Mal del siglo
No es el c¨¢ncer, ni el herpes, ni el infarto; tampoco el SIDA. La enfermedad emblem¨¢tica de estos tiempos vuelve a ser el c¨¦lebre mal du si¨¨cle que padecieron Chateaubriand y, los desencantados de la Revoluci¨®n, Schopenhauer y Zola, Emma Bovary y Ana Ozores. Tanto fervor por la salud del cuerpo nos ha hecho olvidar la vieja enfermedad del alma. Ya no la nombran los tratados de patolog¨ªa cl¨ªnica; los m¨¦dicos te mandan a fre¨ªr esp¨¢rragos si la mencionas; apenas la citan los manuales de literatura a pesar de su importancia en la fundaci¨®n de la cultura moderna. Pero aqu¨ª est¨¢ otra vez el mal del siglo con su delatora sintomatolog¨ªa, manifest¨¢ndose como siempre, en plena ceremonia del desasosiego, cuando ruge el desconcierto, en el fin de siglo.Resulta curioso que nadie quiera hablar de esta enfermedad del alma, de esta epidemia de la civilizaci¨®n, cuando basta darse una vuelta por las conferencias de Baudrillard, Lipovetsky, Vattimo y dem¨¢s juglares del vac¨ªo para verificar sus estragos y comprobar la escasa originalidad de las patolog¨ªas que vocean. Ese cuadro cl¨ªnico tiene un par de siglos. Los rom¨¢nticos, los primeros portadores del virus rebelde, la denominaron vague de passions o pasi¨®n de ¨¢nimo, y luego, seg¨²n los tiempos, fue llamada desolaci¨®n, histeria, vapores, spleen, neurastenia, melancol¨ªa. Por ¨²ltimo, adopt¨® el nombre de mal delfin de siglo, ya que en esos per¨ªodos de transici¨®n, cuando el famoso vac¨ªo asoma las peludas orejas, suele expresar su virulencia y resulta m¨¢s contagiosa.
Hay autores que la confunden con el taedium vitae, pero el aburrimiento, con ser su m¨¢s infalible s¨ªntoma, es trastorno anterior. Lo que s¨ª parece cierto es que el mal del siglo tuvo su caldo de cultivo en el tedio moderno: cuando el aburrimiento dej¨® de ser una secreta dolencia individual y se transform¨® en clamorosa afecci¨®n social. Es injusto, por no decir altamente sospechoso, que nos aburran tanto y tan seguido con los males de este tercer fin de siglo y se olviden de la muy literaria y centenaria enfermedad original.
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