En el camino de la utop¨ªa
La firma por parte espa?ola del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear (TNP) abre nuevas expectativas al sistema de seguridad y de conservaci¨®n de la paz. Desde un punto de vista mediterr¨¢neo, el autor analiza esta adhesi¨®n como un paso m¨¢s hacia la situaci¨®n ideal: que no haya armas nucleares en el mundo.
La adhesi¨®n espa?ola al Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear (TNP) representa una contribuci¨®n a la paz y a la seguridad internacionales, en particular en Europa y en el Mediterr¨¢neo. Lamentablemente no todos se dan cuenta de la significaci¨®n de este anuncio, ya que la no proliferaci¨®n nuclear no est¨¢ de moda, y en realidad nunca lo ha estado, quiz¨¢ porque se trata de un tema muy complejo.El tratado al que Espa?a ha decidido adherirse representa s¨®lo una parte -aunque seguramente la m¨¢s importante- de una serie de acuerdos internacionales, legislaciones nacionales y directivas que, en su conjunto, forman parte de lo que se llama el r¨¦gimen de la no proliferaci¨®n nuclear. Su objetivo y el de las organizaciones internacionales competentes es ante todo impedir que aumente el n¨²mero de pa¨ªses que producen o poseen el arma nuclear.
La soluci¨®n
La soluci¨®n ideal, aunque quiz¨¢ algo ut¨®pica, ser¨ªa que ning¨²n pa¨ªs poseyera esas armas, pero ese mecanismo complejo de la no proliferaci¨®n se ha puesto en marcha s¨®lo despu¨¦s de que algunos Estados (EE UU, URSS, Reino Unido, Francia y China) ya hab¨ªan experimentado y hasta empleado la energ¨ªa nuclear con fines explosivos-militares. Era demasiado tarde, por tanto, para que el esp¨ªritu volviera a la l¨¢mpara, pero no demasiado tarde para que no aumentara -como se tem¨ªa- el n¨²mero de pa¨ªses con la capacidad de poseer ese terrible instrumento de guerra.
Basta con pensar que a lo largo de los 17 a?os en que el TNP ha estado vigente ning¨²n Estado que forma parte de ¨¦l ha adquirido el arma nuclear. Se trata de un resultado importante si se considera que hace 25 a?os el presidente norteamericano Kennedy preve¨ªa que muchos pa¨ªses podr¨ªan poseer ya desde los a?os setenta el armamento at¨®mico.
La situaci¨®n, de todas formas, no es tan positiva como podr¨ªa parecer por lo que se ha dicho hasta ahora; existen tambi¨¦n algunas evoluciones preocupantes. En 1974, la India hizo explosionar un aparato nuclear confines pac¨ªficos. Tampoco las noticias y las especulaciones respecto a una posible posesi¨®n de esa arma por parte de Israel y Sur¨¢frica son tranquilizadoras. Tambi¨¦n Pakist¨¢n parece estar investigando y buscando alg¨²n resultado en este sector. Pero es importante subrayar que ninguno de los pa¨ªses mencionados ha suscrito el TNP; su actitud representa s¨®lo en parte un fallo del. r¨¦gimen de no proliferaci¨®n.
Se dice que el TNP es un instrumento internacional desigual y desequilibrado porque divide a la comunidad internacional en dos categor¨ªas: los pa¨ªses que tienen derecho a poseer el arma nuclear y aquellos que han renunciado a ella. Se trata de una observaci¨®n correcta. Pero hay que preguntarse cu¨¢ntos son los acuerdos internacionales que hacen plena justicia a todas las partes implicadas. Ciertamente no es as¨ª en el caso de la Carta de las Naciones Unidas, que reconoce s¨®lo a algunos Estados (que son los mismos a los cuales el TNP atribuye el estado nuclear militar) el privilegio de sentarse permanentemente en el Consejo de Seguridad. Y tampoco son iguales y equilibrados unos acuerdos bilaterales que derivan de la imposici¨®n de la voluntad de un Estado sobre otro. Para sanear algunas espec¨ªficas preocupaciones siempre existe la posibilidad de a?adir al momento de la adhesi¨®n algunas declaraciones interpretativas. Algunos pa¨ªses occidentales han hecho en su momento uso de esto, por ejemplo, para afirmar que el tratado no est¨¢ en contraste ni con los compromisos asumidos en el marco de la Alianza Atl¨¢ntica ni con el proceso de una unificaci¨®n europea.
En Italia, la discusi¨®n sobre la oportunidad de adherirse al tratado ha sido larga y controvertida ' sobre todo en el Parlamento, que aprob¨® la ratificaci¨®n del TNP despu¨¦s de un amplio y articulado debate.
