La vuelta del Estado del Bienestar
Dentro de poco se cumplir¨¢n cinco a?os desde que los socialistas espa?oles llegaron al poder, barriendo a las alternativas conservadoras. Casi simult¨¢neamente a esta fecha se celebrar¨¢ el trig¨¦simo primer congreso del PSOE. Para cuando lleguen ambos acontecimientos estar¨¢ maduro el nuevo mensaje ideol¨®gico que desde hace alg¨²n tiempo se intenta transmitir a la sociedad: la vuelta al Estado del Bienestar.El Welfare State es un concepto casi consustancial a la vida y obras de los socialismos europeos modernos, tras la segunda guerra mundial. En ¨¦l coincidieron, dentro de un consenso social probablemente irrepetible, los keynesianos m¨¢s ortodoxos y los socialistas cl¨¢sicos; incluso los liberales menos dogm¨¢ticos lo apartaron de sus ataques en una primera ¨¦poca. ?nicamente fustigaron su existencia los marxistas radicales, que lo entendieron como un apuntalamiento del sistema, una especie de revoluci¨®n pasiva realizada desde arriba para evitar la rebeli¨®n d¨¦ los pobres.
Durante algunos a?os no fue infrecuente ver planteada la pol¨¦mica acerca de si el Estado del Bienestar es un enga?o capitalista o una victoria de la clase obrera. Una vez instalada la crisis econ¨®mica en toda su crudeza, la alternativa dej¨® de tener sentido. El profesor Gregorio Rodr¨ªguez Cabrero, uno de los mejores expertos del tema, ha escrito sobre la paradoja protagonizada por "muchos marxistas que ayer fueron ac¨¦rrimos cr¨ªticos del Estado del Bienestar como gran enmascarador de la lucha de clases e instrumento del capital, y hoy son sus partidarios fervientes ante la reducci¨®n de servicios sociales y d¨¢divas del Estado en estos tiempos de aguda crisis econ¨®mica".
UNA CIENCIA TRISTE
Por esa consultancialidad al corpus central del mensaje socialista, resulta dif¨ªcil entender c¨®mo el concepto (y probablemente su pr¨¢ctica) ha sido enterrado por el PSOE durante el per¨ªodo de su administraci¨®n. En escas¨ªsimas ocasiones, las opiniones de nuestros gobernantes han incluido el objetivo definitivo de sus pr¨¢cticas. As¨ª, al reiterar machaconamente s¨®lo los eslabones intermedios o los instrumentos de la pol¨ªtica econ¨®mica parecieron olvidarse de sus fines ¨²ltimos. Al analizar las causas del ¨²ltimo descenso electoral del PSOE, Joaqu¨ªn Leguina declaraba recientemente: "Casi todo pasa por la econom¨ªa y se habla mucho de econom¨ªa. Y los objetivos econ¨®micos que s¨®lo son medios para transformar la sociedad, aparecen como fines. Los economistas tienden a ser muy relevantes en el discurso del Gobierno. No s¨¦ si los economistas son de derechas o no, pero ya dijo alguien que la econom¨ªa es una ciencia triste.
As¨ª, durante los primeros a?os de gobierno socialista la lucha se centr¨® en la reducci¨®n de la inflaci¨®n, con el fin de disminuir el diferencial con los pa¨ªses de nuestro entorno y hacer a las empresas m¨¢s competitivas; poco despu¨¦s el enemigo p¨²blico n¨²mero uno, fue la cuant¨ªa del d¨¦ficit p¨²blico (m¨¢s que su composici¨®n), pese a que su porcentaje en relaci¨®n con el producto interior bruto (PIB) era similar, o incluso menor, que el de los principales pa¨ªses occidentales.
S¨®lo desde hace un a?o, aproximadamente, la prioridad ha girado de modo decidido hacia el desempleo y su protecci¨®n, y hacia los aspectos que definen el Estado del Bienestar. En octubre del pasado a?o se celebr¨® en J¨¢vea el II Encuentro sobre el Futuro del Socialismo en el que el ¨¦nfasis se puso en la necesidad de recuperar los contenidos del welfare frente a lo que el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, denomin¨® la ofensiva del Pac¨ªfico (las corrientes neoliberales conservadoras que capitanean los Estados Unidos y Jap¨®n). Desde entonces, las referencias se han multiplicado.
