La espada y el arado
Cuando Ren¨¦ Cassin vert¨ªa sus sentimientos en el acta fundacional de la Unesco, s¨®lo su esperanza era mayor que su tribulaci¨®n. Mirara donde mirara, sus ojos no ve¨ªan sino la amplitud de la guerra, los hierros retorcidos, las casas destruidas, las mujeres y los hombres perplejos y doloridos. Pero sab¨ªa que las espadas pod¨ªan convertirse en arados; que la trama de amor, aunque tan herida, vencer¨ªa al fin. Que la sabidur¨ªa se impondr¨ªa a la ignorancia, ra¨ªz de todo mal. Que la capacidad creadora podr¨ªa expresarse libremente. Y a?adi¨® con gran convicci¨®n sus reflexiones sobre la liberaci¨®n que s¨®lo procura la cultura a la bell¨ªsima sentencia de Archibald MacLeish con que se inicia el pre¨¢mbulo del acta constitucional de la Unesco: "Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres en donde deben elevarse los baluartes de la paz"."La paz debe establecerse sobre el fundamento de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad". Hoy m¨¢s que nunca aparece la facultad crea dora, distintitva de la condici¨®n humana, como el fundamento de la libertad, de la justicia, de la paz entre los hombres y del hombre con su entorno ecol¨®gico. Los brazos y las actividades rutinarias est¨¢n siendo felizmente sustituidos, a pasos agigantados, por las m¨¢quinas autom¨¢ticas, por los ordenadores, por los microorganismos. La nueva "ola biol¨®gica" incidir¨¢ con fuerza en el ya erosionado acantilado de los modelos laborales y sociales presentes. Son necesarias, pues, mutaciones que acompasen nuestros h¨¢bitos y normas a la realidad. Debemos imitar a la naturaleza y evolucionar sin cesar en lugar de seguir anclados en la inercia y en esquemas envejecidos.
El hombre es m¨¢s libre a medida que asciende su nivel cultural. El hombre es libre desde s¨ª mismo y no desde las concesiones del poder. La implantaci¨®n firme y definitiva de los derechos humanos depende de la consciencia personal de libertad, del conocimiento. No son las instancias de gobierno responsables de los derechos que autorizan, sino los ciudadanos que los ejercitan.
Los fundadores de la Unesco sab¨ªan muy bien que la paz y la educaci¨®n se requieren y condicionan rec¨ªprocamente. No se puede pretender hacer compatibles la confrontaci¨®n y el desarrollo cultural, porque la espada empobrece y acaba us¨¢ndose.
Los recientes progresos en el camino hacia el desarme permiten pensar que pronto pueda iniciarse sui conversi¨®n en arados. No ser¨¢ un proceso f¨¢cil aplicar al desarrollo pac¨ªfico y a la fuerza de: la raz¨®n toda la maquinaria orientada hoy hacia la supremac¨ªa de la raz¨®n de la fuerza. Pero son tiempos de esperanza, en los que puede empezar a erigarzarse un futuro menos torr.nentoso con los hilos de la solidaridad. En este gran proceso que hoy se vislumbra es indispensable la colaboraci¨®n de la juventud, su desprendimiento, su vivacidad, su ingenio.
Los pa¨ªses m¨¢s clarividentes invertir¨¢n en el fomento de la creatividad, en bienes culturales, en todo lo que representa una mayor independencia personal y colectiva. En procurar una mayor emisi¨®n del pensamiento propio y una m¨¢s atemperada recepci¨®n pasiva del ajeno. En la situaci¨®n actual, atravesada de antagonismos, miedos y perplejidades, emergen, de forma m¨²ltiple y heterog¨¦nea, pr¨¢cticas, procesos, modos de acci¨®n y de pensamiento que llenan el horizonte de expectativas. Nuestra ¨¦poca es la del fin de las certezas. Los grandes modelos del progreso cient¨ªfico de la evoluci¨®n t¨¦cnica y del desarrollo social se han desva¨ªdo y perdido su capacidad de desciframiento, su potencia explicativa.
Afortunadamente, el desmoronarriliento de las grandes concepciones desde las quie est¨¢bamos acostumbrados a pensar la realidad no se ha traducido en un vac¨ªo ¨¢tono e inerme. Al contrario, la b¨²squeda de instrumentos conceptuales espec¨ªficos y la formulaci¨®n de nuevas hip¨®tesis ganan en intensidad d¨ªa a d¨ªa. Comienza a percibirse un enfoque original a la altura de los problemas a los que la sociedad se enfrenta en el umbral del siglo XXI.
Para decirlo en pocas palabras, el fin de las respuestas ¨²nicas es el principio de las esperanzas m¨²ltiples. Acabar con el progreso lineal de la historia es devolver a los hombres, a todos los hombres, la plena responsabilidad de su destino. Enterrados, en buena hora, los positivisimos ingenuos de la modernizaci¨®n, el problema que se plantea no consiste en pensar qu¨¦ medios son los m¨¢s adecuados para alcanzar urios fines, v¨¢lidos para todos y en todas partes, sino el de pensar, al mismo tiempo, los medios y los fines en funci¨®n de las comunidades a las que se destinan.
?Cabe tarea m¨¢s apasionante que enfrentarse a esta situaci¨®n con voluntad resolutiva y con los recursos y la legitimaci¨®n institucional que la Unesco representa? ?Cabe m¨¢s alta misi¨®n que la de intentar, todos los pa¨ªses juntos, peque?os y grandles, transformar por fin las espadas en arados? Adelantar el d¨ªa en que se haga realidad el sue?ia de Martin Luther King y de Gandhi: el d¨ªa en que los hombres comprenden que el bienestar consiste en vivir juntos, sin preeminencia de pueblos, personas ni instituciones, unidos en una misma esperanza.
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