La ineficacia de la hipocres¨ªa
Nuestra sociedad es muy hip¨®crita: fomenta los vicios y luego pretende castigarlos. Pero esto ¨²ltimo no lo hace eficazmente, sino de modo eventual y sin ir a la ra¨ªz de las cosas. Y esto pasa en todos los pa¨ªses.Ahora est¨¢ interesada la opini¨®n p¨²blica en el caso de prostituci¨®n de unas menores en Valencia. Bien est¨¢. Pero que no se quede el incidente s¨®lo en eso: en una an¨¦cdota que hoy escandaliza y ma?ana se olvida, sin haber hecho nada decisivo para evitar no s¨®lo que se repita, sino que contin¨²e, porque el problema est¨¢ ah¨ª. En Espa?a existe la prostituci¨®n infantil y no se hace nada definitivo para erradicarla. En Madrid -y en otras grandes ciudades- todo el mundo sabe de c¨¦ntricas calles y zonas donde de d¨ªa o de noche pululan adolescentes y j¨®venes que se venden al ocasional postor.
Pero aclaremos antes que ni?o es, seg¨²n el proyecto de convenci¨®n de la ONU relativa a los derechos del ni?o, "todo ser humano desde el momento de su nacimiento hasta los 18 a?os de edad" (junio de 1987). Y uno de los derechos b¨¢sicos, reconocidos en ¨¦l, es que los Estados "se comprometen a proteger al ni?o contra todas las formas de explotaci¨®n y abuso sexual", para lo cual tomar¨¢n todas las medidas que impidan "la inducci¨®n o la coacci¨®n" del ni?o a este tipo de actos y tambi¨¦n "la explotaci¨®n del ni?o en espect¨¢culos y publicaciones pornogr¨¢ficas".
?ste es el esp¨ªritu que debe guiar a nuestro pa¨ªs. Y no ser hip¨®critas para quedarnos tranquilos suscribiendo ma?ana la letra de este acuerdo internacional, y hoy diciendo a los cuatro vientos que ¨¦sta es nuestra intenci¨®n y nuestro deseo.
Ahora bien, ?es suficiente aceptar este tipo de declaraciones? No; no nos olvidemos del sabio consejo de Lao Ts¨¦: "Cuantas m¨¢s leyes, m¨¢s ladrones". Hoy nos est¨¢ pasando esto en Espa?a a muchos niveles. Todo lo esperamos de la ley. Y ciertamente ¨¦sta es necesaria con tres condiciones: que sea clara, breve y actual. Justamente lo que no pasa con lo relativo al menor. Tenemos una legislaci¨®n sobre la mendicidad del a?o 1903 y una legislaci¨®n sobre el menor de 1948, marcada por la mentalidad propia de la dictadura franquista. ?No tendr¨ªamos -por eso- que acelerar, como asunto prioritario, el poner al d¨ªa esto? Y no s¨®lo hacer una ley penal del menor para el que comete delitos, sino ante todo habilitar una ley de protecci¨®n del menor y de sus derechos, que quedan siempre en las nubes de las declaraciones internacionales aceptadas en nuestra Constituci¨®n (art¨ªculo 39.4), pero inoperantes al no venir desarrolladas por ninguna ley concreta. As¨ª se combatir¨ªa la explotaci¨®n (mendicidad, trabajo, exhibici¨®n en espect¨¢culos, etc¨¦tera); el maltrato f¨ªsico y ps¨ªquico, tal como hoy ocurre crecientemente en nuestra sociedad desarrollada; los abusos sexuales contra el ni?o y el o la adolescente, o su utilizaci¨®n como intermediario de la droga.
Se trata, antes que nada, de percatarse de la magnitud del mal y ponerle el remedio social que corresponde. ?Sabemos que en el mundo hay 100 millones de ni?os abandonados por sus padres o huidos de sus casas, que engrosan el ej¨¦rcito de los ni?os de la calle? En Nueva York todas las noches hay 30.000 j¨®venes,que duermen encima del asfalto por no tener donde cobijarse. ?sa es precisamente la carne de ca?¨®n para la droga, la delincuencia y la prostituci¨®n. Y en el noroeste de Brasil anualmente entran en el mundo de la prostituci¨®n 50.000 j¨®venes, seg¨²n la Federaci¨®n Abolicionista Internacional, calcul¨¢ndose en el mundo tres millones de menores de 15 a?os que la ejercen.
