Miradas
Ayer publicaba este peri¨®dico dos magn¨ªficas im¨¢genes, mal me est¨¢ el decirlo, hondamente testimoniales de la transida admiraci¨®n con que una mujer es capaz de mirar a un hombre cuando ese hombre lo vale y cuando la propia mujer sabe ser lo bastante femenina para reconocerlo. Me refiero a la foto de primera, en la que Thatcher contemplaba a Gorbachov, y a la de la p¨¢gina 22, con una Martirio que se com¨ªa las gafas con las pesta?as a fuerza de clavar sus pupilas en el presidente Gonz¨¢lez como si le estuviera poniendo una peineta en forma de adhesi¨®n inquebrantable.Qu¨¦ lecci¨®n para algunas de nosotras, incluso para muchas, sospecho. Qu¨¦ gran lecci¨®n. Nos encontramos ante dos mujeres realizadas, incluso triunfadoras; dos mujeres seguras del terreno que pisan, cuya efigie aparece con frecuencia en los medios de comunicaci¨®n; dos mujeres de las que, cada una en lo suyo, podr¨ªa decirse que han llegado. Una de ellas hasta ha ganado una guerra. Y de la otra no me cabe duda que ha vencido en muchas batallas peque?as.
Sin embargo, ah¨ª est¨¢n, testimoniando para la historia ese temblor que a todas deber¨ªa, recorrernos cuando, ante nuestros ojos, se materializa el l¨ªder, el. car¨ªsm¨¢tico, el poder¨®tico, el conductor de masas. Miradas as¨ª s¨®lo se las hab¨ªa visto, hasta la fecha, a Paloma G¨®mez Borrero cuando retransmit¨ªa en directo los tours del Papa y a Xavier Cugat cuando acariciaba a sus chihuahuas.
Lo de Maggie, quiz¨¢, no nos pilla por sorpresa. La sabernos dividida entre el horror que le inspira la Uni¨®n Sovi¨¦tica 31 el v¨¦rtigo pasional que le produce Gorby, quien, para mayor calvario de esta gran mujer, se ha dado ¨²ltimamente a los modistas italianos, que todo lo pueden. Pero ?qu¨¦ decir de Martirio, c¨®mo combinar el s¨¢dico esperpento de sus enc¨ªas rezumando cantes envenenados con esa bobalicona mueca de feliz preabandonada y sin paga?
Quiz¨¢ el presidente le ha prometido darle gratis clases particulares de inform¨¢tica.
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