Nuevas realidades en el ¨²ltimo tramo del siglo XX
Cuando Stalin invent¨® lo del comunismo en un solo pa¨ªs estaba haciendo ortodoxia de lo que hasta entonces se hab¨ªa considerado un imposible. De entonces ac¨¢ ha llovido mucho y la historia de las ideas pol¨ªticas ha necesitado de revisiones y heterodoxias. El socialismo se ha adaptado y readaptado a las circunstancias, y no necesariamente cada una de ellas se ha considerado una etapa distinta de esa misma historia.Sin embargo, est¨¢ aceptado que hay un antes y un despu¨¦s de Bad Gobesberg, por poner uno de los ejemplos m¨¢s representativos.Desde hace unos a?os, la izquierda europea vive momentos de confusi¨®n, motivados algunos de ellos por la p¨¦rdida de paradigmas en los que mirarse; otros, por el abandono electoral del poder, y los dem¨¢s porque la realidad del mundo en que vivimos ha hecho inservibles bastantes de los principios que la fundamentaron. En este: per¨ªodo se han hecho muchos an¨¢lisis del fen¨®meno, aunque casi ninguno de ellos ha servido para establecer las nuevas se?as de identidad; uno de los ¨²ltimos ha sido realizado por Peter Glotz, ide¨®logo del Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD) y acaba de ser editado en Espa?a. Se titula Manifiesto por una nueva izquierda europea.
De la significaci¨®n que quiere tener este manifiesto puede servir el hecho de que ha sido prologado por el secretario general del Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSOE) y presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez. Gonz¨¢lez reitera en sus p¨¢ginas una idea que ha formado parte de sus mensajes en los ¨²ltimos cinco a?os: hay que superar las inercias ideol¨®gicas del pasado y romper con el conservadurismo de izquierdas. En su peque?o texto resume la idea final de Glotz: s¨®lo dentro de una Europa con identidad podr¨¢ tener lugar hegem¨®nico el socialismo y ¨²nicamente con el socialismo habr¨¢ garant¨ªas para la supervivencia de Europa.
Pero, al margen de este mensaje finalista y de las propuestas concretas que constituyen el elemento esencial del manifiesto, el libro de Gorz contiene unos ejes de an¨¢lisis que se erigen en el principal valor del mismo. El alem¨¢n llega, por otros caminos, a conclusiones diametralmente opuestas a las de Stalin: la socialdemocracia en un solo pa¨ªs es una imposibilidad hist¨®rica en el ¨²ltimo tramo del siglo XX; la izquierda cuenta con unas hipotecas que, de no ser tenidas en cuenta, devendr¨¢n en un fiasco para quienes mantienen el sentido progresista del futuro y situar¨¢n por mucho tiempo al conservadurismo al frente de los procesos pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales. Estas hipotecas, que resquebrajan sustancialmente las premisas del corpus ideol¨®gico de la izquierda cl¨¢sica, han sido experimentadas de sobra por los socialistas espa?oles en el lustro de su mandato:
-Triunfo estructural de? individualismo basado en la propiedad. Nunca ha estado tan claro como ahora que las grandes sociedades est¨¢n dispuestas a aceptar la existencia de un 10% o un 20% de desempleo, pero que bajo ninguna circunstancia admitir¨¢n siquiera un 5% de inflaci¨®n. Ello lleva a la izquierda a una lecci¨®n: que el gran capital (es decir, la derecha econ¨®mica) y los bancos centrales pueden apoyarse en una coalici¨®n electoral que abarque un espectro social muy amplio para abogar por la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica antiinflacionista, a pesar de que esta pol¨ªtica suele tener como consecuencia, aunque no como meta, un aumento de la tasa de desempleo.
-P¨¦rdida de poder de los Estados individuales, es decir, de sus burocracias pol¨ªticas, frente a los bancos centrales, a los bancos que operan en el ¨¢mbito internacional, a los mercados financieros transnacionales y a los consorcios multinacionales. Glotz califica este fen¨®meno como la libanizaci¨®n de la funci¨®n econ¨®mica de los Estados industriales modernos; la libanizaci¨®n es "el origen de la p¨¦rdida de credibilidad de los Gobiernos democr¨¢ticos que -ya sean de derecha o de izquierda-, cuando est¨¢n en la oposici¨®n prometen cumplir con objetivos tales como la elin¨²naci¨®n del desempleo, la disminuci¨®n de la inflaci¨®n o un crecimiento econ¨®mico considerable y cuando llegan al Gobierno no son capaces de realizarlos".
Helmut Schmidt explicaba que en el caso de que se pueda disponer de todos los instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica nacional a disposici¨®n de un Gobierno, ¨¦ste s¨®lo podr¨ªa determinar el acontecer econ¨®mico final en un 30%. La dism¨ªnuci¨®n del poder de las administraciones centrales ya hab¨ªa sido prevista por Marx y desarrollada por Lenin, pero ninguno de ellos pudo determinarla en la profundidad de estos tiempos.
Todo esto lleva a la segunda lecci¨®n para la izquierda: la ?mposibilidad de un keynesianismo nacional: la rentabilidad media que se le debe ofrecer al capital que busca ser colocado para que se pueda siquiera considerar la posibilidad de una inversi¨®n productiva -lo que supone la creaci¨®n de puestos de trabajo- es algo que ya no puede determinarse a trav¨¦s de la pol¨ªtica de los Estados nacionales individuales. Glotz concluye que "la libertad de movimientos de los Gobiernos nacionales y de los bancos emisores no es que haya desaparecido, pero s¨ª ha quedado muy mermada. Ahora ya pueden hacer los estadistas gestos elocuentes; ¨¦stos pertenecen m¨¢s al campo del espect¨¢culo que al de la pol¨ªtica".
-Condiciones de vida dispares para sectores sociol¨®gicos considerados homog¨¦neos hasta hace poco tiempo, lo que segmenta a los nuevos sujetos sociales y ampl¨ªa la sociedad dual. La reestructuraci¨®n del capital industrial est¨¢ llevando progresivamente a una tercera revoluci¨®n industrial con tendencias hacia el individualismo, que impiden hacer correctamente el antiguo an¨¢lisis de clases sociales con apelaci¨®n a los intereses comunes de todos los asalariados; hay una ruptura de los modelos cl¨¢sicos con la generalizaci¨®n del trabajo a tiempo parcial; del trabajo por turnos; del trabajo a destajo o, por el contrario, la reducci¨®n de horas de trabajo; de la descentralizaci¨®n de los lugares de producci¨®n, con peque?as plantas auxiliares o con el trabajo a domicilio en el sector servicios, etc¨¦tera. Estos factores han desconcertado al movimiento sindical, por lo que cabe preguntarse si ser¨¢n capaces las centrales sindicales de movilizar a los nuevos obreros y de conservar su influencia en las f¨¢bricas m¨¢s tradicionales.
Estas nuevas realidades no son las ¨²nicas con las que analizar el devenir hist¨®rico, pero s¨ª son determinantes en el mismo para la izquierda cl¨¢sica y moderna. Una izquierda que en buena parte se ha desprestigiado, precisamente, por poner la ideolog¨ªa delante de lo cotidiano y de lo realmente existente. Intentar borrar del mapa este nuevo estado de la cuesti¨®n es ponerse orejeras y acudir a la confrontaci¨®n con herramientas inadecuadas para el cambio. Y ¨¦ste es un mal comienzo para cualquiera. El libro del coordinador de la comisi¨®n ideol¨®gica del SPD supone una se?al de alarma lo suficientemente n¨ªtida como para dedicarle atenci¨®n.
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