La sed de los dioses
Suleyma ne Ciss¨¦ es un cineasta, instalado en Francia, oriundo de la rep¨²blica africana de Mal¨ª,uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del planeta, donde es probable que no exista una sala adecuada para proyectar su cine y ¨¦ste se vea forzado a existir ¨²nicamente para la exportaci¨®n.Suleymane Ciss¨¦ tiene 47 a?os y, no hace falta decirlo, aprendi¨® el oficio de cineasta fuera de su pa¨ªs. Estudi¨® cinematograf¨ªa en Mosc¨² e hizo en Rusia sus primeros cortometrajes, el primero de los cuales se remonta a 1965. Cinco a?os despu¨¦s realiz¨® 30 filmes de actualidades y cortometrajes sobre muy diversos alpectos de Mal¨ª.
En 1975 dirigi¨® su primer largometraje, titulado La joven, rodado en blanco y negro y con formato de 16 mil¨ªmetros. Con este mismo formato, pero en color, dirigi¨® en 1979 Baara. En 1982 realiz¨® El viento. Estos dos filmes le proporcionaron a Ciss¨¦ sus primeros ¨¦xitos, casi todos en peque?os festivales de ?frica y Europa. En ellos, Ciss¨¦ se dio a conocer a la cr¨ªtica especializada europea y sus obras comenzaron a alcanzar alguna audiencia, sobre todo en los pa¨ªses del norte de ?frica.
Yeekn (La luz)
Direcci¨®n y gui¨®n: Suleymane Ciss¨¦.Fotograf¨ªa: Jean-Noel Ferragut. M¨²sica: Michel Portal y Salif Keita. Producci¨®n: Suleyrnane Ciss¨¦. Producci¨®n: Rep¨²blica de Mal¨ª, a?o 1987. Int¨¦rpretes: Issakia Kane, Aoua Sangare, Niamanto Sanogo, Balla Mousa Keita, Soumba Traore, Ismaila Sarr, Yusuf Tenin Ciss¨¦, Koke Sangare. Estreno en Madrid: (en versi¨®n original subtitulada) cines Renoir.
Pero el ensanchamiento del inter¨¦s por la obra de este cineasta malin¨¦s se produjo, de una sola vez, el pasado mes de mayo, en el pasado festival de Cannes, donde su Yeelen, o La luz, fue reconocida como una de las pel¨ªculas m¨¢s originales e interesantes del concurso y obtuvo merecidamente un premio especial del jurado, cuyo anuncio provoc¨® una de las escasas ovaciones que se oyeron durante la borrascosa entrega de premios en el palacio de La Croisette.
Cosmogon¨ªa bambara
Y¨¦elen o La luz es el sencill¨ªsimo y hermoso relato del largo viaje de iniciaci¨®n de un joven principe de la tribu de los bambara, a trav¨¦s de mitos, rostros, poblados y paisajes de la des¨¦rtica zona del Sahel malin¨¦s.
En este m¨¢gico y legendario itinerario po¨¦tico de un hombre, con una sencillez nada ingenua, Suleymane Ciss¨¦ nos adentra en el coraz¨®n de las cosmogon¨ªas de su mundo originario; y en su pel¨ªcula nos deslumbra con la luz de una historia que cuenta precisamente el nacimiento de la luz, entendida como fuerza c¨®smica y como met¨¢fora del conocimiento.
No hay mejor comentario escrito sobre La luz que el que improvis¨®, con su habitual laconismo, el propio Suleymane Ciss¨¦, para presentar su pel¨ªcula en el ¨²ltimo festival de Cannes, en v¨ªsperas de su inesperado triunfo en ¨¦l. Escribi¨® all¨ª Ciss¨¦: "La historia de Y¨¦elen es la historia de mis actores: c¨®mo los encontr¨¦; c¨®mo los sumerg¨ª en sus personajes; y c¨®mo ellos acabaron haciendo suyo lo que yo les confi¨¦. Al. principio no eran actores profesionales, pero pronto -es muy curioso- acabaron si¨¦ndolo. Como la mayor¨ªa de ellos no sab¨ªan leer, todo tuvieron que memorizarlo oralmente. Aprend¨ªan sus di¨¢logos conmigo, durante el rodaje. Y con cada actor comenz¨® una nueva historia".
Nada es posible a?adir, sin profanarla, a tan delicada y exacta descripci¨®n del interior de este poema visual sobre la sed de agua y de conocimiento de los lejanos, y despu¨¦s de vista La luz tan pr¨®ximos, hombres y dioses de la tribu mal¨ªnesa de los bambaras. Asistimos en Yeelen a un poema que, a los b¨¢rbaros europeos, nos abre de par en par las puertas de un sutil, eterno y para nosotros, hasta ahora, desconocido mundo de im¨¢genes; y que nos abre tambi¨¦n las rutas por las que los hombres de esta o de cualquier otra latitud podemos atravesarlas, hacerlas nuestras. Ante esta peque?a joya universal del cine africano nos queda s¨®lo aceptar que tambi¨¦n para nosotros este filme es un itinerario hacia el cono
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.