Hemos de poner al d¨ªa nuestra legislaci¨®n, pero ante todo informar a la opini¨®n p¨²blica, inquietarla constantemente, para que el ciudadano tenga medios de colaborar a la erradicaci¨®n de este mal conoci¨¦ndolo mejor, y, adem¨¢s, sepa c¨®mo hacerlo, porque hoy -por lo confuso de la legislaci¨®n, por la inoperancia del mecanismo p¨²blico y por falta de voluntad en el ciudadano- no ponemos los medios adecuados para combatir la prostituci¨®n infantil.
Me pregunto ingenuamente muchas cosas: ?no sab¨ªa ning¨²n familiar lo que les estaba ocurriendo a estas ni?as de Valencia?, ?no hab¨ªa ning¨²n vecino para denunciar el caso al Tribunal Tutelar de Menores?, ?no se percataba ninguna autoridad municipal de este mal?
Pues si ¨¦sta es nuestra ignorancia, algo est¨¢ fallando en nuestra educaci¨®n y responsabilidad como padres, como ciudadanos y como responsables c¨ªvicos.
Pregunt¨¦monos por fin: ?hemos analizado las causas personales y sociales que dan lugar a este fen¨®meno?
En el cliente hemos de desvelar el af¨¢n morboso de emociones nuevas que desarrolla con su v¨ªctima (pues se puede decir que la prostituida o el prostituido es una v¨ªctima social consciente o inconscientemente); hay que conocer lo que se ha investigado sobre las causas de este fen¨®meno, y que fundamentalmente son dos: la violencia familiar o la violencia social. En lo familiar: 1) ante todo la educaci¨®n falta del afecto necesario, o el hecho de desatender el padre los problemas del ni?o (Hugo de D'Aris en Revue Abolitioniste); 2) los ni?os abandonados, parcial o totalmente, por sus padres (Bureau I. C. de l'Enfance); 3) el alcoholismo o la droga en los padres; 4) el maltrato infantil, f¨ªsico y ps¨ªquico (doctor Calvo, El ni?o maltratado).
Y as¨ª el ni?o se ve impulsado a veces a huir de este ambiente irrespirable, y caer muy probablemente en la prostituci¨®n.
En lo social: 1) el medio ambiente negativo, y sin un m¨ªnimo de ¨¦tica c¨ªvica; 2) los bajos salarlos de los padres, o el paro; 3) la frustraci¨®n del joven que no ve porvenir para la vida normal que anhela; 4) la doble moral oportunista de la sociedad, que habla de un modo y act¨²a de otro precisamente en quienes deb¨ªan ser sus modelos; 5) el erotismo desenfrenado y la pornograf¨ªa, que producen un aprendizaje social negativo (Bandura); 6) el considerar al otro como un objeto y no como una persona a respetar. Y as¨ª la ni?a est¨¢ abocada a ser violada por su padre (el 4%), o por alg¨²n desconocido, o por un patrono o por su amigo (el 30%), para luego ir por el camino de la prostituci¨®n.
La joven prostituida -o el joven- no han conocido por lo regular en sus ambientes el verdadero y desprendido amor que acoge: ah¨ª est¨¢ el caso de las call girls en EE UU analizado por Ira Reiss. Y ya no sabr¨¢n amar en el futuro, viendo el mundo nada m¨¢s bajo el prisma de la explotaci¨®n y la competencia. Y, por eso, se entregan al mejor postor; o la familia se deja llevar por el negocio que la sacar¨¢ de sus apuros econ¨®micos; o alg¨²n listo, h¨¢bilmente, coaccione a la inexperta joven o al inexperto adolescente, para derivar a la f¨¢cil y remunerada v¨ªa de la prostituci¨®n.
?se es el panorama que tienen que superar en nuestro pa¨ªs la autoridad, el padre o la madre de familia y el ciudadano.
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