?Qu¨¦ es lo que ha ocurrido en la econom¨ªa espa?ola que apoye tal cambio de prioridades? En primer lugar, que la coyuntura ha mejorado sustancialmente hasta el punto de que puede comenzar a afirmarse que algunos de los desequilibrios estructurales macroecon¨®micos se est¨¢n corrigiendo. Tres magnitudes de primera l¨ªnea circulan por la senda del 4%, en la que muy pocos confiaban: inflaci¨®n, d¨¦ficit p¨²blico y crecimiento del PIB. Ello configura un marco que sit¨²a a la econom¨ªa espa?ola en su mejor momento de los ¨²ltimos 15 a?os. Esta vez s¨ª que parece tangible la luz que indica el final del t¨²nel. No obstante, nadie echa las campanas al vuelo, porque junto a las luces permanecen las sombras de poseer el mayor n¨²mero de parados de la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) y un d¨¦ficit de la balanza comercial que el pasado mes de julio super¨® el bill¨®n de pesetas, casi tanto como el conjunto de 1986. Adem¨¢s, las perspectivas internacionales no son tan buenas como en el pasado inmediato, como para crear nuevas incertidumbres.
La primera valoraci¨®n global de los logros de la pol¨ªtica econ¨®mica del lustro socialista la ha hecho su principal inspirador, Miguel Boyer, en el art¨ªculo sin duda m¨¢s brillante y controvertido de todo el verano ("Hemos superado la prueba", Cambio 16 del pasado 17 de agosto). El hombre que m¨¢s ha influido en la formaci¨®n econ¨®mica de Felipe Gonz¨¢lez resume as¨ª el esfuerzo: "Se ha pasado de un fuerte d¨¦ficit a un notable super¨¢vit de la balanza de pagos; la deuda exterior ha disminuido y est¨¢ cubierta por el volumen de reservas; la inflaci¨®n ha bajado del 14% al 5%; ha aumentado sustancialmente el excedente de las empresas; se ha relanzado la inversi¨®n a tasas no s¨®lo positivas, sino desconocidas desde antes de 1975; el incremento de la tasa de ahorro es espectacular, y ha comenzado al fin el proceso de creaci¨®n de empleo. Si este proceso no se ha traducido todav¨ªa en un descenso del paro es porque siempre ocurre en su comienzo que el incremento de la poblaci¨®n activa es paralelo a la creaci¨®n de puestos de trabajo, al volver a aqu¨¦lla los desanimados en la b¨²squeda de empleo".
Boyer justifica el aumento del desempleo en el per¨ªodo socialista con una frase para la historia: "Como en la guerra, los objetivos fundamentales no son los primeros que se pueden alcanzar".
IGUALDAD Y FRATERNIDAD
Como fen¨®meno complementario a una econom¨ªa m¨¢s sana en sus aspectos macroecon¨®micos, aparece una sociedad configurada de modo m¨¢s injusto: el reparto de la renta se ha hecho menos equitativo a nivel personal y ha acentuado los desequilibrios territoriales, seg¨²n los datos de la Contabilidad Nacional y de los principales analistas privados. El mismo presidente del Gobierno reconoci¨® el hecho en una entrevista realizada en Televisi¨®n Espa?ola: los excedentes empresariales han crecido m¨¢s que las rentas salariales. Esta es la consecuencia directa de la pol¨ªtica de rigor iniciada en 1983; un plan de estabilizaci¨®n no es otra cosa que un mecanismo administrativo, situado por tanto al margen del mercado, para recomponer las tasas de beneficios empresariales. Entenderlo, como algunos han pretendido, como un instrumento para distribuir justamente los costes de la crisis, no deja de ser un eufemismo.
Si a estos aspectos de distribuci¨®n regresiva se a¨²nan otros factores m¨¢s permanentes, como por ejemplo el de que m¨¢s del 80% de la recaudaci¨®n del impuesto sobre la renta de las personas f¨ª
La vuelta del Estado del Bienestar
sicas se sigue consiguiendo de las rentas del trabajo, se podr¨ªa concluir que, por lo menos aparentemente, la gran antinomia de nuestros d¨ªas es que la sociedad socialista ha sido hasta ahora una sociedad m¨¢s injusta que la de anteriores administraciones. Parece haberse producido dentro de ella una especie de acumulaci¨®n originaria del capital.En el art¨ªculo citado, Boyer explica que la distribuci¨®n regresiva para las rentas salariales se ha producido por la reducci¨®n de la proporci¨®n de asalariados, adem¨¢s de por la recuperaci¨®n de los excedentes empresariales. Esta aseveraci¨®n es compartida por algunos de los analistas citados. Es decir, que los grandes paganos de la crisis han sido precisamente los parados. As¨ª, se podr¨ªa parafrasear para Espa?a una frase que el premio Nobel de Econom¨ªa Paul Samuelson atribu¨ªa a otros lares: "Lo que Disraeli deploraba, las dos naciones distintas, de brit¨¢nicos ricos y brit¨¢nicos pobres, se ha reconstruido hasta cierto punto en la era de Thatcher. Coexiste un cuadro de parados irreversibles con otro de ciudadanos ambiciosos que buscan sus fortunas en la econom¨ªa de mercado de Adam Smith".
