Margaret Papandreu: "Ha habido un intento de mermar el prestigio de Andreas"
La esposa del primer ministro griego niega que vaya a divorciarse por la aventura amorosa de su marido
Durante mucho tiempo, ser la esposa del dirigente de una naci¨®n ha sido una labor sin porvenir alguno, cuya titular se esperaba que se situara a la sombra de su poderoso marido y expresara ideas tradicionales sobre la feminidad. Jacqueline Kennedy decor¨® la Casa Blanca, Nancy Reagan nos recomienda "decir simplemente no". Hannclore Kohl, esposa del canciller alem¨¢n occidental, promueve la rehabilitaci¨®n de los minusv¨¢lidos, e incluso a Danielle Mitterrand, una brillante profesional, se la conoce en el exterior m¨¢s que nada como una figura protocolaria y un anuncio viviente de la alta costura francesa.
Margaret Papandreu, de 63 a?os de edad, esposa de Andreas Papandreu, primer ministro de Grecia, est¨¢ conmoviendo r¨¢pidamente el estereotipo de lo que puede hacer la esposa de un jefe de Gobierno.Si de una primera dama se espera que sea decorativa, diplom¨¢tica y no controvertida, Margaret Papandreu es activista, comprometida y abiertamente feminista. Es presidenta y fundadora de la Uni¨®n de Mujeres de Grecia y coordinadora internacional de Mujeres por una Conferencia Representativa, una organizaci¨®n que pretende incorporar la presencia femenina al debate de la carrera armamentista.
"Mire", me dijo en nuestra conversaci¨®n de la primavera pasada, "el hecho de ser la esposa del primer ministro de mi pa¨ªs me da cierto poder, y puedo utilizar ese poder para hacer algo provechoso, o puedo ignorarlo".
Unos meses despu¨¦s de nuestra entrevista se produjo un esc¨¢ndalo que la amenaza tanto a ella como a los objetivos pol¨ªticos de su marido. Al hacerse p¨²blicos los detalles de una aventura entre el primer ministro y una ex azafata de Olympic Airlines, la oposici¨®n griega empez¨® a pedir la convocatoria de nuevas elecciones.
Pol¨ªtica y vida sexual
No era la primera vez que a Andreas Papandreu se le atribu¨ªa una aventura extramatrimonial, pero era la primera vez que su vida sexual se convert¨ªa en un tema pol¨ªtico. Los rumores publicados en la Prensa griega y norteamericana suger¨ªan que Margaret hab¨ªa dejado a su esposo tras m¨¢s de 35 a?os y que volv¨ªa a Estados Unidos a divorciarse. A finales de octubre formul¨® estas declaraciones.Pregunta. Todo el mundo ha le¨ªdo en la Prensa norteamericana la informaci¨®n sobre la aventura que Andreas Papandreu est¨¢ teniendo con una joven. Seg¨²n la Prensa, el asunto est¨¢ provocando una crisis pol¨ªtica y personal para usted y su esposo.
Respuesta. Lo que puedo, decir es que donde hay humo hay fuego. La historia no deja de tener sus visos de verdad. Lo que me parece que sucedi¨® es que ha habido un intento de mermar el prestigio de Andreas, y ya no es de ahora, se inici¨® hace alg¨²n tiempo. Creemos que se inici¨® por consejo de una firma de relaciones p¨²blicas norteamericana contratada por Constantine Mitsotakis, el l¨ªder de la oposici¨®n griega. La informaci¨®n que tenemos es que la firma recomend¨® -ya durante las pasadas elecciones- que, para ganar una elecci¨®n y derrotar a Papandreu, era in¨²til golpear al PASOK, su partido, porque ¨¦l es el partido. En Estados Unidos hay muchos grupos que se oponen a nosotros, debido a la independencia de Andreas en muchos temas; por su deseo de dar una voz a Grecia, de darla alguna dignidad como naci¨®n.
P. ?C¨®mo responder¨ªa a todas las cuestiones planteadas sobre su matrimonio?
R. Los matrimonios siempre tienen tensiones, especialmente los de larga duraci¨®n, y el nuestro no es una excepci¨®n. Pero creo que las bases de nuestro matrimonio son muy fuertes. Intentamos estar juntos como compa?eros, como camaradas, como amigos y como marido y mujer. Creo que las ra¨ªces de nuestra relaci¨®n son muy profundas. Por tanto, ?cu¨¢nta importancia ha de darse a lo que quiz¨¢ no es otra cosa que una crisis en un matrimonio? No s¨¦ si una crisis merece romper un matrimonio tan largo y, por qu¨¦ no decirlo, una relaci¨®n tan estable, rica y c¨¢lida.
P. Se han o¨ªdo ciertas informaciones. Una es que usted va a ir a EE UU a trabajar en la campa?a de Michael Dukakis, y la otra, que dejar¨¢ a su marido.
R. Las dos informaciones son falsas. No se ha planteado el divorcio. Ninguno de nosotros lo ha solicitado. No tengo la menor idea de d¨®nde ha salido lo de que voy a trabajar por Dukakis.
