De la cocina al pupitre
125 adultos se alfabetizaron el pasado curso en la Universidad Popular de Aranjuez
A las cuatro, fregar los cacharros; a las cinco, deberes; a las seis, pupitre. A Petra le cuesta conocer el alfabeto. Suma con los dedos. En el fregadero, Petra tiene tras de s¨ª una experiencia de 50 a?os. Iniciarse a los 60 en eso de las letras y los n¨²meros es complicado. Petra no entiende eso del fracaso escolar: "Yo, lo que quiero es ir al colegio y aprender lo que no me ense?aron de peque?a". El pasado curso, 125 adultos aprendieron a leer y escribir en Aranjuez, una de las localidades madrile?as con mayor analfabetismo.
Petra, a las 17.30, levanta la cabeza con orgullo al salir de su casa, mientras las vecinas y comadres murmuran. Ella, ansiosa, mirando el reloj, ha dejado arreglada la casa mientras el marido la miraba hacer con desinter¨¦s. En esto ha tenido m¨¢s suerte que alguna de sus compa?eras, a quien el esposo ha sacado del colegio "porque all¨ª iba a perder el tiempo".Su clase en el vetusto hospital de San Carlos es tambi¨¦n una cocina. El edificio, de la ¨¦poca de Carlos III, no cuenta con instalaciones adecuadas, pero en eso no repara. S¨®lo sabe que por primera vez en su vida se ha sentado en un pupitre y, al igual que otras compa?eras, ya no necesita lazarillo para ir a comprar al mercado, "porque ya puedo leer la lista de precios en la plaza y sumar los gastos del d¨ªa sin tener que recurrir a mi hija".
Petra, con grandes trazos, apretando con fuerza el lapicero, emborrona las hojas del cuaderno mientras atiende a su se?orita; sin embargo, sus primeras letras y las ¨²ltimas ya son distintas. "Ya puedo dejar a la vista de cualquiera mi cuaderno", dice con satisfacci¨®n.
Mar¨ªa, por el contrario, se resiste a dejar ver su cuaderno: "Es que yo no soy tan lista como ellas y mi letra es m¨¢s fea", dice con voz apesadumbrada, en tanto que las formadoras contestan a esa frase con rapidez: "Estas mujeres trabajan cuanto pueden, aguant¨¢ndose muchos d¨ªas su dolor de cabeza"
Maridos enfadados
El m¨¦todo de trabajo se basa en asociar las palabras y las im¨¢genes. Se pretende que piensen por s¨ª mismas y no por sus familias. Que dejen fuera el complejo de tontas que de s¨ª mismas tienen y el concepto de que el marido es el rey de la casa. "Mi marido, cuando empec¨¦ a venir a clase, se enfadaba y ahora est¨¢ encantado porque le tomo los recados por el tel¨¦fono", dice una alumna.Aranjuez es una de las localidades madrile?as con m¨¢s analfabetismo. Un 26% de la poblaci¨®n lo es o no ha tenido acceso al certificado de estudios primarios, seg¨²n los datos del padr¨®n municipal de 1986.
La Universidad Popular puso en marcha tres unidades de alfabetizaci¨®n en el curso 1985-1986, que se aumentaron a cinco en el de 1986-1987, con cuatro niveles de ense?anza que prepararon para la obtenci¨®n del certificado de estudios primarios.
El curso pasado se matricularon 113 mujeres y 12 hombres. A las clases asistieron en grupos de 12 a 15 personas, dos horas al d¨ªa, cuatro d¨ªas a la semana, m¨¢s otras dos horas de actividades complementarias, en los talleres de cester¨ªa, miga de pan o cer¨¢mica, que se han ido alternando con salidas culturales fuera y dentro de Aranjuez. Estas mujeres, que en su mayor¨ªa proceden de niveles culturales muy bajos, "tienen una capacidad de asombro como la de los ni?os", se?alaba Elena Ferr¨¢ndiz, una de las formadoras.
Tambi¨¦n hay hombres. Son pocos, pero r¨¢pidamente se convierten en los gallos del gallinero, mandando a sus compa?eras, demostrando, en competencia continua, que les gusta ser los hombres. Cuentan de 45 a 50 a?os, en tanto que la edad de las mujeres oscila entre los 23 y los 75 a?os. "Te equivocas, mujer, has cambiado esa letra; mira, como lo he puesto yo est¨¢ bien".
Petra, como el resto de sus compa?eros del primer nivel, ya ha pasado lo peor. "Ahora podemos leer lo que sale en la tele y elegir los cuentos que regalamos a los nietos, porque as¨ª tambi¨¦n podemos leerlos nosotras". Una vez acabado el curso no hablan de ir al colegio, sino a la universidad. "Ya dice mi marido: pues no te has vuelto poco fina; ya hasta vas a la universidad".
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