Probablemente para evitar que esta tendencia se convierta en irreversible es por lo que los socialistas se apresuran a recuperar las esencias del Estado del Bienestar, un Estado generoso para con los d¨¦biles. Para ello han acudido a la teor¨ªa desarrollada por los socialdem¨®cratas alemanes sobre la sociedad "de los tres tercios". Seg¨²n esta teor¨ªa, el actual modelo de desarrollo econ¨®mico ha provocado profundos cambios sociales, que se han materializado en una divisi¨®n de la actual sociedad occidental en tres estratos (modificando en parte el esquema cl¨¢sico marxista de una sociedad dividida entre explotados y explotadores).
El primer tercio de la sociedad, el m¨¢s peque?o num¨¦ricamente, est¨¢ constituido Por la clase dominante, principal beneficiaria de los logros del sistema. Hay un segundo tercio, el m¨¢s numeroso, correspondiente a las clases medias, que consigue participar, aunque sea de modo subsidiario, de las ventajas de una econom¨ªa boyante. Este segundo tercio es el que ha engrosado las filas de los ahorradores particulares que han acudido a las bolsas de valores en busca de rentabilidad, y el que ha ampliado las bases del capitalismo popular en el Reino Unido y, m¨¢s recientemente, en Francia.
El tercer tercio es el de los exasperados y est¨¢ formado por los pobres de solemnidad, parados, pensionistas, etc¨¦tera. Este trozo de sociedad se est¨¢ ampliando permanentemente. No hay m¨¢s que pisar las calles de las grandes metr¨®polis para obtener la demostraci¨®n emp¨ªrica de la afirmaci¨®n. El ¨¢mbito de los marginados de hoy reactualiza el concepto del lumpenproletariado (proletariado en harapos). Marx y Engels escribieron que "la esfera del pauperismo cobija, por ¨²ltimo, el sedimento m¨¢s profundo de la sobrepoblaci¨®n relativa. Prescindiendo de vagabundos, delicientes, prostitutas, en suma, del proletariado en harapos propiamente dicho, esta capa social corista de tres categor¨ªas. En primer lugar, personas aptas para el trabajo... En segundo lugar, hu¨¦rfanos e hijos de pobres. ?stos son candidatos al ej¨¦rcito industrial de reserva... En tercer lugar, personas degradadas, envilecidas, no aptas para el trabajo. Son sobre todo individuos que sucumben por la inmovilidad debido a la divisi¨®n del trabajo, o que sobreviven m¨¢s all¨¢ de la edad normal de los trabajadores. Y, por ¨²ltimo, las v¨ªctimas de la industria -mutilados, enfermos, viudas, etc¨¦tera".
LA ECONOM?A DUAL
La econom¨ªa dual que genera esta composici¨®n social convierte a este tercer tercio en el sujeto id¨®neo del Estado del Bienestar. Las Administraciones conservadoras se han caracterizado por abandonar a los marginales a su suerte y a las fuerzas de la econom¨ªa libre de mercado. De ah¨ª las grandes bolsas de pobreza que se han forjado en Occidente. La protecci¨®n a estas capas de la poblaci¨®n debe distinguir las pol¨ªticas socialistas de las conservadoras. ?Lo han hecho? ?sta es la gran pol¨¦mica. Mientras Boyer estima que "no s¨®lo la proporci¨®n de las transferencias sociales en el gasto p¨²blico no se ha reducido, sino que se ha incrementado fuertemente la parte al¨ªcuota de los gastos de la Seguridad Social, educaci¨®n y justicia, como era de esperar de un Gobierno democr¨¢tico y socialista", otros datos, igualmente oficiales, indican lo contrario: que durante 1986 los gastos sociales de las Administraciones p¨²blicas han reducido su peso sobre el conjunto de la actividad econ¨®mica, aunque parecen haber aumentado los colectivos que se benefician de ellos: pensionistas, parados y pobres de solemnidad. En su ¨²ltimo informe, el Banco de Espa?a afirma que mientras la pol¨ªtica fiscal se caracteriz¨® en 1985 por un incremento de la presi¨®n fiscal relativamente menor que en 1986, por una contenci¨®n del consumo p¨²blico en favor de la inversi¨®n y por un crecimiento acelerado de las prestaciones sociales, en 1986 se acentu¨® el crecimiento de la presi¨®n fiscal, se elev¨® el consumo p¨²blico a costa de la inversi¨®n y se redujo el ritmo de avance de las presiones sociales.
La recuperaci¨®n que intentan los socialistas del Estado del Bienestar, como alternativa al modelo conservador hegem¨®nico en Europa y en Estados Unidos, recuerda aquella hermosa frase de Michelet referida a la Revoluci¨®n Francesa: "Llama, c¨®mo debiste ser cuando tus cenizas queman todav¨ªa".
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