La peste
LA PRESENCIA de la peste equina en Espa?a -introducida, seg¨²n parece, por unas cebras importadas de ?frica con destino al Safari Park, de Madrid- no es un suceso que merezca s¨®lo la atenci¨®n y la preocupaci¨®n de las autoridades sanitarias. La aparici¨®n de un hecho de esta naturaleza en medio de una sociedad desarrollada y las graves consecuencias que genera no pueden dejar indiferente tampoco a la opini¨®n p¨²blica. No le falta raz¨®n al Consejo General de Veterinarios cuando denuncia la carencia en los puertos y fronteras espa?oles de medios t¨¦cnicos de diagn¨®stico para el riguroso control sanitario de los animales vivos importados, en contraste con lo que es habitual en los otros pa¨ªses de la Comunidad Europea.Los da?os de la epidemia en el terreno agropecuario, econ¨®mico y deportivo son ya considerables. El n¨²mero de equinos muertos puede acercarse ya a los 300, y las p¨¦rdidas se calculan en unos 10.000 millones de pesetas. La inmovilizaci¨®n de caballos -decretada tard¨ªamente por las autoridades sanitarias- como medida indispensable para hacer frente a la propagaci¨®n de la epidemia est¨¢ ocasionando tambi¨¦n una grave crisis en el espect¨¢culo de los toros.
La actividad comercial desarrollada en tomo a los ¨¦quidos est¨¢ todav¨ªa muy extendida en Espa?a, donde la caba?a caballar est¨¢ formada por 255.000 cabezas; la mular, 140.000, y la asnal, 158.000. Esta caba?a, de la que depende la vida econ¨®mica de numerosas unidades familiares y empresariales, se ha ampliado ¨²ltimamente con las inversiones en caballos de competici¨®n. Para ¨¦stos, no s¨®lo la muerte es una amenaza: bastan las severas normas actuales sobre cierre de las fronteras por un tiempo m¨ªnimo de dos a?os para provocar que, al menos en este plazo, los ejemplares espa?oles abandonen las reuniones internacionales.
La lentitud con que han reaccionado las autoridades de la sanidad animal, que han tardado casi dos meses en afrontar el brote de epidemia, y el alarmismo con que ha sido recibida la noticia en c¨ªrculos h¨ªpicos perjudicar¨¢n la precaria imagen que la industria del caballo espa?ol tiene en el mundo. Espa?a ha tenido ya en varias ocasiones problemas en el orden de la sanidad animal, y la inspecci¨®n veterinaria reincide en la falta de rigor preventivo. Es intolerable que a estas alturas no se sepa a ciencia cierta cu¨¢l ha sido el origen de la enfermedad, o, si se sabe, que se mantenga el m¨¢s absoluto silencio administrativo, y se obligue a la opini¨®n p¨²blica a aventurarse en el terreno de las conjeturas. Los responsables de la sanidad animal deber¨ªan haber dado ya cumplida informaci¨®n sobre este asunto, sin esperar a la obligada explicaci¨®n que deber¨¢n dar hoy al Parlamento, a instancias del Grupo Popular.
Por a?adidura, una vez declarada la epidemia, la lentitud de la reacci¨®n oficial puede haber puesto en peligro a algunos grupos de caballos, tanto por razones de aislamiento como porque pod¨ªan haber sido protegidos antes con la vacuna, ante la cual se presentan obst¨¢culos iniciales. La resistencia en los sectores de competici¨®n proviene de que un caballo vacunado puede llegar incluso a dar positivo durante el resto de su vida en las pruebas de control, lo que podr¨ªa apartarle definitivamente de las carreras.
Las consecuencias en p¨¦rdidas econ¨®micas, en quebranto deportivo o de imagen son tan graves que la Administraci¨®n sanitaria deber¨¢ investigar los hechos que permitieron la introducci¨®n y propagaci¨®n de la enfermedad y exigir responsabilidades, incluso las que pudieran observarse en el ¨¢mbito administrativo.
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