Euromisiles, valoraci¨®n de un acuerdo
M¨¢s all¨¢ de razonamientos estrat¨¦gicos, el valor de los euromisiles se encuentra en el terreno de los s¨ªmbolos, de la psicolog¨ªa pol¨ªtica. Si fuera verdad que se instalaron para contrarrestar los SS-20, todo ser¨ªa muy sencillo, y con la consecuci¨®n del actual acuerdo habr¨ªan cumplido su objetivo. Pero todos los estadistas europeos saben que no fue as¨ª, aunque no se atrevan a decirlo.Las demandas europeas a la Administraci¨®n de Carter respond¨ªan al temor de que los acuerdos SALT supusiesen una colusi¨®n de las superpotencias por encima de los intereses de Europa. Se requer¨ªa un nuevo s¨ªmbolo del compromiso americano: misiles que desde suelo europeo alcanzasen territorio sovi¨¦tico. Pero dado que la orden de disparo vendr¨ªa de la Casa Blanca, las nuevas armas soportar¨ªan la misma carga de inhibiciones que paralizan los misiles intercontinentales en su hipot¨¦tico uso para la defensa de Europa: los sovi¨¦ticos podr¨ªan replicar contra territorio americano. De ah¨ª que el incremento de seguridad que en t¨¦rminos puramente militares supondr¨ªan los cohetes de alcance intermedio fuese muy peque?o. Su funci¨®n militar pod¨ªa desempe?arse igualmente por misiles instalados en submarinos, con claras ventajas en invulnerabilidad. Si Europa prefiri¨® sin dudar misiles terrestres fue porque buscaba expresamente la visibilidad de esas armas, soporte de su valor como s¨ªmbolo de la presencia americana.
?se es tambi¨¦n el papel de los 330.000 soldados estadounidenses y sus familias en Europa. Por eso los responsables de la defensa europea han preferido tener enfrente algunos SS-20 con tal de conservar los euromisiles. De ah¨ª que su retirada produce escalofr¨ªos que llevan a la reactivaci¨®n de los esfuerzos en defensa colectiva (Uni¨®n Europea Occidental); en coordinaci¨®n de las fuerzas nucleares. brit¨¢nicas y francesas; en la formaci¨®n del Consejo de Defensa francogermano o en las declaraciones sobre la necesidad de incrementar las fuerzas convencionales.
Todo eso es temor, temor europeo a las consecuencias de la retirada. El miedo es ganancia sovi¨¦tica, porque las armas no sirven s¨®lo para hacer la guerra. Sirven, entre otras cosas, para disuadir una guerra, neutralizar una fuerza disuasora o intimidar. Esta ¨²ltima funci¨®n coactiva y eminentemente pol¨ªtica ha estado siempre presente en el pensamiento estrat¨¦gico sovi¨¦tico. Si los temores de los responsables europeos se saldan con una mengua de su margen de acci¨®n pol¨ªtica -finlandizaci¨®n-, el tratado resultar¨¢ ser una proeza sovi¨¦tica. Si la consecuencia es un nuevo esfuerzo convencional europeo, la balanza habr¨¢ vuelto al fiel.
Din¨¢mica de distensi¨®n
Para impedirlo, el c¨¢lculo sovi¨¦tico cuenta con la din¨¢mica de distensi¨®n que pone en marcha un acuerdo armament¨ªstico en las opiniones democr¨¢ticas. As¨ª resulta casi imposible incrementar los gastos de defensa. Para los sovi¨¦ticos la distensi¨®n constituye hoy d¨ªa una prioridad urgente de su pol¨ªtica exterior. Desean un respiro que les permita concentrar mayores recursos en la modernizaci¨®n de su sistema econ¨®mico y crear las condiciones internacionales para que Occidente contribuya a este objetivo con capital y tecnolog¨ªa. Ampl¨ªan as¨ª las bases materiales de su poder militar y afianzan interiormente el r¨¦gimen con una elevaci¨®n del nivel de vida.
En el plano militar, la URSS consigue la eliminaci¨®n de unas armas especialmente temidas por su precisi¨®n y corto recorrido hasta sus blancos sovi¨¦ticos. A cambio de todo ello, destruir cuatro veces m¨¢s cabezas nucleares que los americanos hay que considerarlo un precio excelente, y el valor de su superioridad convencional queda realzado al desaparecer las armas destinadas, en cierta medida, a compensar la inferioridad occidental.
La Administraci¨®n de Reagan necesitaba un certificado de amor a la paz con vistas a las elecciones, sobre todo tras el Irangate. Para ellos, como para los sovi¨¦ticos, el acuerdo ven¨ªa facilitado por tratarse de fuerzas marginales. Todos sus objetivos son alcanzables con vectores intercontinentales. Si simb¨®licamente, como sus soldados a este lado del Atl¨¢ntico, Europa pretendi¨® que los euromisiles se convirtiesen en rehenes americanos de nuestra seguridad, su desaparici¨®n puede significar para ellos el liberarse de una carga.
Esos s¨ªmbolos militares de un compromiso defensivo tienen una enorme incidencia en la tranquilidad -seguridad, psicol¨®gica- o temores europeos. Todo depende ahora de los acuerdos que sigan a ¨¦ste. Pero se ha puesto en marcha una din¨¢mica que los sovi¨¦ticos tienen muchas m¨¢s posibilidades de controlar y desviar hacia sus intereses. ?stos coinciden con los occidentales en la necesidad de evitar un holocausto nuclear. Por debajo de ese l¨ªmite, todo es divergente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.