Tradici¨®n bibliotecaria
Con qu¨¦ tristeza le¨ª el art¨ªculo del se?or Juli¨¢ sobre el estado -o m¨¢s bien el no estado- de la tradici¨®n bibliotecaria y los nuevos reglamentos de la Biblioteca Nacional (EL PA?S del pasado 18 de septiembre). Me temo que la malnutrici¨®n en este terreno nace en las escuelas de ni?os peque?os; de ese nivel para arriba es donde tendr¨ªa que empezar la ense?anza de la lectura. Porque la biblioteca m¨¢s completa no sirve de nada sin lectores, por necesidad o por pasi¨®n.Como estadounidense puedo afirmar que la ense?anza de la lectura, como placer y como caudal de informaci¨®n m¨¢s amplia de la que se adquiere en las aulas, empieza en mi pa¨ªs con ni?os de cuatro y cinco a?os. Lo viv¨ª cuando trabaj¨¦ en un colegio de Nueva York.
Ten¨ªamos una biblioteca preciosa, con m¨¢s de 3.000 libros a la disposici¨®n de 125 ni?os de cinco a 13 a?os. D¨¢bamos un cat¨¢logo a cada uno con 900 t¨ªtulos para que eligieran; los temas inclu¨ªan historia, ciencia, biograf¨ªa, deportes, artes y libros considerados como cl¨¢sicos de la literatura infantil anglosajona.
Una hora al d¨ªa, los ni?os suben a la biblioteca, aprenden c¨®mo buscar un libro que quieren (utilizan el sistema Dewey decimal) y c¨®mo pedirlo prestado. Cada libro tiene sus datos, como en las bibliotecas p¨²blicas, y, como en ellas, se entregan con una fecha para devolverlo. Si no lo entregan a tiempo hay una multa por d¨ªa. Si lo pierden deben reemplazarlo.
Algunas tareas se dan con la intenci¨®n de que la biblioteca sea utilizada para buscar detalles no encontrados en los textos utilizados en clase. Esto prepara al peque?o alumno para sus a?os en high school (o sea, el BUP).
Me acuerdo, hace m¨¢s de 20 a?os, la primera vez que fui a la inmensa y bella Biblioteca del Congreso (se mantiene abierta al p¨²blico seis d¨ªas a la semana) para ampliar mi conocimiento de Lewis Carroll, para un trabajo de literatura. Ped¨ª ocho libros y me entregaron todos, menos uno; hab¨ªa otra persona con intereses similares. Pero como me pas¨¦ muchas horas durante tres d¨ªas con este prop¨®sito, en uno de ¨¦stos, el libro fue devuelto.
Poder compartir libros, silla y mesa con los centenares de lectores que van a ese lugar cada d¨ªa me llen¨® de orgullo. Como dice el se?or Juli¨¢, las bibliotecas de una universidad es lo primero que te comentan para venderte las maravillas del lugar.
Pero esa actitud se encuentra en cualquier colegio, high school o colegio de primaria (todos los cat¨¢logos de publicidad tienen un cap¨ªtulo dedicado a la amplitud de su lista de libros).
Finalmente, el amor a los libros, en gran parte, viene del hogar donde hay libros y donde se encuentran padres que leen y que comparten su af¨¢n con sus hijos.
En eso todos vamos muy atrasados. Nadie, ni las instituciones, ni los maestros, ni la persona que te entrega los libros en la Biblioteca Nacional, ni los padres, se puede absolver de esta gran responsabilidad que debemos a los ni?os.- Antonia Hyde.
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