John Wideman: "El ritmo es tan importante como la sintaxis"
Primera traducci¨®n al espa?ol del novelista norteamericano
En el mundo de John Wideman un cad¨¢ver puede pertenecer a m¨¢s de una persona, el tiempo es a¨²n menos concreto que en la realidad, los muertos hablan, existen los fantasmas y se producen hasta milagros. Pero lo que m¨¢s destaca en los libros de este profesor de literatura, al decir de la cr¨ªtica, es la m¨²sica; y, sin embargo, no distingue una corchea. "El ritmo es tan importante como la sintaxis", dice. Wideman ha estado en Espa?a para presentar en Sevilla su novela Sent for you yesterday, traducida al castellano como Homewood blues (Montesinos). Tambi¨¦n particip¨® en Liber 87 en un debate con Juan Benet sobre las herencias de Hemingway y Faulkner.
Sent for you yesterday... (Envi¨¦ a por t¨ª ayer...) es el comienzo de un verso de un blues de Count Bassie que sigue: ... here you come today (... aqu¨ª vienes hoy). Los personajes principales son pianistas, y la novela, en cierto medido una alegor¨ªa de c¨®mo una m¨²sica puede preservar una cultura, una concepci¨®n del mundo. As¨ª, para Wideman "la m¨²sica es muy conservadora".Y la cultura que Wideman quiere conservar y ayudar a enriquecer es la negra norteamericana. Piensa que existe un idioma negro, "que no es exactamente un idioma", en el que se reconocen tanto los obreros de Detroit como los recogedores de algod¨®n de Misisip¨ª, de la misma forma que existe una tierra onginal de la que parte esa cultura, y que en este caso es m¨¢s imaginaria que para otras culturas. En cualquier caso, "es m¨¢s interesante para m¨ª", dice, "que la tierra sea un concepto de la imaginaci¨®n".
Su ingl¨¦s es tan ortodoxo y preciso como puede serlo el de un novelista que adem¨¢s es profesor de literatura en la universidad de Massachussets, pero ¨¦l dice que, para hablarlo, traduce desde su idioma negro, e intenta hablar el "americano medio" de Walter Cronkite (locutor de televisi¨®n muy conocido). Hoy por hoy, explica, es imposible vivir en Estados Unidos sin estar expuesto a ese idioma negro cuya influencia no es s¨®lo visible en la m¨²sica.
A sus 43 a?os, Wideman tiene la mirada inteligente que se les supone a los intelectuales, las manos llenas de matices del artista, y el metro noventa y las espaldas de un jugador de rugby. Aunque es amable, sugiere lo suyo la siguiente an¨¦cdota: cuando un representante del centro cultural Washington Irving pregunta al periodista si no importa que se quede a escuchar la charla, Wideman le dice al representante que ¨¦l tambi¨¦n deber¨ªa tener algo que decir.
Wideman debati¨® en Liber 87 con Juan Benet sobre las herencias de Hemingway y Faulkner, una propuesta, seg¨²n ¨¦l, tan buena como cualquier otra para comenzar a hablar.
A¨²n as¨ª, Wideman se encontrar¨ªa en la herencia de Will¨ªam Faulkner, un mundo de perfiles borrosos en el que la novela se concibe "como una especie de omnibus".
Babelia
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