Nace 'El Globo', una revista al encuentro del mundo

Cincuenta y cinco periodistas, cuya media de edad no rebasa los treinta a?os, preparan estos d¨ªas en Madrid la salida de El Globo, una revista de informaci¨®n general que surge con el prop¨®sito de ir al encuentro del mundo. Con sede en la Gran V¨ªa, El Globo tiene una redacci¨®n central luminosa y abierta y cuenta con corresponsales propios en las principales capitales extranjeras. Su prop¨®sito, explicado por su director, Eduardo San Mart¨ªn, es el de competir en el dificil mercado espa?ol ofreciendo al lector una publicaci¨®n bien escrita. El primer n¨²mero de El Globo estar¨¢ en la calle, en toda Espa?a, a primera hora del viernes d¨ªa 9 de octubre. La empresa que lo edita es Promotora General de Revistas (PROGRESA), perteneciente al mismo grupo que PRISA, editora de este peri¨®dico.

Obras de Chillida, T¨¢pies y Guerrero, entre otros, presiden la distendida reuni¨®n matinal de los principales responsables de El Globo. Eduardo San Mart¨ªn, un manchego de 40 a?os a quien su padre cri¨® haciendo peri¨®dicos, preside la discusi¨®n con la tranquilidad que forma parte de su estilo profesional. Hay pocas cosas que ultimar, porque el primer n¨²mero parece encarrilado y la reuni¨®n del viernes pasado, a la que nosotros asistimos, se dedica casi exclusivamente a confirmar que la cosa marcha.Alguien ha so?ado que se ha destapado el candidato presidencial mexicano, y no es extra?o que a¨²n no se le haya desvanecido el sue?o, porque a las diez de la ma?ana sigue siendo demasiado temprano en la Gran V¨ªa. Hay alg¨²n susto porque el t¨¦lex ha machacado el largo trabajo de un enviado especial y cierta decepci¨®n porque el correo internacional se duerme absolutamente durante los fines de semana.

El jefe de Cultura destapa nombres que parecen una norma de conducta de lo que ha de ser la revista: los Rolling Stones se mezclan con Enmanuel Kant, Pedro Almod¨®var o Antonio Gramsci y en la secci¨®n de Tiempos Modernos se vive pendiente tanto de la biotecnolog¨ªa como de la geograf¨ªa ins¨®lita del fondo de los lagos europeos. Y el responsable de Negocios desgrana tambi¨¦n los nombres que hoy son imprescindibles para tener una aceptable cultura econ¨®mica internacional.

En la redacci¨®n, un equipo de periodistas que procede de todas las regiones espa?olas, cierra la edici¨®n del primer n¨²mero. Jos¨¦ M¨¦ndez, un asturiano de 30 a?os, que ha publicado poes¨ªa, habla con escritores para hacer un chequeo a la cultura literaria espa?ola; Miguel ?ngel Nieto, un periodista abulense de 26 a?os que ha vivido de cerca la revoluci¨®n nicarag¨¹ense, persigue una historia de pol¨ªtica nacional y ya piensa en el n¨²mero dos. Juan Ram¨®n Iborra, un granadino de 33 a?os que desempe?a la jefatura de la secci¨®n de Sociedad, autor de dos novelas y con larga experiencia en todos los medios, est¨¢ empe?ado en saber qu¨¦ hay en el fondo de los lagos, y como empieza a trabajar muy temprano es probable que nos lo cuente en este mismo n¨²mero.

Es Iborra el que define lo que todos piensan de la aventura period¨ªstica en la que andan empe?ados. Dice, todav¨ªa sin despojarse de la chaqueta, antes de sentarse en la silla azul a?il que distingue a la redacci¨®n de El Globo, que ¨¦l entr¨® en la revista "porque me pidieron que hiciera una apuesta. Y la estamos haciendo. Y adem¨¢s nos divertirnos". "Qu¨¦ co?o", a?ade despu¨¦s, "nos divertirnos pero curramos un mont¨®n; casi dormimos aqu¨ª".

Apostar y creer

"S¨ª, casi dormimos aqu¨ª, pero lo hacemos como un equipo, de modo que no importa tanto". Lo dice el director, que entra en la redacci¨®n poco antes de la reuni¨®n de la ma?ana y escucha lo que ha dicho Iborrra.

"S¨ª, es una apuesta importante, y todo el mundo lo ha asumido as¨ª en la revista. Puede parecer presuntuoso pero es as¨ª. Trabajamos much¨ªsimas horas porque creemos en lo que estamos haciendo. Esta apuesta es un desaf¨ªo hermoso: tratar de entrar en un mercado muy complicado, donde competiremos con revistas de informaci¨®n general en sentido estricto y con otras que son vistas por el p¨²blico tambi¨¦n como tales, aunque su estructura y contenido sean diferentes".

