Se?or¨ªas
Como Cicciolina siga empe?ada en visitar el Congreso de los Diputados alardeando de sus famosos encantos anteriores, va a tener que hacerlo port¨¢ndolos en una bandeja, a la manera de la martirizada Santa Eulalia de M¨¦rida. Y, mejor a¨²n, cubiertos cual si se tratara de un roast beef con pur¨¦ de manzanas servido para la cena en una suite del Ritz. Es decir, mucha plater¨ªa fina por encima, para evitar el encontronazo de los radicales senos con las castas pupilas de sus se?or¨ªas, que dicen que no est¨¢n para promover espect¨¢culos, y dicen bien, pero lamentablemente no han tenido en cuenta semejante prop¨®sito ante tanta exhibici¨®n de funambulismo, charlataner¨ªa, pases m¨¢gicos y chisteras con conejos como ha venido d¨¢ndose en la C¨¢mara bajita desde que se fund¨®.Hay que reconocer el sagaz talento de la aguerrida llona Staller. Superenterada de que, en estos tiempos y para el general de los mortales, dos tetas ya no tiran m¨¢s que dos carretas, ha basado su negocio en acoquinar a los pol¨ªticos, ¨²nicos espec¨ªmenes que todav¨ªa son lo bastante sensibles como para poner el grito en el cielo cuando un senador se prenda de una call-girl o de una taqu¨ªgrafa, o cuando un candidato confiesa haberse fumado un par de porros.
Son las cuestiones morales dignas de sumo respeto, en especial cuando pertenecen al acervo insondable de los gobernantes elegidos por este pueblo que es el nuestro. No obstante, mucho me temo que los veinte minutos de discusi¨®n que el otro d¨ªa gastaron sus se?or¨ªas dilucidando si Cicciolina s¨ª o Cicciolina no, tuvieron su origen m¨¢s en el miedo al qu¨¦ dir¨¢n que en una cuesti¨®n de escr¨²pulos. "Impedirle el paso", debieron preguntarse angustiadamente nuestros amados pol¨ªticos, "?ser¨¢ o no una decisi¨®n popular, ser¨¢ o no -puestos a confundir el busto con las t¨¦mporas- una decisi¨®n feminista?
S¨®lo cuando Kurt Waldheim les avise de que piensa visitar el Congreso cubierto apenas por un pareo, sabremos c¨®mo tienen realmente sus se?or¨ªas la conciencia.
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