Karpov se veng¨®, con su primera victoria, de la 'tortura' sufrida en la octava partida del encuentro anterior
"Karpov nunca olvida una derrota. Pero no s¨®lo en ajedrez, sino tambi¨¦n en billar, en tenis, en bridge o en cualquier otro pasatiempo". Son palabras de Alexander Roshal, el bi¨®grafo -o m¨¢s bien hagi¨®grafo- de Karpov. El mi¨¦rcoles, el ex campe¨®n se veng¨® de la tortura que Kasparov le hizo pasar hace un a?o en Londres durante la octava partida del enfrentamiento que ambos maestros sostuvieron. Aquella partida fue tan extraordinaria y dram¨¢tica como la disputada el mi¨¦rcoles en el teatro Lope de Vega de Sevilla.
En ambos casos, muchas butacas de espectadores permanecieron vac¨ªas durante casi toda la tarde, porque sus primeros ocupantes prefirieron estar en la sala de an¨¢lisis por dos motivos: para desentra?ar la complejidad de la partida escuchando a los grandes maestros y para desahogar su emoci¨®n, totalmente reprimida en el silencio del teatro.En la partida de Londres, Karpov qued¨® paralizado ante el tablero cuando todav¨ªa le quedaban 11 jugadas que realizar en dos minutos para superar el control de tiempo. Su posici¨®n era claramente desventajosa, pero ¨¦se era un problema secundario. Lo peor no estaba en la mesa, sino en su cerebro, que se negaba a transmitir ¨®rdenes a su mano derecha. Fueron unos momentos dram¨¢ticos para el ex campe¨®n.
Sus analistas no cre¨ªan lo que ve¨ªan e intentaban reprimir a duras penas el grito estent¨®reo que les sal¨ªa de los pulmones: "?Pero, Tolia, mueve de una vez!". Pero Anatoli Eugenievich no movi¨® y los minutos se agotaron. Karpov, uno de los jugadores con mejores reflejos en la historia del ajedrez, hab¨ªa perdido por tiempo. Realmente, era una derrota muy dolorosa.
Anteayer, el bumer¨¢n volvi¨® a su lugar de origen, impulsado por el viento vengativo de Karpov. ?ste, preguntado hace a?os sobre qu¨¦ har¨ªa si un martes 13 se cruzara un gato negro en su camino, respondi¨®: "El n¨²mero 13 me da buena suerte. En cuanto al gato, procurar¨ªa evitarlo, no porque yo sea supersticioso, sino para no tener que pensar sobre lo que pasar¨ªa si no lo evito".
Diab¨®lica jugada
Es muy probable que en la v¨ªspera de la partida de ayer, martes 13, Karpov y sus ayudantes dieran los ¨²ltimos toques a la diab¨®lica receta que ten¨ªa preparada contra Kasparov. Es posible que el gato al que se oy¨® maullar anteayer en el teatro Lope de Vega, ante la desesperaci¨®n de los ¨¢rbitros y el regocijo de los espectadores, fuera negro. En cualquier caso, el ansia vengativa de Karpov super¨® a la superstici¨®n.Ciertamente, la d¨¦cima jugada de Karpov es muy buena, pero su verdadera intenci¨®n se reflej¨® en el reloj. Kasparov, otro superdotado para el ajedrez r¨¢pido, qued¨® paralizado durante una hora y 20 minutos. La t¨®pica niebla de Londres oscureci¨® de pronto un tablero en Sevilla. Karpov esboz¨® una t¨ªmida sonrisa mientras paseaba por el escenario.
La semilla de la venganza empez¨® a germinar en ese momento y brot¨® cuando Kasparov se olvid¨® de parar su reloj tras efectuar su jugada 26. Es casi seguro que Karpov se dio cuenta de ello, pero la situaci¨®n, y sobre todo el grado casi inhumano que ha alcanzado su rivalidad con Kasparov, no permit¨ªa esas caballerosidades.
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