'Privilegios' carcelarios
?ltimamente se est¨¢ hablando mucho en la Prensa y la radio, muy en la l¨ªnea de una campa?a orquestada, de privilegios de los presos pol¨ªticos. Durante 10 a?os y nueve meses he vivido esos privilegios y tambi¨¦n algunos m¨¢s, de los que quiero referirme a los que siguen como bot¨®n de muestra:- Permanecer en los s¨®tanos de la DGS 24 d¨ªas; ahora, sin ser chico privilegio, se permanece 10 d¨ªas.
- Detenido en febrero de 1977, sigo en prisi¨®n; no cont¨® para m¨ª, ni para otra docena de compa?eros, la amnist¨ªa de octubre de ese mismo a?o.
- Los a?os 1980-1981 los pas¨¦ encerrado en una celda con una cama por ¨²nico mobiliario, sin ver ni siquiera la cara a ninguno de mis compa?eros, pisando el patio una vez o, como mucho, dos por semana y durante 10 minutos, sin correspondencia, sin ni una sola visita de mi hija o de otro familiar, etc¨¦tera.
- Llevo a cuestas el privilegio de huelgas de hambre de 40, 30, 25, 20 d¨ªas, etc¨¦tera.
- Ni una sola vez he podido abrazar a mi hija, que ha pasado de los tres a los 14 a?os.
?No es suficiente carta de presentaci¨®n? Este aval, creo, bien me puede merecer el uso de la palabra para referirme a los privilegios que ahora se nos atribuyen.
Se pone el grito en el cielo, cual si se tratara del mayor esc¨¢ndalo imaginable:
- Porque comemos con cuchara, tenedor y cuchillo met¨¢licos. ?Y c¨®mo come todo el mundo? Tan peligrosas armas, en nuestras manos, nunca hicieron ni el m¨¢s leve rasgu?o a nadie.
- Porque tenemos autorizado papel mach¨¦, pinturas y otros objetos para hacer trabajos manuales. ?Quieren los nuevos inquisidores otra vez la argolla para los presos pol¨ªticos?
- Porque nos negamos a ser cacheados. Nada puede ser m¨¢s falso. De ser cierto, autom¨¢ticamente estos cacheos nos los impondr¨ªan por la fuerza los funcionarios o, llegado el caso, la polic¨ªa antidisturbios. A lo que realmente nos negamos, siempre lo haremos, es a los cacheos vejatorios y humillantes, sin ninguna relaci¨®n con la seguridad, que tienen por ¨²nico objetivo pisotear nuestra dignidad y doblegarnos. Nunca ¨¦stos, ni otros privilegios del mismo tipo nos han sido regalados. Para no vernos reducidos a la condici¨®n de piltrafas humanas y para mantener la conquista del respeto a nuestra dignidad, los presos pol¨ªticos tenemos que librar una lucha permanente.
Para terminar, un ¨²ltimo privilegio: junto con dos compa?eros, hace tres meses, fui trasladado de la prisi¨®n de Soria a la de Daroca. Esto ocurre despu¨¦s de permanecer m¨¢s de tres a?os en Soria, tiempo en que nunca existi¨® all¨ª ni el m¨¢s leve conflicto.
Toda nuestra peligrosidad se reduce a una vida organizada de trabajos manuales y de estudio colectivo. De estudio por ser lo m¨ªnimo que debe tener un preso. De trabajos manuales porque, siendo presos, nos permit¨ªan conservar los h¨¢bitos y la dignidad de las personas; tambi¨¦n porque ello contribu¨ªa a aliviar en algo la carga econ¨®mica que somos para nuestras familias, todas, o la inmensa mayor¨ªa, de la m¨¢s humilde condici¨®n. Por una peligrosidad tan manifiesta, 11 compa?eros de Soria y siete compa?eros de Carabanchel fuimos trasladados a seis nuevas c¨¢rceles esparcidas por toda la geograf¨ªa.
Ahora, aqu¨ª, en Daroca, se ve que ya estamos como constitucionalmente nos corresponde estar: sin posibilidad de estudiar ni trabajar, bien alejados de nuestros familiares y amigos, aislados del resto de los compa?eros... Es decir, rebajados a la condici¨®n de bestias atrapadas en cajones de hormig¨®n y hierro. La disyuntiva vuelve a ser la misma de siempre: o aceptar la condici¨®n de bestias sin voluntad propia o, por el contrario, seguir defendiendo, incluso al m¨¢s alto precio si fuera preciso, nuestra dignidad de personas.- preso pol¨ªtico de los GRAPO. Prisi¨®n de
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