La 'gaige', en la peque?a pantalla
La televisi¨®n china ofrece los goles del Madrid, telediarios en ingl¨¦s y anuncios de Marlboro
Preguntas y respuestas, en ingl¨¦s y en chino. El portavoz del XIII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), Zhu Muzhi, est¨¢ frente a los m¨¢s de 300 periodistas que lo cubren. "Las encuestas que ustedes manejan dicen que el pueblo no est¨¢ contento con la forma en que el partido act¨²a", asegura, antes de formular una pregunta, un representante de la emisora de televisi¨®n. La conferencia de prensa, concluida apenas dos horas antes, estaba siendo retransmitida en diferido por una de las dos cadenas nacionales de televisi¨®n chinas. La televisi¨®n es, con toda seguridad, uno de los principales escaparates de la gaige (reforma).
Se trataba de un verdadero espect¨¢culo para los telespectadores, pues nunca hasta ahora se hab¨ªa permitido la asistencia a un congreso del PCCh de periodistas extranjeros llegados expresamente para ello. Esta es la primera ocasi¨®n en la que se monta un centro de prensa, en la sede de la Asociaci¨®n de Periodistas de China, una de cuyas salas luce una espl¨¦ndida foto de Zhou Enlai, en los a?os cincuenta, conversando con una veintena de corresponsales. Es tambi¨¦n la primera ocasi¨®n en que los candidatos al Comit¨¦ Central, que ser¨¢ elegido esta semana, superar¨¢n en un cinco por ciento, al n¨²mero de afortunados elegidos.La pol¨ªtica de puertas abiertas emprendida por Deng Xiaoping ha provocado un creciente inter¨¦s de la Prensa internacional en los asuntos chinos, inter¨¦s que muchos periodistas nacionales no acaban de entender. Les sorprende verdaderamente ver que ese mundo, que hasta hace muy poco China ignoraba, est¨¢ ansioso por conocer c¨®mo se est¨¢ manejando la herencia de Mao Zedong y qu¨¦ es lo que va a quedar de ella a finales de siglo.
Da la impresi¨®n de que apenas nada, a juzgar por los anuncios que siguen a los telediarios, en los que no faltan los goles de ¨²ltima hora del Real Madrid, Durante casi 15 minutos, los champ¨²es (uno de los productos que m¨¢s proliferan) y las cremas cosm¨¦ticas les hacen la competencia a fotocopiadoras y m¨¢quinas de transmitir documentos v¨ªa Telefax. Por la peque?a pantalla desfilan, sin grandes derroches de buen hacer t¨¦cnico, planchas de vapor (incluida una detallada explicaci¨®n de c¨®mo han de utilizarse), televisores, neveras, mantas el¨¦ctricas, ollas a presi¨®n (acompa?adas de una rosa) y hasta verjas met¨¢licas para que los peque?os comerciantes defiendan su propiedad.
El escaparate del cambio
La televisi¨®n es verdaderamente un escaparate de la acelerada evoluci¨®n econ¨®mica -e incluso pol¨ªtica- que ha experimentado el pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os. C¨¢maras fotogr¨¢ficas, teleobjetivos, playeras, coches, vino y licores se intercalan, con muebles por elementos (de mala calidad y peor gusto) y abrigos de pieles (de excelente corte).
Y hasta hay transmisiones en directo. La apertura, el pasado domingo, del XIII Congreso del PCCh pudo ser seguida en directo por los telespectadores, algo tambi¨¦n ins¨®lito para una sociedad acostumbrada a ignorar qu¨¦ ocurr¨ªa tras las murallas de la imperial ciudad prohibida y resignada a permanecer al margen del quehacer de sus dirigentes, no digamos ya de su vida privada.
Para los extranjeros y para los que desean practicar el idioma (cada vez m¨¢s numerosos ambos), un amplio telediario en ingl¨¦s adelanta todas las noches las noticias que el China Dady publicar¨¢ al d¨ªa siguiente, incluido un moderno mapa del tiempo sobre el mundo entero.
"Mi mundo me lo has hecho cambiar" -como reza la sinton¨ªa del serial brasile?o-, podr¨ªan decirle los chinos a su actual emperador, Deng Xiaoping. Marlboro cabalga por la pantalla mientras un enamorado trata en vano de cortar una flor para su amada. Una dama entrada en a?os lo impide. "Respetad las flores" es el mensaje. Sin duda, tambi¨¦n hubiera podido evitarlo un polic¨ªa, pues a juzgar por el programa que emite seguidamente el canal local de Cant¨®n, ¨¦sa ser¨ªa una de las misiones de la polic¨ªa china, concretamente de la de esta ciudad, a mitad de camino entre el socialismo y el comunismo. El bien hacer de los jovenc¨ªsimos agentes siempre gana la batalla a los malhechores: cogen a los ladrones -si con las manos en la masa, acaban con las manos esposadas a bordo de camiones descubiertos-; ayudan a dos muchachas a orientarse en un mar de bicicletas; evitan que la gente se cuele en la cola de los taxis; ayudan a llevar paquetes y hasta reaniman a un pobre hombre que se desmaya v¨ªctima M calor.
El telespectador tiene la impresi¨®n de encontrarse ante un programa de la c¨¢mara indiscreta, pues los transe¨²ntes apenas caen en la cuenta de que las escenas se est¨¢n grabando; a una viajera reci¨¦n llegada a la estaci¨®n un desaprensivo se ofrece a llevarle la maleta para echar seguidamente a correr sin contemplaciones. Pero la pareja de polic¨ªas a los que la joven recurre, siempre al alcance de la mano, es m¨¢s r¨¢pida. Y hasta de noche funcionan estas patrullas de protecci¨®n ciudadana que ya quisiera para s¨ª Jos¨¦ Barrionuevo. A unos mochileros que echan un sue?o en un parque les despluman, pero all¨ª est¨¢n sus ¨¢ngeles guardianes para alcanzar al pillo. En resumen, que no s¨®lo descubren al delincuente, sino que reconocen que ah¨ª est¨¢, decidido a aprovecharse de la bondad del pueblo.
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