Nicaragua se radicaliza
El Gobierno de Nicaragua, con la s¨²bita radicalizaci¨®n de su pol¨ªtica, intenta contener una fuerte presi¨®n interna y las resistencias a los cambios introducidos en los ¨²ltimos meses, en opini¨®n de analistas y observadores. El precio a pagar ha sido el de crear sombras sobre su voluntad de cumplir los acuerdos de Esquipulas 2 y el de poner en peligro el apoyo de los dem¨®cratas norteamericanos y de otros pa¨ªses de Centroam¨¦rica contra la aprobaci¨®n por el Congreso de Estados Unidos de nuevos presupuestos de ayuda militar para los rebeldes antisandinistas.En menos de una semana, los dos hombres fuertes del r¨¦gimen sandinista, los hermanos Daniel y Humberto Ortega, han anunciado un espectacular rearme para los pr¨®ximos a?os y han advertido que nunca entregar¨¢n el poder, aunque s¨ª el Gobierno, aun en el caso de que en el futuro el Frente Sandinista para la Liberaci¨®n Nacional (FSLN) sea derrotado en las urnas.
La explicaci¨®n que las distintas fuentes en Managua encuentran a esta toma de posici¨®n, en contraste con la l¨ªnea de moderaci¨®n que hab¨ªa caracterizado a los dirigentes nicarag¨¹enses desde la firma el mes de agosto pasado de los acuerdos de Guatemala, es la necesidad de hacer frente a una fuerte resistencia entre los dirigentes y las bases sandinistas a la pol¨ªtica de constantes concesiones que Nicaragua ha venido haciendo en los ¨²ltimos cuatro meses.
Desde la aceptaci¨®n de Esquipulas 2, el r¨¦gimen nicarag¨¹ense ha autorizado la reapertura del diario de oposici¨®n La Prensa, ha permitido el regreso de varios sacerdotes expulsados, declar¨® un alto el fuego unilateral, indult¨® a 1.000 presos, constituy¨® una comisi¨®n de reconciliaci¨®n con todos los partidos de la oposici¨®n interna y, fundamentalmente, acept¨® el di¨¢logo con la contra y nombr¨® como mediador en esas conversaciones al otrora enemigo n¨²mero uno del sistema, el cardenal Miguel Obando y Bravo.
Cuando el 5 de noviembre pasado, el presidente Daniel Ortega anunci¨® en la plaza de la Revoluci¨®n de Managua el di¨¢logo con la contra, la audiencia qued¨® tan confundida que no lleg¨® a entender el verdadero alcance de sus palabras. Un d¨ªa despu¨¦s, todav¨ªa, el ¨®rgano oficial del FSLN, Barricada, titulaba: 'Palo y plomo a la contra, recogiendo el ambiente de la concentraci¨®n en la plaza de la Revoluci¨®n, claramente hostil a las negociaciones. A¨²n pueden verse por las calles de Managua carteles que rechazan el di¨¢logo con los antisandinistas.
En una reciente conversaci¨®n con este corresponsal, Daniel Ortega reconoci¨® que la medida de conversar con los rebeldes no hab¨ªa sido entendida por las bases del FSLN, pero asegur¨¦ que en la direcci¨®n del partido no exist¨ªan diferencias al respecto. No se han o¨ªdo, sin embargo, elogios de los comandantes m¨¢s radicales a esta pol¨ªtica, lo cual no deja de ser sintom¨¢tico en un sistema de gobierno donde las grandes declaraciones suelen hacerse de forma rotativa entre los nueve miembros de la c¨²pula directora del FSLN.
Los partidarios de la moderaci¨®n no han dispuesto tampoco de argumentos contundentes para convencer a los reticentes. Las concesiones de Managua no se han visto contestadas en la misma medida por Washington, y la oposici¨®n no ha bajado las armas ni el tono de sus cr¨ªticas. El diario La Prensa est¨¢ tanto o m¨¢s beligerante que en el momento de su cierre, y es f¨¢cil adivinar la irritaci¨®n que han producido algunas de sus publicaciones, como la propuesta ¨ªntegra de alto el fuego de la contra o, esta semana, una entrevista con Pedro Joaqu¨ªn Chamorro, uno de los miembros de la direcci¨®n de Resistencia Nicarag¨¹ense. Los dirigentes sandinistas eligieron la que creyeron que era la mejor coyuntura -la cumbre de Washington entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, las declaraciones del desertor Roger Miranda y la aprobaci¨®n por el Senado norteamericano de nueve millones de ayuda humanitaria para la contra- para sacar sus armas radicales y amenazar con lo que m¨¢s se teme de su r¨¦gimen: el armamentismo y el totalitarismo.
