El Real Madrid se olvid¨® la tartera
No habr¨ªa estado mal ayer que, quiz¨¢s por el minuto 35 de partido, los jugadores del Madrid, los del banquillo claro est¨¢, hubieran sacado la tartera, tomado los cubiertos, ajustado la servilleta en el cuello, y engullido un peque?o refrigerio. Pero no ten¨ªan tartera a mano porque no era esa la cuesti¨®n. La cuesti¨®n era que, en ciertos partidos el Madrid, sus jugadores, parecen que cumplen un trance laboral: hacen su cometido -ganar el partido-, fichan en la cancha, y nada m¨¢s, terminan y van para casa. El p¨²blico ayer vio poca cosa, poco espect¨¢culo: s¨®lo que Simpson es el rey de la carambola y el Madrid, a¨²n, no es una m¨¢quina bien ajustada.Fue como un partido que se resolvi¨® de oficio, o por oficio. Y, adem¨¢s, fue un poco a tirones, a trancas y barrancas, se?al de mal juego general porque el TDK Manresa carece de un dominio suficiente del tempo como para imponer instantes de presi¨®n sobre el rival y, por tanto, forzar un encuentro de esos de ida y vuelta. Empez¨® en 16-5, lleg¨® al 16-15, se extendi¨® en un 51-31, se alarg¨® a¨²n m¨¢s (72-47) y volvi¨® a cortarse (88-75) para terminar sobre la barrera de los 20 tantos, que era lo m¨ªnimo esperado.
En este Madrid sin tartera se pudo comprobar que, efectivamente, abundan los elementos, pero un tanto desconexos. El p¨²blico ve a jugadores que salen a escena, pero un tanto sin concierto. Entran y salen o salen y no vuelven a entrar. Se ve a Llorente y se le deja de ver, lo mismo que a Briukov, que sale para no volver a entrar. Cargol entra con ganas, pero se sienta a los breves minutos para gastarlas en el banquillo, y as¨ª sucesivamente. S¨®lo Antonio Mart¨ªn dispuso de 32 minutos de juego, dado que Romay se carg¨® de personales: cogi¨® 13 rebotes en total y recibi¨® alguna mal¨¦vola e interesante mirada de Branson.
Y entre entrada y salida, un juego insuficiente y todav¨ªa sin personalidad, donde el ¨²nico ensayo malogrado radic¨® en algunas escenas de defensa 1-3-1, que parece ponerse de moda en este campeonato. Pero el Madrid, ante un rival inferior, no dio vistosidad a sus acciones, apenas practic¨® el contraataque, y resolvi¨® por la mejor calidad de sus jugadores. En esa tesitura, la frialdad de Alexis -que empez¨® muy bien con tres triples casi consecutivos- tampoco contribuye a mejorar el espect¨¢culo. Juegan y ganan, s¨ª. Llevan algo as¨ª como 18 partidos invictos, pero el estilo se ha diluido un tanto, y la belleza tambi¨¦n.
Mientras tanto, el TDK cumpl¨ªa tambi¨¦n, llevaba con dignidad el papel de perdedor mientras Simpson, poco a poco, iba solucionando jugadas en su peculiar estilo. Est¨¢ claro que hace cosas dif¨ªciles, que consigue triples de esos que llaman estratosf¨¦ricos, y que es el rey de la carambola; al fin y al cabo porque cualquier bal¨®n rebotado termina recalando, no se sabe porqu¨¦ extra?a ciencia, en sus manos: a la postre, por que cualquier pase perdido, rebote sin due?o o pelota al azar busca su mano. Simpson, inicialmente silvado por su pasado azulgrana, termin¨® recibiendo cari?osos aplausos del respetable. Y es que Simpson no va a la cancha con tartera, cumple con mucha dedicaci¨®n y busca el espect¨¢culo. En el Madrid, a estas alturas, m¨¢s parece que curran, pero no que juegan por dar gusto a la concurrencia.
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