Socialistas, capitalistas y el 'crash'
?Hasta qu¨¦ punto ha influido el crash de 1987 en las actitudes pol¨ªticas con respecto al socialismo y al capitalismo? El autor responde que tras un mes del primer lunes negro nadie sabe todav¨ªa si las bolsas mundiales se han estabilizado ni ha valorado la gravedad del impacto del crash en la econom¨ªa global. Pero ya en el Reino Unido hay algunas se?ales de sus efectos que han causado ligera sorpresa.
Muchos en el Reino Unido pensaban que se iba a producir una r¨¢pida reacci¨®n pol¨ªtica contra el pensamiento capitalista. La Bolsa de Londres hab¨ªa ca¨ªdo mucho m¨¢s a finales de octubre que las de Nueva York o Tokio, pese a que la econom¨ªa brit¨¢nica parec¨ªa relativamente sana.La City de Londres, el coraz¨®n financiero del Reino Unido, hac¨ªa tan s¨®lo un a?o que hab¨ªa ampliado su papel internacional con el big bang, que liberaliz¨® sus mercados para acoger a los banqueros y agentes de bolsa extranjeros. Esto proporcion¨® muy sustanciosas retribuciones a millares de j¨®venes agentes, los yuppies de la City, que contrastaban con los mal pagados ejecutivos, maestros y doctores.
Margaret Thatcher acababa de ser reelegida como jefa del Gobierno con un programa que inclu¨ªa la continuaci¨®n de las desnacionalizaciones y la ampliaci¨®n de la econom¨ªa de mercado. Antes del crash, el Gobierno estaba a punto de lanzar una gran venta de acciones de la compa?¨ªa petrolera BP.
Tras la conmoci¨®n del crash, la venta fue un fracaso y los suscriptores de BP tuvieron que ser reanimados con la promesa de la recompra de sus acciones. Los agentes de la City parec¨ªan m¨¢s bien especuladores y jugadores profesionales que un elemento positivo de la econom¨ªa nacional.
En todos los pa¨ªses occidentales aument¨® el escepticismo de que el mercado sea el instrumento de las l¨ªneas pol¨ªticas racionales -tal como hab¨ªan sido presentadas por los economistas de derechas, encabezados por Milton Friedman, el premio N¨®bel norteamericano. La revista Fortune estaba preparando un art¨ªculo sobre el fin del socialismo que hubo de ser descartado a toda prisa.
Se ha visto que las bolsas eran m¨¢s emotivas -e incluso hist¨¦ricas- que lo hab¨ªan sido nunca y que era muy d¨¦bil su vinculaci¨®n con los intereses reales de la industria y de la naci¨®n.
Antes del crash, los banqueros brit¨¢nicos ten¨ªan que obtener los fondos para los proyectos a largo plazo (para los que precisamente se crearon las bolsas en el siglo XIX), como el Eurotunnel entre Francia y el Reino Unido. Despu¨¦s del crash, el Gobierno tuvo que presionar a las instituciones financieras para que suscribieran la venta de las acciones.
En esta crisis del capitalismo se podr¨ªa haber esperado que el Partido Laborista brit¨¢nico hubiera aprovechado la ocasi¨®n para atacar la fe de Margaret Thatcher en la econom¨ªa de mercado y, sin en¨ªbargo, seg¨²n dice el influyente comentarista de izquierdas Peter Kellner, "una de las cosas m¨¢s chocantes del mes pasado ha sido el poco ¨¦xito que el partido laborista ha tenido en usar los problemas de la City para enfrentar a la opini¨®n contra el Gobierno".
La raz¨®n es muy clara. La izquierda brit¨¢nica, como la del resto de Europa, no tiene una idea clara de c¨®mo habr¨ªa que modificar o reemplazar el mercado. El jefe laborista, Neil Kinnoch, sab¨ªa que las empresas nacionalizadas no eran del agrado de muchos de sus electores, y que algunos de ellos hab¨ªan comprado acciones en las compa?¨ªas reprivatizadas. No quiso, por ello, montar un ataque frontal contra el capitalismo popular y habl¨® de manera vaga sobre el control de las empresas de servicios p¨²blicos. Como dice con raz¨®n Kelner: "Si el socialismo hubiera formulado anteriormente el contenido del socialismo popular, este oto?o hubiera sido el momento de vender la idea. Como no lo hab¨ªa hecho, no pudo".
En toda Europa -e incluso en Am¨¦rica- hay muy serias dudas sobre la capacidad del mercado para curar la inestabilidad mundial, as¨ª como una gran incertidumbre acerca del papel que deben desempe?ar los Gobiernos.