Las armas con las que el equipo de El Globo pretende abrir una brecha en ese mercado son, seg¨²n San Mart¨ªn, "la profesionalidad y la racionalidad", aunque esto, como dice Manuel Rivas, "no quiere decir en absoluto que nos guiemos, al menos en el terreno de la cultura, por criterios cartesianos. Todo lo contrario: nosotros queremos mezclar a los Rolling con Emmanuel Kant, y ¨¦sa es una divisa". Este "hermoso desaf¨ªo" se acomete, dice San Mart¨ªn, "sin alharacas. Nosotros no vamos por ah¨ª con un coro de acompa?amiento que cante nuestras virtudes, sino que salimos a la calle con la pretensi¨®n, pura y exclusiva, de hacer un semanario de informaci¨®n general. Y sabemos que va a ser dif¨ªcil".

Vocaci¨®n global

El reto al que se enfrenta El Globo parte, seg¨²n San Mart¨ªn, de una seguridad. "Creemos que si un peri¨®dico como EL PA?S, con el que tenemos una vinculaci¨®n empresarial, es el m¨¢s vendido de Espa?a, El Globo, que se basa en los mismos principios profesionales e ideol¨®gicos, deber¨ªa encontrar su sitio".

El Globo pretende hacerse ese sitio cumpliendo con lo que llevaimpl¨ªcito en su mancheta: "Queremos hacer", dice San Mart¨ªn, "un semanario de informaci¨®n general que realmente responda a ese t¨ªtulo y que se dedique verdaderamente a ir al encuentro del mundo. Creo que en las revistas y en los peri¨®dicos espa?oles se muestra un exceso de preocupaci¨®n por temas muy concretos de la pol¨ªtica nacional. Nosotros pretendemos abrir el espectro y consideraremos interesantes cuestiones que hoy apasionan a amplios sectores de la sociedad y que no aparecen tratadas en la Prensa. Vamos a dar buena informaci¨®n econ¨®mica, accesible para el com¨²n de los lectores; tendremos una informaci¨®n internacional propia, a trav¨¦s de corresponsales que no compartiremos con nadie. Y la informaci¨®n cultural, que ser¨¢ muy importante".

La informaci¨®n cultural cubre la cuarta parte de la revista, y es la que m¨¢s quebraderos de cabeza trae porque incluye una gu¨ªa para seguir los acontecimientos culturales que quiere ser exhaustiva y variada, y ¨¦se es un tema inagotable, que jam¨¢s se cierra. "Fundamentalmente, lo que queremos hacer con la cultura", dice el director, "es hacerla nuestra; no queremos que la cultura oficial sea la que imponga nuestro temario; trataremos siempre de ir por delante, con nuestra propia apuesta, con la apuesta cultural de una nueva generaci¨®n". Para complementar con la opini¨®n ajena ese espectro cultural por el que apuesta El Globo, el redactor jefe de Opini¨®n, ?ngel S¨¢nchez Harguindey, madrile?o de 41 a?os, que fue fundador de EL PA?S y de cuya secci¨®n de Cultura fue responsable, cuenta "con lo m¨¢s sobresaliente de las firmas espa?olas y extranjeras, que dar¨¢n su an¨¢lisis de los m¨¢s diversos acontecimientos, cotidianos o impulsados por nosotros".

"Lo que queremos es reflejar los signos de identidad de nuestra civilizaci¨®n, y complementar todo ello con la informaci¨®n nacional b¨¢sica que debe ir en toda revista de nuestras caracter¨ªsticas. Yo me niego a pensar que una informaci¨®n general, internacional o cultural no vendan una revista y que s¨®lo la venda una portada de tema nacional. Nosotros vamos a procurar acabar con ese lugar com¨²n".

El placer de leer

Adem¨¢s, El Globo quiere ser una revista tranquila, "que se quede en la casa todos los d¨ªas de la semana, y no una revista que se hojee y se tire. Queremos", dice el director de la publicaci¨®n, "que la gente recupere con nosotros el placer por leer. Por mucho que avance la t¨¦cnica, la apuesta de la Prensa escrita frente a otros medios es justamente la escritura, y yo creo que la escritura est¨¢ bastante maltratada. Queremos hacer una revista que trate al lector como a un adulto. Yo tengo a veces la impresi¨®n de que se trata al lector como si fuera un menor de edad". Santiago P¨¦rez. D¨ªaz, madrile?o de 43 a?os, jefe de Edici¨®n de El Globo, es el encargado de cuidar que eso sea posible, y para ello dirige un equipo que reescribir¨¢ con un estilo com¨²n, "tirando a culto" y adecuado la informaci¨®n que recibe la revista.

Sus periodistas

La redacci¨®n de El Globo proviene de m¨²ltiples sitios. El 20% de sus redactores procede de EL PA?S. Otros han llegado de agencias de prensa, diarios y otras revistas. En este ¨²ltimo caso, es destacada la incorporaci¨®n de Rom¨¢n Orozco, un jiennense -de un pueblo bastante impronunciable: Iznatoraf- de 42 a?os, que con el de El Globo asiste "a mi octavo alumbramiento: siete siguen vivos y uno se ha muerto".

