Sobre la pol¨ªtica de 'glasnost'
Las recientes especulaciones sobre las razones de la larga ausencia de la vida p¨²blica del dirigente sovi¨¦tico Mijail Gorbachov han puesto de manifiesto la desconfianza que a¨²n existe sobre la liberalizaci¨®n pol¨ªtica en la URSS. Los autores de este art¨ªculo se unen a esa desconfianza, que consideran pr¨¢cticamente insuperable, y la justifican en la propia esencia de la sociedad sovi¨¦tica.
En Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, el gran inquisidor ficticio le habla en¨¦rgicamente al silencioso Jes¨²s. Milagro, secreto y autoridad es la trinidad sobre la cual descansa el poder de la Iglesia, no su credo del amor. Stalin, el hist¨®rico gran inquisidor, desde?¨® de su arsenal el milagro por razones obvias que nada ten¨ªan que ver con el secreto y la autoridad, sino con el poder totalitario. Todo su inmenso imperio estaba envuelto en un secretismo tal que sus magnitudes reales y patol¨®gicas han sobrevivido ampliamente al propio gran inquisidor. Si Gorbachov tiene ¨¦xito, hasta el punto de triunfar y cumplir sus promesas seriamente con la pol¨ªtica de glasnost o transparencia que ha iniciado, los habitantes de la URS S podr¨¢n vivir bajo una sombra de Stalin menos amenazadora y sofocante.La mayor¨ªa de los ciudadanos de las democracias liberales no puede imaginar el alcance de la intransparencia en las sociedades sovi¨¦ticas, ni siquiera aquellos insatisfechos con su propio mundo, ni tampoco estando de acuerdo con el dogma marxista del fetichismo. Fue esclarecedor, incluso para nosotros, leer las memorias (en forma de entrevistas) de Andr¨¦as Heged¨¹s. Heged¨²s fue el primer ministro m¨¢s joven del mundo en la Hungr¨ªa, a¨²n estalinista, de 1955-1956, y despu¨¦s de la revoluci¨®n de 1956 le designaron jefe delegado del Centro de Estad¨ªsticas, el banco de datos de Hungr¨ªa encargado de informar al Politbur¨®. Cuando Hegedas describe la falsificaci¨®n sistem¨¢tica de los datos que van llegando, antes de publicarlos en el anuario de estad¨ªstica para consumo p¨²blico hace una interesante observaci¨®n. En las sociedades sovi¨¦ticas no puede hablarse de informes p¨²blicos falsos e informes secretos veraces. Esto sucede as¨ª" primero, porque no existen en absoluto criterios objetivos para evaluar el sector m¨¢s importante: la econom¨ªa. La segunda raz¨®n se halla en el hecho de que aun la recopilaci¨®n de los datos m¨¢s confidenciales constituye un proceso en el cual se va alterando desde un comienzo toda la informaci¨®n, de modo que las altas esferas dirigentes s¨®lo tienen ideas aproximadas sobre la marcha de los asuntos.
Hay dos tipos de intransparencia en la sociedad sovi¨¦tica. El primero puede ejemplificarse con el vac¨ªo que existe entre la realidad y la versi¨®n hecha p¨²blica sobre la situaci¨®n de la agricultura despu¨¦s de la colectivizaci¨®n devastadora llevada a cabo por Stalin. La Prensa sovi¨¦tica, en tiempos de Stalin, estaba repleta de informes triunfalistas sobre la abundancia producida por este modelo nuevo y superior de agricultura, aunque tanto los dirigentes como el pueblo eran conscientes de que la Uni¨®n Sovi¨¦tica padec¨ªa con regularidad una carencia de suministros de todo tipo de alimentos. Sin embargo, correr el velo que cubr¨ªa esta pesada intransparencia impuesta y enfrentar las cosas tal como eran no resultaba una tarea imposible. Cuando muri¨® Stalin y Jruschov comenz¨® una desestalinizaci¨®n pudo establecer con facilidad la existencia de datos y cifras m¨¢s o menos veraces y ciertamente desoladores. A medida que se van adivinando correctamente, a trav¨¦s del velo de la intransparencia, las dimensiones aproximadas de las calamidades, la plana dirigente puede tomar decisiones pol¨ªticas sobre la base de suponer exactamente lo contrario de lo que se hab¨ªa dicho p¨²blicamente.
M¨¢s compleja y, para el equipo gobernante, realmente comprometedora es el tipo de intransparencia que se ejemplifica en las estad¨ªsticas sovi¨¦tivas o, mejor dicho, en la falta de ¨¦stas en lo relativo a los estragos de la guerra en t¨¦rminos de destrucci¨®n material y p¨¦rdida de vidas humanas. La URSS, que, sin lugar a dudas, ha sido el pa¨ªs que m¨¢s sufri¨® en la II Guerra Mundial, es, al mismo tiempo, el ¨²nico que nunca ha proporcionado datos oficiales sobre la destrucci¨®n material y el n¨²mero de muertos. Tampoco resulta muy veros¨ªmil pensar que hay, guardados en cajas de seguridad, datos reales y cotejados que en su momento pudieron servir para orientar a los l¨ªderes sovi¨¦ticos en lo relativo a las zonas m¨¢s necesitadas durante la reconstrucci¨®n de posguerra, la curva demogr¨¢fica esperada, etc¨¦tera. Intransparencia de largo alcance como ¨¦sta paraliza a una direcci¨®n que ha asumido la responsabilidad de todas las decisiones que comprometen a la naci¨®n.
