La pol¨ªtica economica que viene
NO PUEDE decirse que el debate sobre los presupuestos del Estado nos haya ilustrado excesivamente sobre la pol¨ªtica econ¨®mica para 1988. Pero en descargo de nuestros parlamentarios hay que se?alar que los documentos que se les presentan para examen y discusi¨®n son poco relevantes, puesto que, a lo largo del a?o, lo que se gasta y lo que se ingresa tiene poca relaci¨®n con el documento objeto de debate. A ello hay que a?adir este a?o la crisis de los mercados burs¨¢tiles, sobrevenida cuando los presupuestos se encontraban en plena discusi¨®n. Y aunque las consecuencias de esta crisis son bastante dif¨ªciles de prever, existe un cierto consenso sobre el sentido de las mismas, que s¨®lo puede ser deflacionista. Lo probable es que el consumo se reduzca y que la demanda exterior sea bastante inferior a la prevista hace unos meses. El problema es valorar los presupuestos a la luz de esta nueva situaci¨®n.Desde esta perspectiva, cabe albergar algunas dudas en cuanto a la orientaci¨®n general de los mismos. Seg¨²n el Gobierno, la reforma de la tarifa del impuesto sobre la renta de las personas fisicas provocar¨¢ un aumento del poder adquisitivo de las familias cuyos ingresos sean inferiores a dos millones de pesetas. Los c¨¢lculos oficiales estiman la ganancia, en t¨¦rminos de poder adquisitivo, en dos o tres puntos para los casos m¨¢s significativos, y el efecto global, en m¨¢s de 200.000 millones de pesetas: una cantidad respetable. Lo contrario suceder¨¢ con las familias de ingresos m¨¢s elevados, lo que tiene una cierta relevancia a la hora de plantearse el problema de la inversi¨®n, tanto m¨¢s cuanto que en los presupuestos se contienen algunas disposiciones que endurecen el tratamiento fiscal favorable de que gozaba hasta ahora el arrendamiento financiero, elemento importante a la hora de financiar las compras de bienes de equipo. Dicho de otra manera, si se acepta el an¨¢lisis del propio Gobierno, los presupuestos para el pr¨®ximo a?o favorecen el consumo y penalizan la inversi¨®n.
Por lo que se refiere a la pol¨ªtica monetaria, es casi imposible extraer una conclusi¨®n de las escasas declaraciones oficiales sobre este punto, acompa?adas por una ausencia casi total de cifras. Por ello es inevitable entregarse a conjeturas y suponer que la pol¨ªtica monetaria no ser¨¢ muy diferente de la que se ha venido practicando hasta ahora, y que, de una u otra forma, tratar¨¢ de compensar los efectos expansivos de los presupuestos. Las consecuencias para los tipos de inter¨¦s son f¨¢ciles de adivinar: seguiremos teniendo los tipos reales m¨¢s elevados de todos los pa¨ªses industrializados, con lo cual no s¨®lo se har¨¢ m¨¢s dificil invertir, sino tambi¨¦n exportar.
De ser cierta esta interpretaci¨®n, estar¨ªamos ante un dise?o que; en l¨ªneas generales, choca con el que ser¨ªa deseable, puesto que, si la coyuntura mundial se debilita, lo prioritario en nuestro caso deber¨ªa ser apoyar por todos los medios la inversi¨®n y mantener la competitividad de nuestras exportaciones, a las que no beneficia para nada la apreciaci¨®n de la peseta frente a las monedas de la Comunidad Europea.
No obstante lo dicho, de momento las compras de maquinaria y bienes de equipo est¨¢n creciendo a un ritmo muy superior al que los observadores preve¨ªan hace unos a?os y que recuerdan las tasas de antes de la crisis energ¨¦tica, al tiempo que los tipos de inter¨¦s han mostrado una saludable tendencia a la baja durante las ¨²ltimas semanas. Pero de lo que se trata justamente es de que estos fen¨®menos sean duraderos y que se mantengan en los tiempos que se avecinan, calificados de dif¨ªciles por todos los expertos.
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