La huelga contra Alfons¨ªn re¨²ne a las dispersas huestes peronistas
La novena huelga general en Argentina contra el Gobierno de Ra¨²l Alfons¨ªn ha servido, al margen de sus discutibles pero leg¨ªtimos intereses sindicales, para reunir a la grey de la peronista Confederaci¨®n General de Trabajo que, hace s¨®lo tres semanas, se encontr¨® al borde de la escisi¨®n a cuenta de si el representante sindical en la direcci¨®n del peronismo ser¨ªa un renovador, un hist¨®rico, un verticalista, un miembro de las 62 organizaciones, de las 25 organizaciones o de las 15 organizaciones (agrupaciones de gremios peronistas de distintas corrientes t¨¢cticas).La huelga fue seguida por un 98% de la poblaci¨®n laboral, seg¨²n datos de la central sindical (esta vez el Ministerio de Trabajo no facilit¨® un seguimiento de la misma). En todo caso, funcionaron taxis y colectivos, confiter¨ªas, cines, teatros y medios de comunicaci¨®n. Como en ocasiones anteriores, la huelga afect¨® esencialmente a los centros fabriles del Gran Buenos Aires.
La concentraci¨®n en la plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, se vio deslucida por un considerable aguacero; los diarios porte?os cifran la asistencia entre 15.000 y 30.000 personas, y el Ministerio del Interior tampoco esta vez evalu¨® policialmente el n¨²mero de manifestantes. La CGT inform¨® oficialmente que los asistentes al discurso de su l¨ªder, Sa¨²l Ubaldini, fueron exactamente 165.000 personas.
Bajo la consigna "?Que se vayan!", el secretario de la CGT acus¨® al Gobierno de llevar a los argentinos al hambre, la desocupaci¨®n y la miseria, exigiendo la renuncia de todo el equipo econ¨®mico gubernamental y la moratoria unilateral en el pago de la deuda externa. Anunci¨® finalmente un plan de movilizaciones continuas contra el Gobierno.
Antonio Cafiero, gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, aspirante oficioso a las elecciones presidenciales de dentro de 27 meses y l¨ªder de los peronistas renovadores, una de las m¨²ltiples fracciones del justicialismo, prefiri¨® no subir a la tribuna para acompa?ar a Ubaldini, dado que carec¨ªa de seguridades por parte de la Uni¨®n Obrera Metal¨²rgica -sindicalistas duros entre los duros- de no ser abucheado.
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