El pragmatismo es algo connatural a esta mujer, nacida en Elmhurst (Illinois), cuyo nombre de soltera es Maggie Chant. El largo viaje que la llev¨® del Medio Oeste al Mediterr¨¢neo es casi una historia de cine (Costa-Gavras y Frank Capra juntos). Empez¨® en 1948, cuando conoci¨® a un elegante expatriado griego que ense?aba econom¨ªa en la universidad de Minnesota, Andreas Papandreu. Tres a?os m¨¢s tarde se casaron. Los Papandreu pasaron la mayor parte de la d¨¦cada de los cincuenta en Berkeley (California), donde tuvieron cuatro hijos y se dedicaron a la pol¨ªtica democr¨¢tica liberal.
A principios de la d¨¦cada de los sesenta, la familia se mud¨® a Atenas, donde Andreas entr¨® en la vida pol¨ªtica. ?l y su pol¨ªtica de izquierdas pronto se hicieron muy populares, y el golpe de los coroneles de 1967, que derrib¨® la democracia parlamentaria griega, ten¨ªa en parte por objetivo evitar que llegara al poder. Despu¨¦s del golpe fue arrestado y amenazado de muerte.
Margaret Papandreu organiz¨® la afortunada campa?a internacional que consigui¨® la libertad de su marido y un salvoconducto para el exilio en 1968. Los Papandreu fueron primero a Suecia, y despu¨¦s a Canad¨¢, donde fomentaron un movimiento de liberaci¨®n en el exilio. Finalmente, despu¨¦s de la ca¨ªda de los coroneles, en 1974, volvieron triunfalmente a Atenas. En 1981, Andreas Papandreu se convirti¨® en el primer ministro del pa¨ªs.
P. Tuvo que ser muy emocionante volver en 1974 a una Grecia libre.
R. Oh, s¨ª. Cuando nos fuimos al exilio en enero de 1968 nos despidieron cinco personas. Al despedimos desde el avi¨®n, dije para mis adentros: "Cuando volvamos no habr¨¢ cinco personas, habr¨¢ multitudes, y eso nos compensar¨¢ de todas las angustias y sufrimientos". Y, cuando volvimos a Grecia, eso fue lo que sucedi¨®. Nunca lo olvidar¨¦.
P. Usted es quiz¨¢ la ¨²nica primera dama identificada abiertamente con el feminismo.
R. Bueno, no me gusta el t¨ªtulo de primera dama.
P. ?C¨®mo prefiere entonces que la llamen?
R. ?Por qu¨¦ no llamarme la esposa del primer ministro griego? ?O l¨ªder de la Uni¨®n de Mujeres de Grecia? Llamarme primera dama no indica nada sobre mis propias cualidades, ni sobre mis contribuciones.
P. ?Hubo alg¨²n acontecimiento que la empujara a ligarse tan fuertemente con el movimiento de los derechos de la mujer?
R. Para m¨ª, definitivamente, no fue nada que hubiera experimentado en casa. Soy la mayor de cinco hermanas, y mi padre siempre me trat¨® casi como si fuera un chico. Era un poco marimacho, me gustaban los deportes, y en mi familia nunca me dijo nadie que hubiera algo que no deb¨ªa hacer. Supongo que lo que. las feministas norteamericanas llaman "ese clic" me sucedi¨® en el bachillerato superior. Hab¨ªa ido a presentarme para el equipo de baloncesto, que era solamente de chicos. El entrenador me dijo: "Oh, no, t¨² no puedes". Y yo le contest¨¦: "Soy una buena jugadora, atl¨¦tica y, como puede ver, bastante alta". Y ¨¦l dijo: "Ya lo s¨¦, te he visto jugar. Pero no puedes hacerlo aqu¨ª, porque eres una chica". Aquella debi¨® ser la primera vez que me di cuenta de que hab¨ªa una verdadera discriminaci¨®n contra las mujeres.
P. ?Qu¨¦ tipo de sexismo se encontr¨® en el mundo laboral?
R. El acoso sexual, y mucho. Despu¨¦s de graduarme en periodismo en la universidad de M¨ªnnesota, abr¨ª mi propia oficina de relaciones p¨²blicas, haciendo publicidad para grupos pol¨ªticos y no lucrativos. Lo que m¨¢s me molestaba eran las ofertas de contactos sexuales, que se hac¨ªan de forma que yo ten¨ªa que. o¨ªr las diversas historias. Iba a una oficina y a veces se me dec¨ªa claramente que conseguir¨ªa mejor la historia si estaba dispuesta a ofrecer "otros servicios" que la pura y simple publicidad. Creo que la mayor¨ªa de las mujeres se rebelan contra eso. Mi t¨¢ctica era disimular que no entend¨ªa lo que me estaban sugiriendo.
The Progressive. Distribuido por Los Angeles Times Syndicate, 1987.
Traducci¨®n: Leopoldo Rodr¨ªguez Regueira.
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