Los europeos est¨¢n dirigiendo su mirada hacia Jap¨®n. Durante el pasado verano, muchos expertos en inversiones y economistas predec¨ªan que se iba a producir alg¨²n tipo de crash. La mayor¨ªa esperaba que empezara en Tokio -donde los precios se hab¨ªan disparado m¨¢s r¨¢pidamente- y se registraban mayores relaciones precios/dividendos.
Estabilidad japonesa
Sin embargo, el mercado de Tokio ha demostrado hasta ahora una mayor estabilidad que los de Londres o Nueva York, en parte porque el Gobierno ha sido m¨¢s eficaz en la presi¨®n que ha ejercido sobre los banqueros y los agentes. Los brit¨¢nicos se quedaron boquiabiertos viendo que mientras era dif¨ªcil encontrar suscriptores para la BP o el Eurotunnel, la Japanese Nippon Telegraph and Telephone Company no tenia ning¨²n problema para colocar en el mercado una emisi¨®n mucho mayor de acciones en la Bolsa de Tokio.
La conclusi¨®n que sacan muchos europeos es que no solamente el Gobierno japon¨¦s tiene mayores poderes en esta materia, sino que los japoneses son un pueblo m¨¢s unido y m¨¢s patri¨®tico, con una unidad que les permite trabajar juntos en una crisis nacional.
Pero subsisten fuertes dudas acerca de si el mercado japon¨¦s seguir¨¢ con la misma estabilidad o s¨ª habr¨¢ un crash en Tokio, como en 1973 o en 1965, a pesar de las presiones de los Gobiernos de aquella ¨¦poca. Pero incluso si Tokio se mantiene firme y los bancos japoneses siguen siendo patriotas, la estabilidad del sistema mundial continuar¨¢ siendo muy incierta.
Dada la vinculaci¨®n rec¨ªproca del mercado mundial, el patriotismo no es suficiente: tan s¨®lo los acuerdos internacionales para coordinar los principios y las monedas podr¨¢n devolver la confianza al comercio a largo plazo y a las inversiones industriales. Y estamos todav¨ªa muy lejos de estos acuerdos, como lo muestra la agitada fluctuaci¨®n del d¨®lar americano.
Es poco probable que los partidos socialistas en Europa presenten alg¨²n proyecto cre¨ªble de pol¨ªtica global. Est¨¢n todav¨ªa demasiado asombrados por el fracaso de la tradicional fe marxista en las nacionalizaciones para inventar una estrategia con un capitalismo modificado. Muchos, adem¨¢s, est¨¢n demasiado preocupados con sus propios problemas internos para preocuparse de los globales. ("No hay nada que los socialistas nacionalicen de manera m¨¢s eficaz que el socialismo", nos indicaba el escritor italiano Ignazio Silone.)
La velocidad con que los inversores y especuladores han dado la vuelta al mundo no ha podido ser igualada por los pol¨ªticos occidentales, y ha sido semejante a la de aquella ola de inversores que hace un siglo recorri¨® Europa y Am¨¦rica creando c¨¢rteles y trustes antes de que los Gobiernos aprendieran a controlarlos.
Es m¨¢s posible que las soluciones vengan de los pol¨ªticos capitalistas, que conocen la escala mundial de los problemas, que del campo de sus cr¨ªticos socialistas. Las soluciones exigir¨¢n una mayor influencia de los Gobiernos sobre las bolsas y menos fe en la magia del mercado. Probablemente se aproximar¨¢n m¨¢s al New Deal de Roosevelt de la d¨¦cada de los treinta que a la farmacopea de los socialistas europeos.
Pero los Gobiernos nacionales -incluso el japon¨¦s- tienen tan s¨®lo unos efectos limitados. El verdadero problema para los pol¨ªticos de todos los pa¨ªses ser¨¢ el de ponerse al corriente de la escala global de la finanza contempor¨¢nea y el de trabajar juntos para asegurar un comercio y unos movimientos de capital m¨¢s equilibrados. Hace 50 a?os, los Gobiernos occidentales tuvieron que aceptar paulatiamente que ten¨ªan un papel decisivo en el mantenimiento del empleo y de la estabilidad econ¨®mica. En los pr¨®ximos a?os tendr¨¢n igualmente que aceptar que han de trabajar conjuntamente para producir una regulaci¨®n econ¨®mica m¨¢s ordenada.
Pero la histeria del mes pasado ha mostrado que los Gobiernos tienen mucho camino ante s¨ª. Y no hay ni un solo l¨ªder nacional -ni siquiera Margaret Thatcher, con toda su confianza- que est¨¦ preparado para ponerse el frente. Muchos europeos se preguntan con ansiedad si ser¨¢ necesario un crash a¨²n m¨¢s fuerte -o un largo per¨ªodo de preocupante incertidumbre- para que reflexionen seriamente sobre esto.
Traducci¨®n: Javier Mateos.
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