Sofico
Fue el ed¨¦n hortera de cuando entonces, hace 15 a?os, o 20, fue el sue?o despierto del franquismo sociol¨®gico, una eternidad quincenal de playas de paella y apartamentos donde el mar se confund¨ªa con la marina pintada en la pared. Hoy, Sofico es Peydr¨® en una silla de ruedas, el fraude aplazado un siglo, el juicio empantanado un milenilo y el caballito de mar (emblema de nuestras vacaciones desarrollistas y franquistas), disecado en nuestro museo interior de ciencias naturales y para¨ªsos artificiales. Ma tesa, Sofico, Rumasa. Y tantos. Y tantas. La felicidad mentida de cuando entonces. Lo cual que Rumasa, o sea Ruiz-Mateos, me escribe desde el trullo: "Mi querido Paco: Muchas gracias por tu recuerdo. Mi cari?o para Espa?a. A mi autosacrificio carcelario se ha unido la crueldad y actitud despiadada e inhumana del juez (ilegible), que ha antepuesto su orgullo personal a las leyes, el derecho, la comprensi¨®n, la justicia, la prudencia y la sensatez. Toda una canallada y una infamia. Pero no claudicar¨¦ en mi guerrilla. Un abrazo entra?able". El membrete le rubrica como marqu¨¦s de Olivara. El juicio de Sofico se inicia 13 a?os despu¨¦s de que se descubriera el esc¨¢ndalo. Era yo un reportero audaz cuando me mandaron del Ya, felices sesenta, a investigar algo del caballito de mar, en Ferraz, donde ten¨ªan las oficinas. S¨®lo saqu¨¦ en limpio unos cuantos folletos tur¨ªsticos, muy vistosos, que me dio una empleada, y a los que a?ad¨ª mis personales reticencias. Ahora, con tanta demora, aparecen procesados los Peydr¨® padre e hijo. Parece que Sofico ten¨ªa/tiene un agujero negro de algunos miles de millones de pesetas, o as¨ª.Pero Sofico s¨®lo es el caballito emblem¨¢tico de la felicidad impuesta, artificial y franquista, que todav¨ªa alarga sus halagos entre el socialismo sociol¨®gico. Lola Flores, autoidentificada con Espa?a, resulta que le ha estafado a Espa?a una locura de millones (no quiero emborronar esto de cifras). Sofico, Lola Flores y Matesa eran los tres polos de desarrollo de nuestra felicidad quincenal, y lo han seguido siendo muy adentro de la democracia. O sea, el desarrollo tur¨ªstico (Sofico), el desarrollo folkl¨®rico (Lola/Espa?a) y el desarrollo industrial en el mundo (Matesa). Dice el dicho que dura poco la alegr¨ªa en casa del pobre. Dura mucho, pero es fictic¨ªa, prefabricada, caediza. Los grandes tenderetes de la felicidad tardofranquista est¨¢n siendo sustituidos hoy por una felicidad m¨¢s espont¨¢nea y callejera, que no impone su estilo desde arriba, sino que lo capitaliza desde abajo: seamos rockeros, seamos colgados, seamos anarcos todo el a?o, menos el d¨ªa de votar: votemos como es debido. Las iniciativas oficiales se quiebran todos los d¨ªas fomentando/patrocinado "cad¨¢veres exquisitos" o escritores y pintores de domingo (la tele ha venido a mi dacha a preguntarme sobre el tema y as¨ª lo he dicho).
La movida callejera se torn¨® pronto en movida municipal, que fue cuando uno la abandon¨®. La posmodernidad es una larga marcha hacia atr¨¢s de los j¨®venes dandies, como m¨¢s o menos ha dicho maestro Haro-Tecglen aqu¨ª mismo. Yo les defin¨ªa, en un tratadito, como anarquistas de derechas. Sofico, con su silla de ruedas y su agujero de millones, es el c¨¢ballito/anagrama que se bordaba (hoy se bordan otros) en el pecho esperanzado y tatuado del personal francofranquista. Francofranquismo que se est¨¢ infiltrando en las estructuras en la medida (sutil bahamondismo) en que Su¨¢rez colabora con Gonz¨¢lez y el socialsocialismo se torna socialcristianismo. Porfa.
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