace cuatro a?os para ser campe¨®n mundial.
No es normal que un atleta ofrezca tan soberbio rendimiento en una serie clasificatoria. Lewis y Johnson hab¨ªan competido en condiciones similares y, sin embargo, el comportamiento de ambos, no obligados ninguno a forzarse, hab¨ªa sido muy distinto. La temperatura era la misma, 21 grados; la presi¨®n atmosf¨¦rica, tambi¨¦n, 1.015 milibares; s¨®lo variaba el grado de humedad, 66% para Johnson y 72% para Lewis. Pero este factor no influye en los velocistas, que s¨®lo cuentan con la ayuda del calor, la altitud y el viento a favor. ?ste s¨ª hab¨ªa sido m¨¢s ventajoso para Lewis, 1,43 metros por segundo, pero ello no pod¨ªa marcar una diferencia tan enorme.
Lewis est¨¢ en una forma sensacional. Ha recuperado su cambio de ritmo a los 60 metros y corre relajado como nadie, lo que le proporciona gran frecuencia y longitud de zancada. Pero, aun as¨ª, algo escond¨ªa en su preparaci¨®n. Y hubo que buscarlo en su salida, en el gesto que realiza con su pierna derecha, la m¨¢s retrasada, momentos antes de que suene el disparo. Lewis se queda quieto, como es reglamentario, y luego flexiona esa pierna para catapultarse. Si coincide el disparo con sus m¨²sculos ya tensos esperando explotar, el resultado es ¨®ptimo. Sin necesidad de correr al m¨¢ximo, se asegura una marca sensacional con su cambio de ritmo porque ya ha ara?ado cent¨¦simas en la salida.
Esta acci¨®n se puede considerar antirreglamentaria porque cualquier movimiento despu¨¦s del ?listos! y el disparo se puede dar como salida nula. Pero lo que hace Lewis es apenas imperceptible. Al ?listos! se eleva, se queda quieto y entonces realiza la flexi¨®n, inapreciable en el cuerpo. De la eficacia de su resultado depende tambi¨¦n el tiempo que tarde el juez en disparar. Sise retrasa o adelanta algo, la flexi¨®n de Lewis pierde eficacia. Eso fue lo que le pas¨® en la siguiente serie clasificatoria, pero, adem¨¢s, se mostr¨® nervioso.
En esta nueva actuaci¨®n le correspondi¨® la primera serie. Cuando el juez orden¨® que se dispusieran para la salida, Lewis hizo esperar 14 segundos a sus compa?eros. ?stos se encontraban ya en pie, dispuestos para ponerse en los tacos, y Lewis todav¨ªa se despojaba, metros atr¨¢s, del ch¨¢ndal. Buscaba la concentraci¨®n perdida. La salida se dio tambi¨¦n antes de lo que esperaba. Tard¨® en coger a Christie, a su izquierda, y, crispado desde el comienzo, no pudo aplicar la rotundidad que caracteriza a su final. Gan¨®, pero con 10.38. Hab¨ªa 26 grados y un viento contrario de 2,97 metros por segundo.
Luego le toc¨® el turno a Johnson. Hab¨ªan pasado 17 minutos. La temperatura se manten¨ªa, pero el viento hab¨ªa bajado a 0,44, tambi¨¦n en contra. Hizo 10.14 y entr¨®, con el mismo tiempo, tras el jamaicano Stewart. No importaba. Se hab¨ªa dejado llevar al final. La diferencia de tiempo con respecto a Lewis, como hab¨ªa sucedido por la mafiana, pero a la inversa, no pod¨ªa ser debida exclusivamente a la fuerza del viento. Lewis hab¨ªa corrido mal y Johnson bien. Es un valor seguro porque amarra la salida como nadie al tener una morfolog¨ªa que se acopla a la perfecci¨®n a los movimientos que hay que realizar para recuperar la verticalidad. Que su comportamiento fue m¨¢s regular en el d¨ªa que el de Lewis lo demuestra que en ambas carreras dio 45 zancadas y media.
Lewis hab¨ªa dado por la ma?ana, 42 y media y por la tarde dio 43. Pero, atenci¨®n, en 1983 y 1984, cuando sum¨® siete medallas de oro entre los Mundiales y los Juegos Ol¨ªmpicos, daba 44.
Los 10.000 metros
La final de los 10.000 metros fue apote¨®sica. El keniano Kipkoech los revent¨®. Gan¨® a la antigua, limit¨¢ndose a correr m¨¢s que los dem¨¢s. Cuando alguien se le acercaba, el italiano Panetta siempre, aumentaba el ritmo y recobraba la ventaja.
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