Llamas de Chernobil
Fue entre las llamas de Chernobil donde la intransparencia del segundo tipo se disip¨® tr¨¢gica y p¨²blicamente. Y, con la ventaja de una visi¨®n en perspectiva, es posible afirmar que Chernobil ha constituido el momento hist¨®rico en el cual la pol¨ªtica de glasnost se ha abierto paso y adquirido una cierta importancia. Hasta d¨®nde llegar¨¢ Gorbachov, nadie lo sabe; tal vez ni siquiera ¨¦l mismo. Sin embargo, cuando, despu¨¦s del tradicional silencio y confusas mentiras de los primeros d¨ªas, las autoridades sovi¨¦ticas se dirigieron al pueblo con una versi¨®n, al menos, de la cat¨¢strofe de Chernobil, cuando compartieron una parte, al menos, de su informaci¨®n confidencial con las agencias nucleares internacionales, ocurri¨® un hecho sin precedentes en la historia sovi¨¦tica desde los a?os veinte. Con ¨¦l se realiz¨® el lanzamiento de la pol¨ªtica de glasnost. El ala renovadora de los dirigentes sovi¨¦ticos se hab¨ªa cansado de que se les tuviera siempre en la sombra por ese secretismo.
?Qu¨¦ significa glasnost? ?Qu¨¦ es lo que no implica a¨²n? Ciertamente, glasnost significa que los expertos van a ser habitualmente consultados sobre todos los temas de importancia nacional, por encima de cualquier problema tecnol¨®gico. La r¨¢pida reconciliaci¨®n entre Sajarov y Gorbachov, una reconciliaci¨®n cuyo car¨¢cter incondicional ya ha sido criticado por algunos disidentes sovi¨¦ticos, puede explicarse por un patriotismo ruso-sovi¨¦tico y adem¨¢s por la creciente importancia de un intelectual con s¨®lido pensamiento. Este proceso se ha visto favorecido por nuevos fen¨®menos que afectan de manera global a toda la civilizaci¨®n moderna, m¨¢s all¨¢ de cualquier estructura pol¨ªtica. Chernobil tuvo una consecuencia mucho m¨¢s importante: el impacto destructivo de la energ¨ªa nuclear, aun para uso pac¨ªfico. Este peligro potencial hab¨ªa sido claramente considerado por los dirigentes sovi¨¦ticos como una cl¨¢sica lamentaci¨®n occidental sin ning¨²n fundamento, el rasgo t¨ªpico de una sociedad opulenta que vive demasiado bien y, por tanto, inventa temores y pesadillas. Un problema similar ha surgido con la propagaci¨®n del SIDA en la sociedad sovi¨¦tica, porque los editoriales de Pravda parecen no tener influencia sobre la epidemia. Otra consecuencia de la pol¨ªtica de glasnost podr¨ªa ser una disminuci¨®n en el exceso patol¨®gico del secretismo sovi¨¦tico, cuyo coste era enorme. No parece probable, por ejemplo, que bajo Gorbachov se prohiban las gu¨ªas telef¨®nicas, como lo fueron bajo Stalin y durante mucho tiempo despu¨¦s de su muerte, para contrarrestar las actividades recopiladoras de los servicios de inteligencia enemigos. Adem¨¢s, si las iniciativas econ¨®micas de Gorbachov, que a¨²n no son reformas, van un poco m¨¢s lejos, resulta inevitable una completa reforma impositiva. Con todo, la reforma impositiva y la total intransparencia en lo relativo a la renta y a los presupuestos del Estado, ambos en la cima y en la base, son mutuamente incompatibles. Por tanto, glasnost es una ola muy limitada, y tecnol¨®gicamente centrada, de esta apertura sovi¨¦tica despu¨¦s del prolongado reinado de Stalin y sus herederos ideol¨®gicos.
Claridad desde arriba
Parece claro lo que glasnost, "claridad desde arriba", no significa. No apunta a una abolici¨®n del monopolio de la toma de decisiones, firmemente mantenido en manos del aparato gobernante. El sistema del gran inquisidor ser¨¢ tal vez menos secretista, pero ciertamente no menos autoritario. Tampoco glasnost significa la creaci¨®n de una opini¨®n p¨²blica independiente, por la simple raz¨®n de que la opini¨®n p¨²blica libre no puede crearse ni concederse desde arriba.
Y, todav¨ªa, el surgir de un c¨ªrculo de p¨²blico con pensamiento cr¨ªtico es el problema crucial que hoy se plantea la URSS. Si la gente queda satisfecha con esta pol¨ªtica de glasnost, con una c¨²pula dirigente que peri¨®dicamente va haciendo p¨²blicos informes m¨¢s o menos sinceros sobre lo hecho en beneficio o perjuicio del pueblo, la democracia, en ese inmenso pa¨ªs, ni siquiera tiene posibilidades de futuro. Glasnost es un concepto meramente negativo, una concesi¨®n del gran inquisidor, quien, despu¨¦s del milagro, impuls¨® un excesivo e improductivo secretismo. Sin embargo, la opini¨®n p¨²blica, imperfecta como puede ser, es un concepto positivo. Denota acci¨®n ciudadana nuestra activa determinaci¨®n de llevar la luz a cada oscuro rinc¨®n de la vida social. Es, por tanto, nuestra propia creaci¨®n, no el regalo de una autoridad ben¨¦vola y condescendiente, sino inequ¨ªvocamente fuerte y paternalista.
es soci¨®loga y profesora de Filosofia. Ferenc Fechev es profesor de Est¨¦tica. Ense?an en la New School for Social Research d¨¦ Nueva York.
Traducci¨®n de C. Scavino.
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