Vulnerabilidad
Otro elemento de vulnerabilidad es el hecho de que el tratado est¨¢ formado por dos elementos fundamentales: primero, el compromiso de los pa¨ªses que no poseen la bomba at¨®mica a no construirla ni conseguirla; segundo, el compromiso de todos los Estados miembros a progresar en el campo del desarme. En el primer sector se ha conseguido efectivamente que no aumentara el n¨²mero de los pa¨ªses en posesi¨®n del arma nuclear, pero todos sabemos que los armamentos, inclusive los nucleares, se han vuelto m¨¢s numerosos y m¨¢s mort¨ªferos en los ¨²ltimos decenios.
Es deseable que, despu¨¦s de una larga pausa, el proceso de un desarme equilibrado y verificable vuelva a ser reanudado. Los resultados de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa de Estocolmo, as¨ª corno las nuevas perspectivas. de las negociaciones EE UU-URSS en el campo del desarme nuclear, dejan esperar que se haya llegado a una fase de mayor concreci¨®n y dinamismo.
El elemento que de todas formas, m¨¢s que cualquier otro, fortalecer¨¢ el r¨¦gimen de no proliferaci¨®n ser¨¢ su universalizaci¨®n: el hecho de que un n¨²mero siempre mayor de Estados se adhiera a ¨¦l. Bajo este perfil, la decisi¨®n espa?ola es de gran importancia. Quiz¨¢ se trate del pa¨ªs con mayor peso internacional que se haya adherido al tratado en la ¨²ltima d¨¦cada. Sin contar el hecho de que Espa?a se encuentra en los primeros puestos en el campo de la producci¨®n el¨¦ctrica de origen nuclear. Se trata tambi¨¦n de un pa¨ªs cuyo prestigio podr¨ªa inducir a otros Estados a seguir su ejemplo. Se piensa, en primer lugar, en Am¨¦rica Latina, y particularmente en Argentina, que desde hace pocos a?os ha vuelto a la democracia.
La decisi¨®n espa?ola fortalecer¨¢ tambi¨¦n el r¨¦gimen de no proliferaci¨®n en el Mediterr¨¢neo. Ya son muy pocos, en esta ¨¢rea, los pa¨ªses que no forman parte de ¨¦l: Francia, Argelia, Israel, Albania. Francia es un caso especial, ya que se trata de un pa¨ªs al que se reconoce el estado nuclear militar por el TNP. Justamente por este motivo, Par¨ªs no deber¨ªa temer nada de una adhesi¨®n a un tratado que fortalecer¨ªa su estado nuclear.
Tenemos que esperar que otros pa¨ªses sigan el ejemplo espa?ol; a veces ciertas posturas reacias derivan m¨¢s de ideas preconcebidas que de profundas y actualizadas reflexiones.
M¨¢s numerosos ser¨¢n los pa¨ªses del Mediterr¨¢neo que se adhieran al TNP, y m¨¢s dificil resultar¨¢ a los pa¨ªses no miembros mantenerse en su postura. Lo mismo puede decirse para aquellos que en el mare nostrum quisieran eventualmente denunciar el tratado. Hasta hoy, ni en el Mediterr¨¢neo ni en ninguna otra parte del mundo un pa¨ªs ha denunciado el tratado. Para un acuerdo tan importante, pero al mismo tiempo tan controvertido, se trata de un resultado de gran relieve.
Evoluci¨®n
Con su decisi¨®n, Espa?a armoniza su postura con la de todos los otros pa¨ªses de la Comunidad Europea (con excepci¨®n de Francia, que de todas formas hab¨ªa declarado desde 1968 que se comportar¨ªa como si formara parte del TNP). Se trata de una evoluci¨®n que simplificar¨¢ el trabajo en el ¨¢mbito de la cooperaci¨®n pol¨ªtica europea, en el marco de la cual se discuten tambi¨¦n los problemas de la no proliferaci¨®n. Los doce podr¨¢n ahora expresarse en la pr¨¢ctica con una sola voz sobre los aspectos pol¨ªticos de este tema.
La nueva postura espa?ola simplificar¨¢ tambi¨¦n los trabajos de la misma Comunidad Europea. Subsist¨ªan, en efecto, varios problemas para la libre circulaci¨®n y la importaci¨®n del material nuclear en el ¨¢mbito de la CE, que depend¨ªan del hecho de que Espa?a se quedaba fuera del r¨¦gimen del TNP.
La adhesi¨®n espa?ola constituye una inyecci¨®n de vitalidad a la no proliferaci¨®n que la comunidad internacional en su conjunto debe agradecer. Y cuando digo en su conjunto me refiero a los pa¨ªses neutrales y no alineados, a los pa¨ªses occidentales, as¨ª como tambi¨¦n a los del Este. Si hay un tema sobre el cual existe conformidad entre Este y Oeste, entre la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos, es justamente el de la no proliferaci¨®n, en el que Mosc¨² y Washington se mueven de com¨²n acuerdo.
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