Cuello de caballo

S¨®lo unas palabras para comentar la rese?a aparecida en EL PA?S en la separata Libros, del 8 de octubre, acerca de Cuello de caballo, por Pete Townshend. Cada cual es muy libre de opinar lo que quiera, y no ser¨¦ yo tampoco quien afirme que Pete Townshend es un eximio escritor (creo que basta con que sea uno de los mejores creadores del rock brit¨¢nico). Pero si el an¨®nimo autor de la rese?a tuviera la m¨¢s m¨ªnima idea acerca de las lucubraciones est¨¦ticas y religiosas de Townshend, sabr¨ªa que las im¨¢genes on¨ªricas del libro no tienen nada que ver con la hero¨ªna (caballo) y todo con la peculiar forma de misticismo que Townshend practica como seguidor de la secta del gur¨² indio Meher Baba (1894-1969), que afirmaba ser el Avatar o encarnaci¨®n de la divinidad en esta ¨¦poca, y que mantuvo un voto de silencio desde 1925 hasta su muerte (mucha de la supuesta filosof¨ªa de Baba se refleja en Tommy y en otras composiciones de Townshend). A?adir¨¦ que los seguidores de Baba se llaman a s¨ª mismos sus amantes, y no sus fieles, y que frecuentemente simbolizan a su Avatar bajo la imagen de un caballo blanco (lo cual quiz¨¢ le aclare algo a su rese?ante). Todo esto puede parecer bastante m¨¢s risible que el consumo de estupefacientes, y la confusi¨®n no tendr¨ªa importancia si no fuera por la frecuencia con que se echa mano del t¨®pico de la droga para explicar cualquier canci¨®n o escrito de un m¨²sico de rock. La persistencia del prejuicio contra la m¨²sica rock por su supuestamente necesaria conexi¨®n con la droga s¨®lo es equiparable a la del culto necrof¨ªlico que la industria y algunos apologistas del rock rinden a los m¨²sicos muertos por sobredosis.-