?Hacia la cuarta dimensi¨®n?
Hace unos a?os, el psiquiatra Paul Watzlawick demostr¨® que vivimos fuera de lo real, aunque creamos lo contrario, y por eso nos va tan mal en la vida, sin encontrar soluciones a los nuevos problemas que tiene el mundo.El paro crece aceleradamente en Occidente, cuando cada vez hay m¨¢s producci¨®n material. En ¨¦l sobran por todas partes lavadoras, autom¨®viles, televisores, barcos y dem¨¢s inventos inteligentes que han cambiado la faz de nuestro mundo, y que parec¨ªan predecir una ¨¦poca propia del pa¨ªs de Jauja. Pero la producci¨®n de ese sobrante se tiene ahora que restringir o destruir, como ocurre con la mantequilla, la leche o el caf¨¦, porque nuestros j¨®venes no tienen trabajo y no pueden adquirir lo fabricado tan abundantemente, y los pa¨ªses del Tercer Mundo mueren de hambre, sed o falta de higiene, sin recibir el beneficio de esta superproducci¨®n que sobra.
Otro gran cambio: nuestra vida media est¨¢ por encima de los 70 a?os, cuando hace un siglo no pasaba de 35. Pero en la India o en ?frica todav¨ªa se mantiene esa edad media tan baja: all¨ª no da tiempo a ser viejos, y en cambio en nuestro mundo supercivilizado aumenta vertiginosamente la poblaci¨®n de la tercera edad y no sabemos qu¨¦ hacer con ella, porque es una especie de estorbo imprevisto que ha ca¨ªdo sobre nuestras espaldas.
No hay tampoco quien gobierne la econom¨ªa, porque la lucha entre liberales y dirigistas ha llevado a un callej¨®n sin salida; ni manejar la moneda, pues sube y baja cuando menos se espera, sin saber bien por qu¨¦; ni la seguridad social, ya que a pesar de tanto invento m¨¦dico los enfermos ya no se sabe d¨®nde ponerlos. Todo se ha vuelto de tama?o tan colosal que ha superado nuestra medida. Parece como si el mundo, que ten¨ªa ayer tres dimensiones, igual que nosotros, estuviera adquiriendo una nueva dimensi¨®n que nos desborda a los hombres porque todav¨ªa no hemos dado el salto a la cuarta dimensi¨®n en que parecen encontrarse las cosas.
Por eso es hora ya de preguntamos qu¨¦ pasa en el mundo, porque cre¨ªamos ir hacia un progreso indefinido y lo que hemos encontrado es un camino Reno de agujeros y barreras que parecen insalvables.
Los gobiernos, que ayer se divid¨ªan netamente entre izquierdas y derechas, empiezan a parecerse tanto los unos a los otros que casi es imposible distinguir cu¨¢ndo gobiernan los unos o los contrarios.
El mundo no se sabe gobernar a s¨ª mismo y enloquece violentamente; cada vez hay m¨¢s guerras, asonadas, secuestros y delitos de sangre; o se siente, por el contrario, deprimido, sin saber qu¨¦ hacer. Se ha llamado, por eso, a nuestra ¨¦poca la era de la depresi¨®n, porque nunca ha habido m¨¢s enfermos mentales y desviaciones ps¨ªquicas.
Y cuanto m¨¢s automatizamos todo y creemos dominarlo, m¨¢s nos domina la computadora o el ordenador y nos hace esclavos de sus n¨²meros. Parece como si el porvenir del hombre de carne y hueso sea convertirse en un robot.
Hemos entrado en un mundo que se asemeja mucho a uno de ficci¨®n cient¨ªfica que desborda nuestra capacidad de pensamiento.
La juventud pasa de esta racionalidad que nos agobia y pretende destronar lo moderno, que se bas¨® en esa orgullosa facultad de la inteligencia, para abrir paso a una nueva era, la de lo posmoderno.
Nos falta, para poder superar nuestros males, el suplemento de alma que ped¨ªa hace m¨¢s de 50 a?os el fil¨®sofo Bergson. Un suplemento que revolucione la estrecha raz¨®n que nos ha conducido, con su l¨®gica pretenciosa, a tanto callej¨®n sin salida como tenemos en el mundo actual.