Eduardo San, Mart¨ªn, que en esta profesi¨®n de quijotes suele aparecer pertrechado con la armadura de Sancho Panza, est¨¢ francamente satisfecho de la conclusi¨®n que sac¨® de sus contactos para formar la redacci¨®n. "Para contratar a esta gente he visto a muchos periodistas. Y he comprobado que existe una generaci¨®n de periodistas posterior a la nuestra -en la que el periodismo y la pol¨ªtica iban demasiado juntos- que tiene una desenvoltura envidiable, una mirada diversa, atra¨ªda por multitud de hechos que no figuraban antes en el espectro de nuestras preocupaciones. ?sa es la generaci¨®n que va a hacer la revista, y eso se va a notar".

?Y cu¨¢l es la vinculaci¨®n de El Globo con EL PA?S? "Empresarial e ideol¨®gica. No hay otras vinculaciones; ni siquiera compartimos servicios. Absoluta independencia. Desde el punto de vista, de la historia de ambos medios, por otra parte, yo creo que EL PAIS marca una ¨¦poca dominada por la autocontemplaci¨®n espa?ola, que es la etapa de la transici¨®n. El Globo es el mundo, y puede incorporarse a una, ¨¦poca dominada por la mirada exterior. Salimos, y no es ret¨®rica, al encuentro del mundo".

" 'Con EL PA?S compartimos", dice Eduardo San Mart¨ªn, " cuatro o cinco puntos b¨¢sicos: la defensa intransigente de la libertad, la afirmaci¨®n de que, la libertad es indivisible, de modo que la libertad de Prensa es inoperante sin las dem¨¢s, la convicci¨®n de que el derecho a la informaci¨®n no es patrimonio exclusivo de los periodistas o de sus empresas, y la lucha porque Espa?a siga en el mundo de las naciones libres".

El dise?o de la revista es una s¨ªntesis de una serie de aportaciones nacionales y extranjeras. "El objetivo", dice el director, "es facilitar la lectura. El dise?o, creo yo, es como un buen ¨¢rbitro de f¨²tbol: el mejor es el que pasa inadvertido".

Jes¨²s Ceberio, 41 a?os, de Hondarribia (Guip¨²zcoa), es el subdirector de El Globo. Procede de EL PA?S, donde fue sucesivamente corresponsal en Euskadi y en M¨¦xico y redactor jefe. Ceber¨ªo define muy bien cu¨¢l es el ambiente general de una redacci¨®n a punto de alumbrar un producto nuevo: "Me met¨ª en esto porque era una aventura que desembocar¨ªa en la creaci¨®n de algo nuevo. Lo hemos tenido que inventar todo en dos meses: un estilo, una tecnolog¨ªa, un equipo con gente de la procedencia m¨¢s diversa. ?Y c¨®mo quieres que est¨¦ pocos d¨ªas antes de que esto se vea? Pues, loco".

Motivaciones

Manuel Rivas tiene unas ra¨ªces gallegas muy profundas, pero se vino a El Globo. ?Por qu¨¦? Su respuesta recuerda a la de su colega Iborra: "Era La aventura profesional m¨¢s apetecible de las que pudiera haber por ah¨ª. Vitalmente me resulta costoso, pero valor¨¦ m¨¢s el componente de nomadismo que hay en todo gallego, y aqu¨ª estoy. Creo que es una revista que define bien mi tiempo, sin dogmas ni cartesianismos obsoletos. Y adem¨¢s me preguntan mi opini¨®n todos los d¨ªas a ver c¨®mo la hacemos, y a eso yo no estaba acostumbrado".

Miguel ?ngel Nieto -lo tiene igualmente claro: "Aqu¨ª est¨¢ la gente de mi generaci¨®n y creo que es un medio serio en el que puedo desarrollar lo que es una obsesi¨®n profesional: el ejercicio de la libertad de las ideas". Jos¨¦ M¨¦ndez, asturiano de 30 a?os, de la secci¨®n cultural, se halla satisfecho de un titular que sali¨® en un n¨²mero cero y que define el nuevo lenguaje que trata de imponer la revista: "Regresa el texto". Como viene de Oriente -de Jap¨®n, donde estuvo seis a?os como corresponsal de Efe- el responsable de Espa?a, David Corral -burgal¨¦s de 42 a?os, natural de otro pueblo impronunciable: Fuenteurbel del Tozo-, cuenta un ap¨®logo para explicar por qu¨¦ est¨¢ aqu¨ª: "Un d¨ªa me dijo un amigo que al leer las revistas espa?olas sent¨ªa como que se mov¨ªan las baldosas. Y aqu¨ª tengo la impresi¨®n de que no se van a mover las baldosas".