Furia

Defensor infatigable de las ra¨ªces de los pueblos, artesano en un mundo musical regido por computadoras, Mikis Theodorakis, a los 62 a?os, inspira su m¨²sica en la luminosidad mediterr¨¢nea, que proporciona a sus canciones un sentido r¨ªtmico caracter¨ªstico de los pa¨ªses que se ba?an en el Adri¨¢tico y el Egeo, y la melancol¨ªa que llega hasta el Mediterr¨¢neo occidental y se emparenta con el fado portugu¨¦s.Alejado del sinfonismo que inspir¨® obras como el Canto general, el concierto de Theodorakis en Madrid fue un regreso a su faceta menos sofisticada, con textos evocadores de Kavafis y alguna incursi¨®n en el Romancero gitano de Garc¨ªa Lorca. Planteada en dos partes diferenciadas, su actuaci¨®n permiti¨® apreciar primero a Theodorakis como director y alma de una m¨²sica preciosista, sencilla y plena de matices, para mostrarse despu¨¦s como apasionado cantante. Entonces, cuando se enfrent¨® al micr¨®fono, transform¨® la fuerza en furia, asumi¨® el papel de protagonista por encima de los excelentes m¨²sicos que le acompa?an y demostr¨® que, aunque mantenga la esperanza de la permanencia futura de sus planteamientos musicales, es uno de los ¨²ltimos defensores de ideas sin posibilidad de recambio ni sucesores.