Pero ?d¨®nde se encuentra ese suplemento? ,
En Occidente s¨®lo algunos pocos profetas lo vislumbran: en cambio, la claridad de nuestras ideas abstractas, el simplismo apod¨ªctico de nuestros silogismos y la deslumbrante evidencia de nuestros razonamientos nos han conducido a la m¨¢s absoluta oscuridad. Ya no vemos claro el Futuro, y nos angustia toda suerte de agoreras predicciones de calamidades: una nueva oscura Edad Media parece que se avecina, como pronostic¨® el fil¨®sofo ruso Berdiaeff.
Sin embargo, no todo est¨¢ perdido. De Oriente llegan voces, m¨¢s o menos limpias, que transmiten un nuevo modo de pensar. A la l¨®gica horizontal del viejo Arist¨®teles, que marc¨® nuestra religi¨®n, nuestra econom¨ªa y nuestra cultura en general, se le opone una l¨®gica parad¨®jica que viene de lejanas tierras. Al convincente simplismo del griego inventor de la filosof¨ªa peripat¨¦tica se proponen otros pensamientos completamente diferentes.
En el Tao Te King, el profundo Lao Tse escribi¨® una gran verdad: "Las palabras que son estrictamente verdaderas parecen ser parad¨®jicamente contradictorias". El milagro econ¨®mico japon¨¦s se debe a este modo de pensar: si se hace all¨ª una huelga, no se trabaja menos, sino m¨¢s; si se quiere producir m¨¢s, se establece un tiempo en las f¨¢bricas para no hacer nada, y meditar durante ¨¦l en vez de continuar febrilmente trabajando sin descanso. Y as¨ª vencen en pocos a?os a la poderosa Norteam¨¦rica, y su omnipotente d¨®lar depende del humilde yen.
Antes de la ¨¦poca de Arist¨®teles (en el siglo V antes de Cristo) apareci¨® un modesto pensador que ejerc¨ªa el oficio de panadero en su peque?a ciudad. Se llamaba Her¨¢clito, y su lema fue: "Nos ba?amos en el mismo r¨ªo y, sin embargo, no lo hacemos en el mismo; somos nosotros, y no somos nosotros". Todo -seg¨²n ¨¦l- es lucha de contrarios para que pueda producirse verdadero devenir en las cosas y en los -hombres. Todo est¨¢ compuesto de una cosa y del extremo contrario: "Uno y lo mismo se manifiestan en todas las cosas como un par de contrarios: lo vivo y lo muerto, lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo". M¨¢s tarde fueron dos cat¨®licos: el m¨ªstico superactivo llamado maestro Eckart, que manten¨ªa en el siglo XIII que de la ¨²ltima realidad que es Dios, lo que m¨¢s nos acerca a ?l es convencernos de que no sabemos por la raz¨®n nada suyo; y que el vac¨ªo de nuestra poquedad nos pone precisamente en contacto con la riqueza de la profundidad que es Dios, y que en vez de hablar de ?l ordenadamente, como pretenden hacer todas las teolog¨ªas conservadoras y progresistas, lo que debemos hacer es vivirlo sin pretender alcanzarlo con nuestra mente l¨®gica, sino con las m¨¢s extra?as paradojas que podamos inventar. A Dios se llega por el Koan jerogl¨ªfico del budismo zen o de los m¨ªsticos de todos los tiempos.
Un paso m¨¢s dio el cardenal Nicol¨¢s de Cusa dos siglos despu¨¦s: su l¨®gica fue la de la docta ignorancia y el conjunto de los opuestos. Pero, desgraciadamente, Occidente permaneci¨® en el simplismo de la escol¨¢stica racionalista de santo Tom¨¢s, que agost¨® toda creatividad.
?Qu¨¦ debemos hacer entonces para salir de nuestros apuros?
Saltar los estrechos l¨ªmites de nuestras tres dimensiones y dar un arriesgado brinco hacia la cuarta dimensi¨®n, como pretende el matem¨¢tico y literato de ficci¨®n cient¨ªfica Rudy Rucker, usando una l¨®gica nueva que permita adoptar nuevas posturas y encontrar nuevas soluciones, porque la que hemos usado hasta ahora no sirve para salir de nuestros atolladeros. Nueva l¨®gica de la ciencia de la cuarta dimensi¨®n que debe dirigir nuestros nuevos pasos hacia un futuro distinto y mejor.
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