Al final de la pasada semana, el ministro de Defensa, el general Humberto Ortega, anunci¨® que el Ej¨¦rcito sandinista ten¨ªa planes para aumentar sus efectivos de los 250.000 hombres con que cuenta actualmente a 600.000 en los pr¨®ximos a?os. Asimismo mencion¨® el aspecto m¨¢s controvertido de la pol¨ªtica militar en Centroam¨¦rica: la voluntad de Managua de dotarse en el futuro de modernos aviones de intercepci¨®n, que es lo mismo que decir que comprar¨¢ Mig rusos.
El hecho de que esta declaraci¨®n fuera matizada poco despu¨¦s por Daniel Ortega -quien dijo que eso era s¨®lo un proyecto sin la, aprobaci¨®n del Gobierno- s¨®lo ha servido para crear m¨¢s confusi¨®n, porque cuesta creer en estos momentos que existan discrepancias de ese calibre entre los dos hermanos. Adem¨¢s, el estallido radical del general fue confirmado inmediatamente por el presidente cuando el pasado domingo afirm¨® ante una asamblea nacional de sindicatos que el FSLN nunca entregar¨ªa el poder, aunque la derecha ganase unas elecciones, porque "el poder no es negociable".
Estas declaraciones irritaron a la Casa Blanca, que, reci¨¦n pasada, la luna de miel de la reuni¨®n con Gorbachov, advirti¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica de lo grave que ser¨ªa una entrega de armamento moderno a Nicaragua. Y, tal vez m¨¢s importante, desalentaron a la mayor¨ªa dem¨®crata, que no neg¨® que esa actitud nicarag¨¹ense favorecer¨ªa la aprobaci¨®n de nuevos fondos para la contra.
Fuentes en Managua aseguran que esas declaraciones no tienen m¨¢s trascendencia que unos fuegos de artificio destinados a tranquilizar las conciencias de los m¨¢s puristas, y que los sandinistas seguir¨¢n adelante con su pol¨ªtica de moderaci¨®n.
La sorprendente radicalizaci¨®n tendr¨ªa tambi¨¦n por objeto, a juicio de los observadores, no perder protagonismo internacional en momentos en que se sab¨ªa que Reagan y Gorbachov estaban hablando de Nicaragua sin contar, obviamente, con las autoridades de Managua. Un asesor de Gorbachov en las conversaciones de Washington hizo una escala en La Habana, en su regreso a Mosc¨², para informar a Fidel Castro del resultado de la cumbre, pero, que se sepa, ning¨²n emisario ha llegado a Managua.
Preocupaci¨®n
Daniel Ortega no ocultaba en una entrevista esta misma semana su preocupaci¨®n porque la cumbre pueda perjudicar a los intereses de Nicaragua en la medida en que, fortalecido por su nueva imagen, Ronald Reagan podr¨ªa verse tentado a asestar un golpe a los sandinistas. Es imaginable que esa misma preocupaci¨®n embargue tambi¨¦n a Ortega por el riesgo de que Mosc¨² sacrifique a Nicaragua en beneficio de las buenas relaciones con Washington.
El anuncio del rearme tampoco est¨¢ separado de las posteriores declaraciones de Roger Miranda, un estrecho colaborador de Humberto Ortega huido el mes pasado a EE UU. Miranda, que ha expresado su voluntad de incorporarse a la Resistencia Nicarag¨¹ense (RN), dijo que el Gobierno sandinista tiene planes armamentistas en colaboraci¨®n con Cuba y la URSS y que piensa perpetuarse en el poder aprovechando los acuerdos de Esquipulas 2. Evidentemente, el anuncio de Humberto Ortega, un d¨ªa antes de la declaraci¨®n de Miranda, quit¨® trascendencia a los datos facilitados por el desertor.
Otro de los frentes donde se ha comprobado la radicalizaci¨®n es en el de las relaciones con Costa Rica, para lo que se ha aprovechado el derribo en territorio nicarag¨¹ense del piloto norteamericano James Jordan Denby, quien, seg¨²n las investigaciones sandinistas, prestaba su finca en territorio costarricense para las actividades de la contra.
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