De lo federal a lo concreto
La concepci¨®n federal del Estado tiene una presencia importante en la tradici¨®n de las fuerzas progresistas, aunque a veces s¨®lo sea en las declaraciones program¨¢ticas o enunciados definidores. Sobre esa base escribe el autor acerca del debate federal.La experiencia institucional del federalismo en la historia espa?ola, como se sabe, fue brev¨ªsima (apenas 11 meses) y no lleg¨® a plasmarse en ning¨²n texto constitucional vigente. De forma significativa, casi siempre fue desde Catalu?a desde donde se avanzaron propuestas federalizantes, buscando con aqu¨¦llas una relaci¨®n de pacto entre iguales para dos interlocutores: Espa?a y Catalu?a. Incluso propuestas formuladas bajo otras denominaciones distintas de la federal, en su contenido e intencionalidad pol¨ªtica eran federales. Pero en ning¨²n caso fueron aceptadas ni llegaron a prosperar. De facto se podr¨ªa concluir que la voluntad federal era unilateral.
Ahora, a ra¨ªz de los textos precongresuales del PSC, se relanza un cierto debate sobre lo federal. Casi todos los que hasta ahora se han pronunciado de una u otra forma coinciden en las insuficiencias del llamado Estado de las autonom¨ªas y se plantean formas de superarlas. Muy pocos descubren cu¨¢l es su modelo global de Estado o precisan el contenido de lo aceptable y posible tras el concepto federal. Seguramente ello se explica, en parte, por el hecho de ser Espa?a un Estado plurinacional (caracter¨ªstica inexistente en muchos Estados federales, como es el caso de la Rep¨²blica Federal de Alemania), cuesti¨®n que ya en su d¨ªa puso en evidencia las limitaciones de pol¨ªticas como la de "caf¨¦ para todos" o la buscada armonizaci¨®n de la LOAPA. El d¨ªa que se afrontase con responsabilidad la realidad plurinacional, condici¨®n indispensable para avanzar de forma sustancial en la convivencia democr¨¢tica, se deber¨ªan potenciar al alza procesos diferentes de asunci¨®n de poderes y competencias, seg¨²n las voluntades y capacidades de cada nacionalidad.
La importancia de esta problem¨¢tica, la relaci¨®n de las nacionalidades en la estructuraci¨®n del Estado y su inserci¨®n en el actual ordenamiento constitucional exigen que tras cualquier propuesta responsable se explicite con el debido rigor qu¨¦ es lo que se quiere conseguir y a trav¨¦s de qu¨¦ procedimientos pol¨ªticos y jur¨ªdicos se piensa avanzar hacia aquellos objetivos. De lo contrario se puede incurrir en cualquiera de estos tres defectos: a) Embarcarse en problemas esencialistas y sobre grandes conceptos (soberan¨ªa, naci¨®n, etc¨¦tera), fomentando el choque frontal de nacionalismos -espa?olismo versus catalanismo o viceversa- y las apelaciones irracionales ("en inter¨¦s de Espa?a vota s¨ª", o "Catalu?a por encima de todo"). b) Olvidar el presente y su problem¨¢tica socioecon¨®mica y las diversas obras de gobierno y consiguientes responsabilidades, para hacer una fuga hacia un futuro abstracto. c) Generar una falsa aspiraci¨®n como operaci¨®n distractiva que seg¨²n como finalice generar¨¢ una nueva insatisfacci¨®n.
De mayor a menor se pueden ir descartando los niveles en los que se sit¨²a esta propuesta federal. Parece que no se trata de entrar a discutir conceptos de manual o definiciones de federalismo como pacto entre unidades soberanas. De igual forma, y descendiendo en la escala, parece que tambi¨¦n se descarta el sin¨®nimo de federal igual a existencia de alguna instituci¨®n como ser¨ªa una C¨¢mara Alta Federal tipo Senado de Estados Unidos o Bundesrat, para lo cual se deber¨ªa reformar la Constituci¨®n. Por tanto, y situ¨¢ndonos en un posible nivel m¨ªnimo, realista y posible, se deber¨ªa hablar de la aplicaci¨®n de t¨¦cnicas federalizantes.
En este sentido, e inspir¨¢ndonos en otros ordenamientos, propongo que consideremos tres per¨ªodos sucesivos de aplicaci¨®n de aquellas t¨¦cnicas:
1. Las t¨¦cnicas del llamado federalismo de ejecuci¨®n, concepto actual y superador de la concepci¨®n federal del siglo XIX, que se limitaba a exigir un reparto de poderes. En este per¨ªodo se deber¨ªan tomar medidas dirigidas a: la actuaci¨®n de la Administraci¨®n central a trav¨¦s de la auton¨®mica (suprimiendo, por ejemplo, la perif¨¦rica, los gobiernos civiles, etc¨¦tera); el establecimiento de un modelo federal de seguridad y de fuerzas de orden p¨²blico bajo el mando de la autoridad correspondiente democr¨¢ticamente elegida a cada nivel; la consecuci¨®n de un sistema de financiaci¨®n que se basase en la distribuci¨®n porcentual de los presupuestos p¨²blicos (por ejemplo, 50-25-25); la plena atribuci¨®n a los Gobiernos aut¨®nomos de la aplicaci¨®n de decisiones en materias de pol¨ªtica econ¨®mica que afectan a la reconversi¨®n industrial o las relaciones laborales, y la participaci¨®n de las comunidades en la CE, tanto en la vertiente ascendente (formaci¨®n de voluntad estatal y negociaciones europeas) como descendente (aplicaci¨®n de normativa). Todo ello implica la modificaci¨®n de leyes tan recientes y aprobadas con el consenso del PSOE y de Minor¨ªa Catalana, como son las de Bases de R¨¦gimen Local, de la Funci¨®n P¨²blica o de las Fuerzas de Orden P¨²blico.
2. La transferencia de nuevas competencias legislativas a las comunidades aut¨®nomas a trav¨¦s de los mecanismos previstos en el art¨ªculo 150 de: la Constituci¨®n. Igualmente la aprobaci¨®n por parte de las Cortes Generales de aquellas leyes que posibilitasen decisiones propias de comunidades que optasen por modelos espec¨ªficos de organizaci¨®n (como la conversi¨®n de Catalu?a en una sola provincia).
3. La plena participaci¨®n de las nacionalidades en la formaci¨®n de la voluntad estatal. Sobre este tema ya se podr¨ªa avanzar, en el primer per¨ªodo, a trav¨¦s de las t¨¦cnicas de cooperaci¨®n, pero en este tercer per¨ªodo ser¨ªa ya ineludible la reforma de la Constituci¨®n tanto para la adecuaci¨®n del Senado (representaci¨®n y poderes) como la modificaci¨®n de otros aspectos, como ser¨ªa la adopci¨®n del sistema de multiling¨¹ismo.
Creo que estas propuestas, gradualmente desarrolladas, comportar¨ªan un cambio real en la pol¨ªtica auton¨®mica y en las aplicaciones de las previsiones constitucionales y estatutarias. Para ello son necesarios una voluntad pol¨ªtica y un consenso entre las fuerzas pol¨ªticas. Pero ser¨ªa una l¨¢stima que el tema se ahogase en un mar de declaraciones sin concreci¨®n. Entonces tendr¨ªan ray¨®n los que dicen que estamos ante un nuevo juego de palabras.
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