El golpista argentino Aldo Rico ser¨¢ juzgado por militares
Por tres votos contra dos, la Corte Suprema de Justicia argentina decidi¨® que el ex teniente coronel Aldo Rico sea juzgado por la justicia militar y no por la civil, que tambi¨¦n le reclamaba. Aldo Rico se atrincher¨® entre el 16 y el 19 de abril en la Escuela de Aplicaci¨®n de Infanter¨ªa de Campo de Mayo, cuartel general del Ej¨¦rcito.
La acci¨®n de Rico provoc¨® la ruptura de la cadena de mando en el Ej¨¦rcito de Tierra y la ca¨ªda del jefe del Estado Mayor de la fuerza.El teniente coronel fue separado de las fuerzas armadas por el ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, y el juez federal Daniel Piotti le intim¨® a la rendici¨®n proces¨¢ndole por rebeli¨®n. Ahora, el fallo de la Corte Suprema ha decidido que el juicio contra el ex teniente coronel corresponde a la justicia militar por cuanto "no surgen elementos que permitan, afirmar que el procesado pretendi¨® arrancar una medida o concesi¨®n a algunos de los poderes p¨²blicos del Gobierno nacional".
La Corte Suprema preestablece as¨ª que la asonada de Rico fue un mot¨ªn y no una rebeli¨®n. Los magistrados Jorge Bacque y Enrique Petracchi disintieron, estimando el primero que los sucesos de Semana Santa constituyeron una rebeli¨®n y el segundo que en el caso Rico debe actuar primero la justicia militar y despu¨¦s la justicia civil.
El caso es que Aldo Rico, preso en Campo de Mayo, ha visto satisfechas sus aspiraciones de ser juzgado en su fuero. De cualquier manera, tras la reforma del C¨®digo de Justicia Militar argentiro en 1984, todas las sentencias castrenses son apelables ante la justicia ordinaria. As¨ª, en el futuro , la fiscal¨ªa de la C¨¢mara Federai de Apelaciones en lo Criminal y Correccional podr¨¢ intervenir sobre la sentencia que Rico reciba de sus camaradas de armas.
Por otra parte, ayer se reuni¨® durante toda la ma?ana el almirantazgo argentino para deliberas sobre la situaci¨®n del teniente de nav¨ªo Ignacio Alfredo Astiz, quien tiene retrasado dos a?os su ascenso a capitan de corbeta.
Alfredo Astiz vio congelado su ascenso al encontrarse involucrado en grav¨ªsimos delitos contra los derechos humanos, como la desaparici¨®n de la adolescente sueca Dagmar Hagelin y de las rrionjas francesas Alice Domon y Lconie Duquet.
La primera causa contra ¨¦l prescribi¨®, aunque se prob¨® su culpabilidad, y de la segunda fue desprocesado en virtud de la ley de obediencia debida.
No se espera que antes de la pr¨®xima semana el presidente Alfons¨ªn decida sobre el ascenso de Astiz, aunque se sabe de su intenci¨®n primera de ascenderle -con la ley en la mano no puede hacer otra cosa- y exigirle de inmediato su pase a retiro. Otra soluci¨®n m¨¢s suave consistir¨ªa en ascenderle a capit¨¢n de corbeta y dejarle indefinidamente en disponibilidad para ganar tiempo, al tiempo en la esperanza de que se aburra y pida ¨¦l mismo su retiro. En cualquier caso, la sociedad civil no puede tolerar que un oficial como Astiz prosiga y culmine su carrera naval.
La reacci¨®n de la Armada argentina es imprevisible y comprende dos supuestos m¨¢ximos y peligrosos. La c¨²pula naval encabezada por el vicealmirante Ram¨®n Arosa, podr¨ªa pedir su propio pase a retiro, si se corta la carrera de Astiz, provocando una crisis en el arma, dado que ning¨²n otro almirante aceptar¨ªa sus tituir a Arosa. Menos probable pero posible es que los compa?eros de promoci¨®n de Alfredo Astiz, tenientes de nav¨ªo y capitanes de corbeta, se autoacuartelen en la base naval de R¨ªo Santiago en defensa de su camarada y en una reedici¨®n del planteo del Ej¨¦rcito de Tierra durante Semana Santa.
El presidente Ra¨²l Alfons¨ªn, una vez m¨¢s, se ve abocado a elegir entre la peste y el c¨®lera.
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